martes, 16 de marzo de 2021

Perdida

Recuerdo perfectamente el último día de mi vida "normal". 

No, no fue hace un año, fue hace algo más, hace un año y medio, el día que mi madre entró en el hospital para no salir.

Desde que murió y pudimos dejar el infierno de paliativos hasta que empezó la pandemia pasaron sólo dos meses y medio. Apenas empezaba a recuperarme, un poco, lo suficiente para no pasar llorando todo el día y ser más o menos funcional, cuando me vi encerrada en casa sine die. Porque, chica, llámame loca, pero a mí cuando decían que eran quince días y acto seguido hablaban de la gravedad de la pandemia, pues quince días se me antojaban pocos y pensé que era para largo. Y tenía razón.

Como tantas otras personas tengo la sensación esa del día de la marmota, por las restricciones, limitaciones, prohibiciones y esas vainas. Pero, sobre todo, tengo la sensación de estar perdida, de no tener a qué volver, porque se me olvidado o no existe.

Yo sigo aquí, delante del ordenador, pero a mi alrededor ha cambiado todo lo que me importa o con lo que me relaciono. TODO. Desde lo pequeño hasta lo grande.

Así que me encuentro desubicada, no sé adónde tengo que volver, ni si tengo que volver a algún sitio.

No puedo volver a lo de hace un año y medio porque mi madre no está y todo es diferente. No puedo volver a lo de antes de la pandemia porque fue como una nube de irrealidad, de cuidados y tristeza, porque no quiero, vaya. 

Así que aquí estoy, en stand by, sin saber pa dónde tirar, sin vida a la que volver. Sin querer hacer planes para más allá de una semana. Sin saber qué empezar a recuperar o de qué debería empezar a prescindir. Sin saber dónde y cómo quiero estar para estar bien.

viernes, 12 de marzo de 2021

3.932 días

- ¿Te vienes a la inauguración de Cinema Jove y luego nos vamos a tomar unas copas y lo que surja?

- Vale.

Era 19 de junio de 2010 y yo era otra persona. Siempre era un buen momento para estar en la calle haciendo cosas y Sam sabía que era facilona. Cine, colegueo y copas eran un sí seguro.

Para la inauguración eligieron Gainsbourg, la peli biográfica del señor francés que tuvo los santos huevazos de hacer cantar orgasmáticamente a Jane Birkin. Je t'aime, se llama la cosa.

La peli... bueeeeeno... no era mucho mi rollo, Serge fue un señor muy intenso de los que podríamos denominar, con relaciones difíciles y algo abusivas con el mundo, en general, y con las señoras, en particular.

A lo mejor dormité en algún momento pero a Sam le daba igual que me durmiera en el cine, estaba acostumbrado.

Hasta que empezó a sonar.

Creo recordar que Serge la escribió para Juliette Grecó pero le gustó tanto que se la quedó para él. Y menos mal.

Como tantas otras cosas que me obsesionan, nunca he entendido qué me pasa con ella.

Se me metió aquí dentro y presiona constantemente. Tarareo el sha nan nan, sha nannan, sha nan nan, sha nannan por encima de mis posibilidades. Olvídate, es imposible sacarla a la fuerza, se va cuando quiere, es como si tuviera vida propia. No vale lo de "un clavo saca a otro clavo", lo he intentado con todas las otras canciones que me obsesionan. ¡Si hasta creé una lista que se llama "Canciones que me obsesionan"! Y no funciona.

Me ataca de repente y me acompaña durante días. Luego desaparece y puede que pase semanas sin acordarme de que existe. Pero siempre vuelve y nunca he sabido qué hace que vuelva.

Ahora llevaba meses sin acordarme de ella y, como tantas otras veces, ha vuelto y no me la quito de la cabeza.

La diferencia ahora es que creo haber descubierto qué ha hecho que salga de su escondrijo. Sólo me ha costado 3.932 días.

miércoles, 10 de marzo de 2021

Enigma

No sé si he contado que tengo muchas pesadillas y que las recuerdo. Muchas son recurrentes. Horribles y recurrentes. Y suelen ir por temporadas.

Supongo que eso quiere decir que tengo aún algunas taritas rechungas demasiado escondidas en los cajones de los dreamcatchers*.

Normalmente me despierto llorando o sudando, necesito levantarme y dar una vuelta, como para asegurarme de que no es real. Casi siempre me cuesta mucho volver a dormir, e incluso a menudo no lo consigo. Otras veces, las menos, me despierto del susto y cuando me doy cuenta de que era una pesadilla vuelvo a pegar la oreja.

