Las dos cruces en los nudillos, por hacer el tonto en una atracción de Expojove.
El arco sin cuerda del antecodo, jugando al escondite en una rosaleda.
La sombra de una quemadura en la pantorrilla, de la primera vez que monté en moto.
La Nuestra Señora del Carmen, por los taitantos puntos en el abdomen.
La suturita de 6 puntos que me hizo contorsionista en la pandemia.
El micromapa de Australia que me dejó la varicela en la frente.
La loncha de fuet baratito de las vacunas de pequeña en el hombro.
Las marcas en las rodillas de la cama nido.
La de los tres puntos en el dedo gordo del pie por dar una patada a una botella de champán en una despedida de soltera en Hot.
Ninguna me ha dolido tanto como la cicatriz que se me va a quedar en el alma por otro verano sin vacaciones.
Los veranos sin vacaciones son durerrimos, pero se soportan mejor pensando que cuando nos toque la lotería viviremos unas vacaciones permanentes en El Caribe bebiendo cocolocos y piñas coladas en nuestra tumbona. Ánimo!!
ResponderEliminarSpeedy
Ay. Muaks
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