miércoles, 22 de agosto de 2018

5 consejos para que no te pille tu pareja en las redes de ligar

1. Si tienes pareja y no quieres que se entere de que estás espolvoreándote por ahí, no tengas aplicaciones para ligar en el móvil o en la tablet. Punto.

2. Si eres tan gilipollas kamikaze como para tener aplicaciones para ligar en el móvil, o ligas por Twitter, Facebook o whatever, asegúrate de desactivar las notificaciones. No es una cuestión de confianza en tu pareja, que no digo que te espíe, no hace falta. Puede que un día te dejes el móvil en la encimera de la cocina y, de repente, aparezca un mensaje o una foto comprometidos y lo vea tu pareja, que estaba ahí tranquilamente haciéndose el colacao y mira instintivamente la pantalla iluminada y luego se caga en tos tus muertos y divorcio y su puta madre.

"Ve hacia la luz, Carol Anne..."
3. Si tienes pareja y no quieres que se entere de tus aventuras no cuentes tu vida y milagros, tu historial laboral, sobre tus amistades... a personas a las que acabas de conocer y con las que quieres refocilarte: el mundo es muy pequeño. No es que tengas que aparecer con burka, que igual es contraproducente pero, vaya, si estás de incógnito, no hace falta.

Por ejemplo, a poco que te vayas de la boca en Valencia, siempre hay alguna persona de enlace que puede delatarte, incluso sin querer. Nunca se sabe de quién es amigo/a, a quién conoce o si te puede joder la vida, que las palabras vuelan. 

 Además... ya sabes lo de los seis grados de separación. 
Kevin, siempre eres bienvenido.

4. Ya lo he dicho antes, pero lo repito: las aplicaciones en el móvil son caca si no quieres que te descubran. No me preguntes cómo, porque no sabría explicarlo, pero la información se cruza y se relaciona de una manera mágica ahí dentro de tu móvil y acaba chivándose de todo.

Por ejemplo, puedes vincular tu perfil de Instagram a Tinder y sospecho que, aunque se desvincule, algo de esa conexión se queda en el móvil y luego Instagram te recomienda cosas. De personas de Tinder. 

Sí, yo también me asusté.

Además, hay mucha psicopatía suelta con mucho rencor y/o mucho tiempo libre que se está especializando en stalkear; verdaderos profesionales de relacionar comentarios, perfiles, fotos y cosas, que acaban descubriéndolo todo sobre ti, partiendo en un par de datitos claves. A poca mala leche que tengan pueden joderte la vida.

5. Quiero pensar que si no quieres que te pillen engañando a tu pareja no pones foto propia en las redes de ligar. Ni de espaldas, ni con claroscuros ni pollas. Fotos tuyas= CACA.

Sí, ya sé, si eres un hombre vas a ligar menos que el Risitas y si eres mujer... bueno, todos pensarán que estás gorda, pero te acosarán igual. 

En fin, a lo que iba. No pones fotos tuyas, OKEI, muy bien, pero, POR EL AMOR DE DIOS, no pongas fotos de cosas que puedan identificarte, como tu moto, cosas de tu casa, a tus amigos O A TUS PUTOS ANIMALES DE COMPAÑÍA, IMBÉCIL.

Las abejas no cuentas. Son indistinguibles.

Vale, tener tantas restricciones dificulta lo de encontrar a alguien con quien follar sin que te pillen pero nadie dijo que engañar a la pareja impunemente fuera fácil.


jueves, 9 de agosto de 2018

El enemigo en casa

Hay muchas cosas que nos hacen ser como somos, con nuestros miedos, complejos, defectos, virtudes, bloqueos...

Aunque soy consciente de que la personalidad, el carácter o cómo queremos llamarlo, se forja en la infancia, y con la familia como modelo, durante mucho tiempo me he resistido a pensar que mis padres eran culpables de cómo soy.

Pensaba, ingenuamente, que a mi edad ya había tenido tiempo suficiente para ser mejor y haber superado muchas cosas y que, si no lo había hecho, que ya te digo yo que no, era culpa mía. Que no había sido suficientemente madura, o fuerte, o inteligente, o lo que sea, para sobreponerme a la educación que había tenido, y que mis taritas son responsabilidad mía.

He cambiado de opinión, al menos parcialmente. 

Me jode mucho reconocerlo, porque no me gusta pensar que voy escampando mierda y eludiendo responsabilidades, pero he cambiado de opinión.

Porque miro atrás y me doy cuenta de que me he esforzado mucho por aceptar, superar, mejorar y todas esas mierdas y, a medida que iba dando pasitos, me he encontrado con el enemigo en casa. Y pasa hoy, todavía.

Quiero pensar que mis padres lo hacen con su mejor intención, que piensan realmente que hacen y me dicen lo que creen que es mejor para mí o cómo quiera que lo vean, sin darse cuenta de que juzgarme y cuestionarme continuamente no ayuda en nada a que yo me sienta mejor, simplemente, creo que ellos piensan que hacen lo que tienen que hacer.

Con el paso de los años se me ha hecho un poco de callo, claro, y su opinión ya no me afecta de la manera dramática y apocalíptica que sufrí en la adolescencia. Pero, a veces, el callo no es suficiente.

Recuérdame que lo próximo que me tengo que poner a trabajar con una lóquer es que me la sude el coño la opinión de los progenitores que me dieron el ser. Y que lo del parricidio, caca.