martes, 18 de diciembre de 2018

Primera persona del plural

Querida persona que me escribes:

He leído este hilo de @hacheFilardi y como viene al pelo para las celebrasiones del #cumpleblog creo que tienes que hacer algo así. O, mira, deja, ya lo hago yo.

Hace 10 años que nos encontramos y nunca te he dicho que estoy orgullosa de ti, de la persona que eres, y de la persona que vas a ser. Vas por el buen camino, que se te nota en la piel una barbaridad. 

Eres divertida, independiente, simpática, inteligente, con carácter, curiosa, tranquila, trabajadora, responsable, amable, práctica, empática, analítica, cariñosa a veces, solitaria, con autocontrol, amiga de sus amigos y saludadora, siempre.

¡Se te puede llevar a cualquier sitio, nena!

Durante estos diez años hemos pasado juntas por la pena de varios duelos mortuorios y de los otros, por la inquietud de varios cambios de trabajo, por el estrés de varias mudanzas, por el desgarro de separaciones y pérdidas, por alguna que otra convalecencia, y por resacas, cambios, dietas, lóquers, tintes. constipados, conciertos, ansiedades, cortes, enamoramientos, viajes, vacaciones, decepciones, horas extras, #cosas, desengaños amorosos, soledades, trastornos, películas, gafas, medicaciones, multitudes, citas, amigos, comidas, manifestaciones, gordicidades... Y por muchas siestas.

Y aquí estamos: tranquilas, razonablemente felices, casi satisfechas. Te ha costado mucho, pero lo has conseguido.

Mira hacia atrás un momento, querida persona que me escribes.

¿Te acuerdas de cuánto has llorado por el amor no correspondido? ¿Ves como no pasa nada? ¿Ves como eres menos infeliz? ¿Ves como se puede vivir sin él la mar de bien? La vida sigue. Pero de verdad: si no estás muerta, estás viva. 

Y, espera, ¿lo de estar gorda? ¿Cuánta energía, lágrimas, angustia, dolor, ansiedad, antidepresivos…? ¿No estás mejor ahora, que estás gorda igual, pero no es lo mismo? 

¿Y lo del trabajo, lo refatal que lo has pasado, lo incapaz, estúpida y miserable que te sentías? ¿Te acuerdas de cuando lo último que hacías antes de salir de casa era secarte las lágrimas porque tenías que ir a trabajar? Mírate ahora y sonríe. Nada de lágrimas. No, espera, ríe a carcajadas. Y, ya que estás, haz un cortecito de mangas de vez en cuando.

Aprecia lo que has conseguido, porque has conseguido mucho.

Has aprendido a decir que no y a apartarte de lo que no quieres y te hace infeliz. A veces ha sido… en fin… pero ya sabes que vale la pena. Quitar la mierda siempre vale la pena.

Has aprendido a estar cómoda en el nuevo blog porque ya no te sientes tan identificada con el título del anterior, ya no estás triste. La tristeza volverá en algún momento, pero también sabes que será distinta y ya no le tienes miedo.

Hablando de miedo, se te ha quitao. No tengo ni idea de cómo lo hemos hecho, pero se te ha quitao el miedo a estar viva. Ya veremos cómo solucionamos el terror a mezclar dos champuses diferentes en el mismo bote, pero del de estar viva ya te has curado. Y ambas sabemos que todo va mucho mejor.

También has aprendido a que te resbalen muchas cosas. A algunos les parecerá que el pasotismo es fuerte en ti. Ahí, nada que decir, tendrán razón y no pasa nada. Pero tus prioridades están más claras que nunca y eso es lo importante.

Ya te digo, estoy orgullosa de ti. Mucho.

Porque, sobre todo, estás aprendiendo a quererte. Sin dramas ni mierdas espirituales, con esa lógica aplastante que te esfuerzas por poner por encima de todo: eres tú la que vive ahí dentro y la única con la que puedes contar sin reservas hasta que la palmes. Nadie puede quererte más que tú. Nadie debe quererte más que tú.

Bueno, sí, yo, yo te quiero tanto como te quieres tú.

2 comentarios:

  1. Y yo te quiero un poco menos pero un montón también. Y estoy super orgullosa de las dos, pero sobre todo de ti, que escribes.

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    1. Yo también te quiero, Rizosa. Ojalá estar más cerca y vernos un poquito más.
      Gordi+La que escribe :)

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