El año pasado perdí a una amiga porque no fui a su boda.
Bueno, supongo que la he perdido porque no ha vuelto a cogerme el teléfono, ni me ha contestado a ningún whatsapp ni se ha puesto en contacto conmigo. Y supongo que ha sido por lo de la boda porque el día que le dije que no iba a ir fue la última vez que hablé con ella.
Entiendo que se sintiera decepcionada porque no quise compartir un día muy importante en su vida. Y puede que le sentara especialmente mal que no fuera ninguna del grupo de amigas, eso también lo entiendo.
Desde entonces las amigas hemos hablado varias veces de lo que pasó: por qué no fuimos, cómo lo explicó cada una... todo eso. Al parecer, aunque todas entendemos su enfado y/o decepción, en conjunto pensamos que ella también debería entender las razones, todas, y que no debería haber dejado de querernos. En particular, yo he dejado de querer por menos, me parece razonable que no quiera saber nada más de nosotras. Me jode, pero me parece razonable.
El caso es que después de las chorrocientas vueltas que le hemos dado al tema, va y otra amiga del mismo grupo me invita a su boda. Que no le sentará mal si no voy, pero que vaya. Que entendería que no quisiera ir, pero que vaya. Que le gustaría que lo viera como una fiesta divertida, pero que le doy tu teléfono a mi hermana para que te meta en el grupo que organiza la despedida de soltera.
Y yo me cago en tó lo que se menea.
Sabe que le quiero, que le deseo que sea muy feliz, que lo pase muy bien y que salga todo muy bien pero no quiero ir a la boda y, desde luego, no quiero saber nada de la despedida de soltera, Y va a obligarme a decírselo.
Voy a tener que decir, una vez más, que entiendo que uno monta un bodorrio para compartirlo con amigos y seres queridos, que si estos no van, pues no es bodorrio y vaya mierda. Pero no quiero ir. Entre otras cosas porque, a pesar de lo comprensiva que soy, no entiendo que alguien quiera montar un bodorrio así, en general.
Deseadme suerte.