jueves, 14 de marzo de 2019

Las plantas de mi madre

Mi madre me ha regalado una planta.

Otra.

Un día se encontró un tallo de algo en el ascensor y en lugar de tirarlo lo dejó encima de una maceta, a ver qué pasaba.

Y ha pasado que ha crecido una planta, algo parecido a una begonia.

- ¿La quieres?
- Claro, me la llevo.
- Mira que esta tiene pinta de no necesitar mucha agua, y tú las riegas mucho y por eso se te mueren y luego te da el disgusto.
- Que no, que la riego bien.

A cambio, le he llevado unas semillas que me llevé hace unos días de casa de una amiga. Seguro que ella consigue que brote una planta estupenda. Tiene como una especie de magia en las manos: revive cualquier trozo de vegetal que cae en sus manos.

Mientras la veía trajinar en el balcón, revisando el mini vergel que se ha montado, pienso en lo paradójico que me parece que ella se esté apagando casi a la misma velocidad con la que crecen sus plantas.

Y me pregunto si seré capaz de seguir cuidando de ellas cuando ya no esté.




5 comentarios:

  1. ¡Vaya! no pienses en cómo será cuando ella no esté... mejor piensa en cómo disfrutar con ella ahora que esta!

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  2. Qué pena... aunque sea ley de vida, que es lo que siempre se dice, es inevitable sentirse desamparado.

    Mucho ánimo!!!

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  3. Este tipo de pensamientos hacia nuestras madres, o nuestros mayores, creo que son inevitables a cierta edad (la nuestra).
    Yo, por lo menos, cuanto más años cumplo más a menudo me vienen este tipo de pensamientos a la cabeza.

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