Al leer este artículo me ha venido a la cabeza algo a lo que llevo dando vueltas desde hace unas semanas: soy muy borde y muy antipática. Y esta revelación ha ayudado a que entienda muchas cosas que aún estoy procesando.
El artículo habla de que como llevamos más de un año viéndonos en una pantalla nos hemos dado más cuenta de nuestras imperfecciones y nuestros defectos, y de que nos estamos viendo envejecer en directo.
A mí me ha pasado esto, claro que sí: nunca me había visto tanto tiempo en una pantalla, y ha sido demoledor, al principio, y divertido, después. Al menos, he sacado algo bueno: he aprendido a maquillarme como una puerta para estar bien bonica delante de una pantalla, que no se si me servirá para algo en la vida, pero sí me ha servido a mí para sentirme algo mejor todo este tiempo, llámame frívola.
Así que, después de todo, verme en una pantalla día sí, día también, hora tras hora, igual no ha sido tan negativo, después de todo. Con eso me quedo.
Lo de escucharme ha sido otro cantar.
La pandemia ha traído el juego on line a mi vida y, con él, los coleguis streamers que retransmiten las partidas. Y aqui ha llegao el desastre.
Me escucho en un entorno divertido, de juego, con personas de confianza, y me caigo mal. Me veo como creo que me han visto muchas personas a lo largo de la vida: borde y antipática. Y me caigo tremendamente mal. No dejo de pensar que a mí no me gustaría jugar con alguien así.
Comentándolo con algún amigo me doy cuenta de que es probable que exagere, y me da por pensar que si ellos me vieran como me veo yo lo tendrían muy fácil: no pasarían tiempo conmigo, así que no debo ser tan horrible. Sin embargo, no puedo quitarme de la cabeza cómo me quedo cuando me escucho y me sorprendo porque, en realidad, no me parezco tan divertida como pensaba. Más bien al contrario.
Y he empezado a entender por qué lo he escuchado tantas veces, por qué tantas personas me han dicho que lo era, aunque yo no lo viera así. Resulta que desde aquí dentro las cosas se ven diferente, ahora he tenido la oportunidad de verlas desde fuera y, coño, tenían razón.
Así que he hecho el propósito de ser menos borde y antipática. No sé muy bien cómo se hace eso, pero voy a intentarlo, porque no puede ser que no me soporte ni yo.
Mientras, me acuerdo de mi madre cuando me decía que no fuera tan dura conmigo misma, porque siempre saldría perdiendo.