Tengo ganas de hablar con mi madre.
A todas horas.
Tengo ganas de contarle que la planta de violetas que le regalaron en el hospital, y que me traje a casa, aún no se ha muerto, pero que la grande que tenía en acogimiento sí, no le ha venido bien el invierno en mi casa.
Ella me diría que no pasa nada, que hay más plantas, que yo he hecho todo lo que he podido y que ya está, hale, hale, ya pasó. Yo le contestaría, enfurruñada, que me sabe mal y así estaríamos un rato, riéndonos porque me entristece que se me mueran las plantas.
Tengo ganas de contarle la idea que se me ha ocurrido para colgar la cortina como quería sin destrozarla, como todas las demás.
Ella frunciría el morro y me diría "harías cualquier cosa por no montar la máquina de coser, ¡qué chapuza!". Luego le enseñaría una foto para que viera que queda bonito y no se nota y diría "bueno, va, ya lo arreglaremos", y pensaríamos juntas qué peregrina idea emprendía para no morderme las uñas.
Tengo ganas de que me pregunte cómo estoy y decirle que muy bien, y que me contesta que se me nota y que soy más guapa que un sol, "la més bonica del mòn, feta i per fer".
Tengo ganas de decirle que la quiero mucho, como la trucha al trucho. Pero al oído, como siempre, y con unos besos de agüela después, no desde mi cabeza, que mira que suena ridículo decirlo aquí dentro.
Tengo ganas de decirle que no se preocupe, que estoy bien, que todo es normal y se me irá pasando poco a poco, que lloro sólo cuando me acuerdo de ella.
jueves, 23 de enero de 2020
martes, 31 de diciembre de 2019
Feliz Año Nuevo
Acabo 2019 con una madre de menos y unos mil consejos de #VidaparaDummies de más.
Acabo 2019 con una tristeza profunda como nunca había tenido, y mira que las he tenido, y con la sensación de que los número son sólo eso, números, y que mañana, y pasado mañana, y al otro... serán otros días de otros años pero yo estaré igual de triste que hoy.
Sin embargo, vengo a decir que sí, que la vida sigue hasta que una no se muere, aunque se sienta ahora bastante muerta por dentro.
Empezaré 2020 con una madre de menos y mucha tristeza de más, pero no me queda otra.
Sólo le pido al nuevo año que está aquí al laíto que si me encanto y veis que no me acostumbro, que se me enquista y me ahoga, que no me vuelven las ganas de vivir contenta, que esa tristeza profunda se me queda dentro para siempre, me deis una colleja igual de profunda, que igual va a hacerme falta.
Feliz Año Nuevo.
Acabo 2019 con una tristeza profunda como nunca había tenido, y mira que las he tenido, y con la sensación de que los número son sólo eso, números, y que mañana, y pasado mañana, y al otro... serán otros días de otros años pero yo estaré igual de triste que hoy.
Sin embargo, vengo a decir que sí, que la vida sigue hasta que una no se muere, aunque se sienta ahora bastante muerta por dentro.
Empezaré 2020 con una madre de menos y mucha tristeza de más, pero no me queda otra.
Sólo le pido al nuevo año que está aquí al laíto que si me encanto y veis que no me acostumbro, que se me enquista y me ahoga, que no me vuelven las ganas de vivir contenta, que esa tristeza profunda se me queda dentro para siempre, me deis una colleja igual de profunda, que igual va a hacerme falta.
Feliz Año Nuevo.
lunes, 16 de diciembre de 2019
Once años después
Voy a aprovechar que este año no se acaba la década para hacer un recopilatorio de estos 11 años de blog. (JODER, ONCE AÑOS).
En 2018 Gordi y servidora nos marcamos un because I worth it de cuidao y unas pocas de celebraciones. la mejor, sin duda, la de los amigos. Diez años dan para hacer algunos que valen mucho.
En 2017 y 2016 se me olvidó el #cumpleblog.
En 2018 Gordi y servidora nos marcamos un because I worth it de cuidao y unas pocas de celebraciones. la mejor, sin duda, la de los amigos. Diez años dan para hacer algunos que valen mucho.
En 2017 y 2016 se me olvidó el #cumpleblog.
Tal cual. SE ME OLVIDÓ. No se puede estar en todo.
En 2015 estaba fascinada. Sigo fascinada.
En 2014 debía andar falta de ideas porque ya se me ocurrió hacer un recopilatorio. Que con 6 añitos es como si un mi sobrino de 10 años se pone a escribir sus memorias, pero, HABER.
El 2013 estaba inmersa en el amor de la blogosfera, justo un año después de que se me olvidara celebrar nada en un año de mierda infinita como fue 2012.
