- Mami, voy a echarte de menos cada segundo y te quiero más que a nada pero, si estás viéndome, no te manifiestes, que me cago viva.
Hace exactamente un año a estas horas estaba diciendo esto en voz alta mientras hacía la cama, como si fuera un último homenaje a la mujer que decía que no hacer la cama debería tener multa.
Recuerdo que pensé que era una tontería, que ella ya no iba a ver que no tenía la cama hecha nunca más, mientras estiraba sábanas y edredones. Recuerdo que me senté en la cama cuando acabé y estuve llorando mucho rato. No sé cuánto, pero sé que fue mucho. Más que hoy, creo.
Me entró frío allí sentada: sólo llevaba una camisa y una chaqueta de punto. Y recordé una de las últimas cosas que me había dicho sólo unas horas antes.
- Nena, vas muy fresca. Aun con los ojos cerrados y la conciencia endeble por la morfina, mi madre sabía que tenía frío.
- Ya, pero es que en el hospital hace mucho calor, mami.
- Ponte el chal, anda, que luego te constipas en seguida, dijo, con esa sonrisa como picarona que tenía siempre puesta.
Y volvió a caer en el sopor.
No le dije que esa mañana, cuando me vestía sabiendo que iba a ver morir a mi madre, no me importaba el frío, y me puse la chaqueta que sabía que le gustaba, esa que le sacaba una mueca de aprobación, porque decía que me daba luz a la cara y me sentaba tan bien.
Y ya no he vuelto a ponerme aquella chaqueta.
El año del pensamiento mágico. Un abrazo.
ResponderEliminarQué bonito. Te mando un abrazo gigante, por si ayuda en algo.
ResponderEliminarAbrazo enorme.
ResponderEliminarY seguirás haciendo la cama como si ella lo estuviera viendo... un abrazo.
ResponderEliminarQué difícil es ver partir a nuestros seres queridos! Ayer hizo 4 años que murió mi padre por culpa de un maldito cáncer y la herida sigue abierta en mi corazón. Un abrazo grande.
ResponderEliminar