domingo, 10 de octubre de 2010

El Americano

Amig@s ¿qué podemos decir de El americano?

Pues que El americano es una película colorista: blanco nieve, gris piedra, verde árbol, azul Fiat, beige piedra, rojo burdel, amarillo farola, marrón piedra, negro traje de Armani... Y, a pesar de ser tan colorista, todo tiene un aspecto casposo y railitoide sorprendente. Es un nuevo concepto de película. Que sí, hombre, que sí.

Es una peli de grandes personajes, a saber:
- Sale George Clooney, muy intenso, muy del Actor's Studio, como con estreñimiento todo el rato, y (ATENCIÓN, SPOILER) al final se disfraza del hermano mayor de Café Quijano.
- Sale un cura italiano, que habla "desde el cura que llevo dentro".
- También sale una puta italiana de ojos azules que trabaja a turnos y no se peina.
- Sale una especie de Daniel Craig senior arrugaíto, arrugaíto.
- Y sale una mujer morena. Bueno, no, rubia. Bueno, no, pelirroja... (ATENCIÓN, SPOILER) que lleva un lápiz de labios ideal todo el rato.

El americano también es una peli de paisajes:
- Sale una carretera. Todo el rato. A la ida. A la vuelta. Por la mañana. Por la noche. Recta. Curva. Desde la derecha. Desde la izquierda. Y no es una road movie. Toda una revolución del género.
- Sale un río. Con árboles, juncos, casquillos de bala, mariposas en peligro de extinción y esas cosas. Y no es una peli costumbrista. Francamente, revolucionaria.
- Salen pueblos de montaña. De cerca. De lejos. De muy cerca. De muy lejos. Por la mañana. Por la tarde. Por la noche. Con lluvia. Mojados. Todo el rato están en pueblos. Y no es "Un país en la mochila". Ya digo, puritita revolución cinematográfica.

Gracias a El americano tenemos varios grandes momentos que no pasaran a la historia del cine (ATENCIÓN, SPOILERS):
- Cuando George se pone vizco al despertarse.
- Cuando George se va a dormir.
- Cuando George no se resbala cuando persigue descalzo a un sueco por el suelo empedrado mojado.
- Cuando George piensa. Piensa bastante.
- Cuando pasa algo en el minuto 110, o así.

Podría decir alguna cosa más de El americano pero me lo reservo para cuando tenga una cerveza delante. Y si está Sil, mejor.

Como la banda sonora de El americano es absolutamente insufrible, les dejo con el único e incomparable Renato Carosone, por si a alguien se le ocurre Fare l'americano, que lo haga con un poco de fundamento.



miércoles, 8 de septiembre de 2010

Por partes

Una vez conocí a un hombre que me decía que le gustaba. Y otra vez conocí a otro hombre que se divertía conmigo. Y una noche de excesos conocí a un hombre que me dijo que le ponía muy cachondo. Y un día conocí a un hombre que me eligió a mí. Y otro día ese hombre conoció a otra y la eligió a ella. Y una noche con luna conocí a un hombre que se permitió llorar conmigo. Y una vez conocí a un hombre que quiso besarme y retiré la mejilla. Y un día de playa conocí a un hombre con quien tenía algunas cosas en común. Y otra vez conocí a un hombre que quería volver a verme. Y un día conocí un hombre que pensaba que tenía una conversación interesante. Y otro día conocí a un hombre que quiso quedarse a desayunar. Y otra vez conocí a un hombre que tocó su guitarra para que yo cantara. Y una noche de chicas conocí a un hombre que me mintió y me dijo que me quería. Y un día conocí a un hombre que se emborrachó antes que yo y lo llevé al huerto. Y otro día conocí a un hombre que se emborrachó después que yo y me llevó al huerto. 

¡Oh!

Espero ser algún día una mujer entera para alguien.

martes, 10 de agosto de 2010

Origen

Origen es una película muy protagonizada por Leonardo di Caprio (Leo para los amigos) con patas de gallo en la que salen también otras personas famosas que sí me gustan bastante. Leonardo (yo... no es que sea íntima, vaya) es este chico que salió unos capítulos en Los problemas crecen y nadie se acordaba de él y luego salió en Titanic y ya no hubo manera de quitárnoslo de encima. Claro, hacer sombra a Mike Seaver es una cosa y salir con Kate Caradesepiaremojada Winslet, otra, dónde va a parar, ahí lo tenía fácil.