En 2011, tercer aniversario, me dio por hacer cuentas, vete a saber en qué estaba pensando. Aún así, con sólo 3 añitos ya me había dado tiempo a tener dos catástrofes nucleares. Siempre he sido muy precoz.
Los dos primeros aniversarios ya no existen, es una pena.
He aprendido muchas cosas en estos 11 años, sobre mí y sobre los demás. Personas insensatas dirían que quienes no tienen un blog aprenden igual pero, hija, las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno.
Ojalá dures mucho tiempo más, Gordi, para seguir aprendiendo.
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Blogocosa
sábado, 14 de diciembre de 2019
Flores
- ¿A dónde vas con ese ramo?
- A mi casa. Van a ser las últimas flores que tenga de mi madre.
Y así fue cómo robé flores de la tumba de mi madre.
- A mi casa. Van a ser las últimas flores que tenga de mi madre.
Y así fue cómo robé flores de la tumba de mi madre.
viernes, 1 de noviembre de 2019
La vida sigue
Hoy es el día de los muertos y yo ya sé que será un día más cuando mi madre se muera, estoy segura de que me acordaré de ella todos los días mientras sea capaz de recordar.
Mientras, la vida sigue. En un limbo, pero sigue.
Con el teléfono activo todo el día porsiaca, sigue siendo necesario poner lavadoras, comprar pasta de dientes o papel higiénico, llamar al fontanero porque no funciona la cisterna y estar al tanto de que todos podamos descansar, comer y llorar a gusto.
Porque la vida sigue.
Aunque sea realmente difícil llevar con elegancia y savoir faire la muerte de alguien a quien quieres así, sin reservas, sin peros, sobre todo cuando se acerca y se aleja por días. Ansia, pa que nos vamos a engañar.
Y provoca un montón de sentimientos que parecerían imposibles de tener a la vez: por un lado, me quedaría sentada junto a su cama, cogiéndole la mano y hablándole de tonterías y haciéndola reír el resto de mi vida, porque aún no se ha muerto y ya la echo de menos y no soy capaz de pensar en qué voy a ser sin ella. Por otro, la miro y veo a una mujer que fue fuerte y se ha apagado, que sufre, que ya no tiene ni fuerzas ni ganas de vivir más que a ratitos, y siento que lo justo para ella sería morir en paz, tranquila, sin sufrir, porque se lo merece.
Yo no sé qué hacer con todos esos sentimientos, ella lo sabe, me acaricia la mano y me dice que no pasa nada, que no llore tanto, que me tranquilice, que es ley de vida. Que soy la más fuerte y tendré que estar pendiente de mis hermanos y mi padre, porque van a necesitarme, aunque no sepas hacer arroz al horno, me dice. Y sonríe.
Luego me dice que ella está bien, que la extrema unción es para los vivos, no para los muertos, que le gustaría ver terminar Downtow Abbey y que lo que sí le jodería bastante es morirse haciendo caca.
Y nos reímos juntas, porque es lo que nos queda.
Mientras, la vida sigue. En un limbo, pero sigue.
Con el teléfono activo todo el día porsiaca, sigue siendo necesario poner lavadoras, comprar pasta de dientes o papel higiénico, llamar al fontanero porque no funciona la cisterna y estar al tanto de que todos podamos descansar, comer y llorar a gusto.
Porque la vida sigue.
Aunque sea realmente difícil llevar con elegancia y savoir faire la muerte de alguien a quien quieres así, sin reservas, sin peros, sobre todo cuando se acerca y se aleja por días. Ansia, pa que nos vamos a engañar.
Y provoca un montón de sentimientos que parecerían imposibles de tener a la vez: por un lado, me quedaría sentada junto a su cama, cogiéndole la mano y hablándole de tonterías y haciéndola reír el resto de mi vida, porque aún no se ha muerto y ya la echo de menos y no soy capaz de pensar en qué voy a ser sin ella. Por otro, la miro y veo a una mujer que fue fuerte y se ha apagado, que sufre, que ya no tiene ni fuerzas ni ganas de vivir más que a ratitos, y siento que lo justo para ella sería morir en paz, tranquila, sin sufrir, porque se lo merece.
Yo no sé qué hacer con todos esos sentimientos, ella lo sabe, me acaricia la mano y me dice que no pasa nada, que no llore tanto, que me tranquilice, que es ley de vida. Que soy la más fuerte y tendré que estar pendiente de mis hermanos y mi padre, porque van a necesitarme, aunque no sepas hacer arroz al horno, me dice. Y sonríe.
Luego me dice que ella está bien, que la extrema unción es para los vivos, no para los muertos, que le gustaría ver terminar Downtow Abbey y que lo que sí le jodería bastante es morirse haciendo caca.
Y nos reímos juntas, porque es lo que nos queda.
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