Desde hace un par de meses o tres vuelvo a dormir del horror y me despierto todas las noches. A veces soy capaz de desentrañar el misterio: durante el día algo ha despertado algún recuerdo que ha salido de su cajoncito cerrado a cal y canto y se ha puesto a hacer el mal por los pasillos. Por ejemplo, ahora vivo muy cerca del cole al que iba de pequeña, pasé por delante y busqué mi clase, y al día siguiente tuve una pesadilla recurrente en mi adolescencia: me perseguían por los pasillos oscuros e interminables, las escaleras no se acababan nunca y los escalones eran muy altos, había cuerpos sin brazos y hachas en las paredes y todas las ventanas estaban cerradas. Todo normal. 

Otras veces no es tan fácil y me cuesta un tiempito averiguar qué ha llevado lo que sea que me está costando horas de sueño tranquilo.

Como hoy.

Anoche soñé con enigma.

No tengo claro qué o quién era, pero todo el rato era enigma, de esa manera desdibujada e inconexa que tienen los sueños.

Enigma.

Enigma.

Enigma.

Incomprensiblemente, enigma era verde, fuera lo que fuera.

Enigma me perseguía. 

En algún momento estaba sobre fondo negro. A veces era antropomorfo y no tenía pelo. En algún momento ha sido como un neón de bar de putas de carretera, con alguna letra parpadeando.

Enigma.

Enigma.

Enigma.

Llevo todo el día con esa... ¿palabra? ¿concepto? ¿color?

Bueno, pues creo que he encontrado la respuesta a por qué he soñado enigma


Y, bueno, pues parece que es así como funciona mi cabeza, qué le vamos a hacer.

* ¡Ah!, ¿vosotras no os imagináis vuestro cerebro como pasillos retorcidos con estanterías infinitas llenas de baúles y cajones donde se guardan los recuerdos y conocimientos, como en Dreamcatchers? Pues no lo entiendo, la verdad.

martes, 9 de marzo de 2021

Her, la crítica definitiva (otra vez)

Hace 7 años casi justos vi Her.

Me impactó tanto que tuve que verla otra vez porque no lo entendía. Pero si es una peli de amor ¿por qué me ha impactado tanto? A mí no me van las pelis de amor... Ni las de desamor, me gustan, ya que estamos...

He vuelto a verla este fin de semana. Y he llorado tanto como todas las veces anteriores.


Me ha parecido igual de bonita que la primera vez, pero mucho más triste. Her es la misma película, pero yo soy otra persona.


El debate sobre el amor entre el hombre y la máquina no me interesa.

Me he quedado con la desolación del desamor; con la profunda tristeza que produce perder esa conexión íntima que no volverá; con el estupor de Theo cuando descubre que no es el único, que no es tan especial, que su amor es correspondido de manera diferente; con el terror a volver a estar solo.

Me he quedado con la soledad infinita que se siente cuando te das cuenta de que la persona a la que amas, que te quiere, te comprende, te desea, te escucha... camina en otra dirección, se aleja de ti y no volverás a compartir camino.

Me pregunto con qué me quedaré la próxima vez que la vea.

jueves, 10 de diciembre de 2020

La chaqueta

 - Mami, voy a echarte de menos cada segundo y te quiero más que a nada pero, si estás viéndome, no te manifiestes, que me cago viva.

Hace exactamente un año a estas horas estaba diciendo esto en voz alta mientras hacía la cama, como si fuera un último homenaje a la mujer que decía que no hacer la cama debería tener multa.

Recuerdo que pensé que era una tontería, que ella ya no iba a ver que no tenía la cama hecha nunca más, mientras estiraba sábanas y edredones. Recuerdo que me senté en la cama cuando acabé y estuve llorando mucho rato. No sé cuánto, pero sé que fue mucho. Más que hoy, creo.

Me entró frío allí sentada: sólo llevaba una camisa y una chaqueta de punto. Y recordé una de las últimas cosas que me había dicho sólo unas horas antes. 

- Nena, vas muy fresca. Aun con los ojos cerrados y la conciencia endeble por la morfina, mi madre sabía que tenía frío.

Ya, pero es que en el hospital hace mucho calor, mami.

- Ponte el chal, anda, que luego te constipas en seguida, dijo, con esa sonrisa como picarona que tenía siempre puesta.

Y volvió a caer en el sopor.

No le dije que esa mañana, cuando me vestía sabiendo que iba a ver morir a mi madre, no me importaba el frío, y me puse la chaqueta que sabía que le gustaba, esa que le sacaba una mueca de aprobación, porque decía que me daba luz a la cara y me sentaba tan bien. 

Y ya no he vuelto a ponerme aquella chaqueta.