El caso es que, como no sabía absolutamente nada de la peli (pero nadanada) al principio me he puesto bastante contenta porque también sale Michael Caine. Oh. Y han ido apareciendo Tom Berenger, Pete Postlehwhite, Marion Cotillard y Lukas Haas. Que sale esta gente y dices "hala, qué reparto de secundarios de lujo ¿no?" o puede que también digas "pues vaya parking de segundones olvidaos".

Esto no es lo que piensa una de Michael Caine... ¿qué puedo decir de Michael Caine? Un señor, mayor ya, pero un señor. Me gusta tanto que he visto La huella cienes de veces porque sólo salen él y Lawrence Olivier. Qué señor... me encanta su papel de Wilbur Larch. Y todos sus papeles. Pero, para sus fanes igual no es suficiente su interpretación en Origen (ATENCIÓN: SPOILER): sale como un par de minutos en total. Mi gozo en un pozo.

Tom Berenger también está mayor, pero menos mejor que Michael. Qué mal ha envejecido este hombre ¿no? Este señor es de estos actores que suenan porque les vemos en pelis de guerra en Nicaragua o Vietnam los sábado por la tarde en Telecinco pero, si me paro a pensar, no recuerdo ninguna peli así chula que haya visto suya, aparte de Platoon, claro.

Pete Postlehwhite es el padre de En el nombre del ídem y uno de los Sospechosos habituales. Es un señor con cara rara de ver que ha hecho pelis muy guays pero ¿a que nadie se queda con su nombre? Debe ser jodido, esto. Me imagino a su agente intentando colocarle en una peli y deletreando su nombre una y otra vez, pobre. Con hache intercalada, sí, noooo, entre la e y la uve doble... la primera e... la de después de la ele...

Marion Cotillard es una de las chicas de la peli. Hubiera hecho mejor haciendo la segunda parte de La vie en Rose. Aunque se hubiera muerto ya Edith Piaf. Además, su doblaje es terrible. Le ponen un medio acento francés que da una grima... Menos mal (ATENCIÓN: SPOILER) que no habla casi. De la otra chica no hay mucho que decir. Es bajita y morena.

Y luego está Lukas Haas, este chiquito orejón que mató a los marcianos de Mars Attack para enrollarse con la reina Amidala y que era amish en Único Testigo. Me hace gracia este chico desde que ví Mars Attack porque es tan mal actor que nunca he entendido cómo ha podido hacer ni una peli. Pues nada, este (ATENCIÓN SPOILER) sale como unos cinco minutos pero no habla casi, lleva el pelo grasiento por detrás de los pabellones de la Expo y, además, le gusta el poliéster.

¿Y la peli?

Bueeeeeno... la música es un espanto, molesta todo el rato. Y a ratos parece Érase una vez... la vida sin señor de barba blanca: leucocitos contra amenazas externas. Y no he entendido nada. Ahora, eso sí, los efectos especiales son im-pre-sio-nan-tes. Hay muchos y muy buenos. Pero muchos, una barbaridad. Dos horas de efectos.

Tooootal, que lo mejor de la peli es que he visto a Sil un ratito, que casi no me ha reñido ni nada porque casi no me muevo en el cine.

Hay otros post dedicados a Origen con más criterio y mucho mejores que este, pueden leerlos en Xino-Xano y en el Blog del Ciervo Ermitaño o buscar en Gúguel, allá ustedes.

domingo, 18 de julio de 2010

La mujer de hielo

Hay personas que tienen la suerte de tener inteligencia emocional.

La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará mayores posibilidades de desarrollo personal (esto es de aquí).

Yo no tengo de eso. Nada. Rien. Niente. Anything. Nichts.

Pienso muchas veces en cuánto deben facilitar el día a día todas estas cosas pero no me salen. Especialmente cuando tiene que ver con sentimientos. Y, sobre todo, cuando los sentimientos de los demás van instalándose en mi espacio y chocan con los míos. Al principio me dejo, soy fácil. Tiendo a pensar que es una cuestión coyuntural, que no va a ser así para siempre, que ya reculará. Hasta que me doy cuenta de que no, de que no reculará porque estar en mi espacio es muy cómodo: la otra persona va obteniendo lo que quiere y yo me dejo. Claro, es que soy buena. Comprensiva. Generosa. Qué guay soy ¿no?

No.

