Las ramas de los árboles golpean suavemente el cristal de la ventana.
Es un sonido arrítmico: el viento no sigue partituras.
De vez en cuando las ramas se mueven un poco más fuerte y el TOC TOC me sobresalta. A veces se acompasa cuando Jack recorre las habitaciones del Overlock; otras, acompaña a Danny en su triciclo; otras va por libre.
Además de sonidos el viento crea una atmósfera inquietante sin querer: hace tiempo que el Ayuntamiento debería haber recortado las ramas que ya llegan a tapar la luz de la farola (a veces).
La luz va y viene, tan inesperada como el TOC TOC en la ventana y me está desconcentrando pero no me atrevo a levantarme a cerrar la persiana. Eso significaría salir del amparo de la lamparita de noche, atravesar La Zona Oscura y despertar a los monstruos de debajo de la cama...
En ese justo momento Jack Torrance acaba de encontrar unas gafas de visión nocturna y planea dar una vuelta de reconocimiento y
TAC
Jack, espera, que tengo un issue aquí.
¿QUÉ COÑO HA SIDO ESO?
Es un sonido nuevo, que ha venido de otra dirección.
TAC
Parece que viene de la cocina. En la cocina no hay árboles. En la cocina no hay nada que pueda hacer ruido per se. En la cocina no
TAC
De repente, la cama y la lamparita de noche se han convertido en el único lugar seguro en el mundo, y me entra una angustia así como de vamos a morir todos desmembrados inmediatamente y nuestros restos serán repartidos por toda la ciudad. Pero ahora que estoy en alerta me doy cuenta de que tengo que hacer pis.
No quiero ir, tengo miedo. Es un miedo irracional, instintivo, salvaje, paralizante. Mucho miedo.
Me riño un poco, sólo estoy sugestionada por el libro. Tengo que ir a hacer pis. Pero no puedo.
Que el pasillo de casa de mis padres tenga puertas a los lados y la luz de la calle se mueva y llegue tamizada (a veces) por las ramas de los árboles no está ayudando nada a que me tranquilice. Y TENGO QUE IR A HACER PIS.
Dejo a Jack frente a una de las puertas cerradas, esperando mi vuelta con las gafas de visión nocturna puestas y, de repente, veo en la oscuridad, todo verde. No es que mis ojos se hayan acostumbrado a la oscuridad, qué va, es que soy Jack. Afortunadamente, aún no sé qué voy a encontrar en las habitaciones del Overlock.
TOC TOC
TAC
TOC TOC
TAC
TAC
Mi primer impulso es encender todas las luces en mi camino al baño pero, ¿para qué? Veo en la oscuridad y los monstruos no parecen haberse despertado.
Consigo ir y volver sana y salva y, en un ataque de valentía inesperado, tentando a la muerte, aprovecho para bajar la persiana, cerrar la puerta y taparme hasta las cejas.
De vuelta en la cama, satisfecha con la fortaleza inexpugnable que he construido, devuelvo la visión nocturna a Jack hasta que se hace de día.
Y así es cómo leí El Resplandor un mes de septiembre de 1997 y caí en la trampa mortal de tito Stephen.