jueves, 9 de febrero de 2023

Menosmal

Hace unos meses apareció este mensaje en mi móvil:


El corazón se me puso a mil y un pensamiento se quedó rebotando en mi cabeza como una bola de pinball: Menosmal. Menos mal que no se ha ido del todo, menos mal que sigo teniendo línea directa. Menosmal.

Este pensamiento salió disparado, incontrolable, a velocidad ultrasónica. Hubiera caído en el olvido si no se hubiera topado con la Esquina de la tristeza, un espacio trampa porque todo lo que cae ahí se queda durante días, en un pinypón sin fin descontrolable entre el Techodemenómetro y el Necesitorio de vuelta.

En aquel momento su impacto fue devastador: pasé días, semanas, igual, llorando a moco tendido cada vez que lo veía. Y lo veía a menudo, porque, yo qué sé, otras personas mandan mensajes por Telegram y tenía que abrirlo de vez en cuando. Cada una de esas veces se activaba la alarma del Menosmal y, entre sollozo y sollozo, sólo podía pensar en lo muchísimo que me gustaría hablar con mi madre, y en lo mucho que la necesito todavía.

Racionalmente soy consciente de que mi madre ya no está ahí, que es porque le han dado ese número a otra persona, que ese mensaje no es más que una muestra de que la vida sigue. Así que cualquiera diría que hay una solución facilísima para evitar toda esta mierda: borra el contacto. Muerto el perro, se acabo la rabia (guiño, guiño, codazo, guiño).

Pues no puedo. Es como borrar fotos suyas del móvil. No puedo. No quiero.

Y así seguimos.

Contra todo pronóstico, y a pesar de tanto ir y venir por los rincones de mi cabeza, después de todos estos meses el Menosmal sigue rebotando cada vez que lo veo.

Hasta hace unos días, que tuve que reinstalar Whastapp en el móvil y me encontré con esto:

Ahora es más real que otra persona usa su móvil. Es una foto familiar, como de un padre con su hija pequeña.

A veces la miro y pienso cómo será su vida, dónde viven, qué pensarían si supieran que ver su foto me enfada muchísimo porque me siento traicionada, como si me hubieran quitado algo que era mío. Que se vayan, qué hace ahí esa foto. ¡Usurpadores!

Luego se me pasa y deseo que esa niña tenga la suerte de tener una madre como la mía.

Y dejo el Menosmal rebotando en mi cabeza el tiempo que le haga falta, con la inquietante sensación de que el día que se cuele por el agujero habré perdido la partida.


4 comentarios:

  1. Tiene que ser durísimo. Te envío un abrazo fuerte, y espero que algo te reconforte.

    ResponderEliminar
  2. Entiendo perfectamente ese sentimiento, yo tampoco podría borrar su número. Te mando el abrazo mas grande del mundo, por si ayuda aunque sea un poco.

    Speedy

    ResponderEliminar
  3. Esto que cuentas me pasó con un hombre al que quise muchísimo y se fue de repente en 2015 y uf, qué sensación de extrañeza cuando ya no veo su foto en el contacto. Qué desasosiego y qué tristeza que lo arrasa todo. Te mando un abrazo fortísimo, cariño

    ResponderEliminar