Un día me doy cuenta de que el espacio que me queda para mí es demasiado pequeño y me estoy ahogando. Entonces, en lugar de decirlo, de pedir tranquilamente lo que me corresponde, me convierto en una bestia desquiciada y no me importa arrollar lo que tengo delante para defenderme. Sin avisar. Sin piedad. Sin remisión. Sin concesiones. Sin negociación. Sin importarme las consecuencias. Una vez pongo en marcha la apisonadora, sigo hasta el final.

Y eso es lo que estoy haciendo ahora. Soy de hielo. He arrollado, inmisericorde, a una persona que tengo (tenía) muy cerca, en el trabajo y en la vida. De repente, un día me di cuenta de que había ido ganándome terreno, cada día un poquito. Yo iba cediendo espacio así, como quien no quiere la cosa, porque pensaba que ella lo necesitaba, y ella se lo iba cogiendo. Intenté recuperar un poco pero... nanay, ya era suyo. Y me sentí engañada, utilizada, vencida en mi propio espacio. Y me revolví.

Si hubiera tenido una poquita de inteligencia emocional habría hablado con ella, y habría tenido en cuenta (más) sus sentimientos y motivaciones. Debería haber tenido un poco más (más) de empatía. Quizás hubiéramos podido solucionar algo sin necesidad de helarnos hasta el tuétano.

Pero temí que me ganara de nuevo, porque normalmente puede conmigo, me desarma con su sonrisa y su voz. Le quería y no soportaba verla llorar. Y llora mucho. Así que me parapeté tras una armadura de esas de hielo que venden en el cortinglés a prueba de lágrimas, grité para mí Milites, ad aequum y arrasé con todo, para recuperar lo mío. No me han importado sus lágrimas, sus miradas de desconcierto, su decepción ni su dolor. Me he convertido en la mujer de hielo. "Nunca hubiera imaginado que pudieras ser así", me dijo sorprendida. Yo me callé, claro, yo sí lo sabía.

Puse la apisonadora en marcha sin ser realmente consciente de lo que iba a venir después y cuando ya había empezado no supe cómo parar así que seguí adelante, segura de que las consecuencias iban a ser terribles. Porque todos nuestros actos tienen consecuencias. Y con un comportamiento así, sobre todo si se produce en un entorno laboral, suelen ser muy chungas. Normalmente las mujeres de hielo son castigadas a morir en la hoguera. Se lo merecen: desequilibran al personal, crean mal rollo, dificultan la comunicación, aumenta la desconfianza...

Y, sin embargo... ´por el momento he recuperado mi espacio, me siento más fuerte y menos dispuesta a ceder de nuevo y, sobre todo, estoy tranquila. De vez en cuando me asalta una duda fugaz y pienso que, antes o después, todo se volverá contra mí, así es el karma. Pero, curiosamente, tener una espada de Damocles pendiendo sobre mi garganta no está amargando mi existencia, ni mucho menos. Casi que Damocles y su espada me dan igual.

¿Qué estoy aprendiendo de esta experiencia? Que ser una mujer de hielo duele menos.

Chungo ¿no?

sábado, 17 de julio de 2010

El mejor post de inauguración de la historia

Hace unos meses me dio por pensar qué haría si algún día me daba por chapar el Diario y empezar un nuevo blog. Pensaba en lo que haría y en lo que no haría. Fantaseaba con la idea de escribir el mejor post de inauguración que nadie hubiera escrito nunca en un blog. El mejor.

Y va y se da la circunstancia: empiezo un nuevo blog. Y ya tengo claro que este no va a ser el mejor post de inauguración bloguera de la historia. Ni mucho menos.

Para empezar, ni siquiera he encontrado un nombre medio decente. Acepto sugerencias, por supuesto. Pueden seguir haciendo sus aportaciones en cualquier momento en la pestaña ¿Qué nombre le pondrías a este blog?.

Vaya mierda de inauguración. Ni siquiera he celebrado una fiesta con las personas que leen habitualmente lo que escribo, ni unas risas, ni unos bailes. Nada.

Me hubiera gustado montar un pifostio de estos a lo grande, como los subvencionados por el gobierno valenciano, con globos, animadoras, ginestonics, birritas, equilibristas, papas, camareros y gogos a cascoporro. Me hubiera gustado algo así, algo desmedido, divertido y colorista:



Pero, por el momento, sólo puedo invitarles a seguir viniendo cuando quieran. Están ustedes en su casa. Pónganse cómodos.