Una cosa que he aprendido con esto del #proyectohuevos es que para crear un hábito necesito pegarlo a otro hábito. No sé crear uno de la nada. No sé empezar un día una cosa y hacerla todos los días porque sí, entre nada y nada, no. Tiene que estar pegado a algo.
Y las vacaciones son el peor momento para crear hábitos, amiguis, porque, por definición, no hay rutinas. Ni prisas. Al menos yo no las tengo.
No tengo rutina de dormir, que es casi lo más importante en mi vida.
Igual me levanto a las doce porque anoche me acosté a las tantas por charlar en la terraza con los colegas que tengo que levantarme a las no sé qué porque soy tan imbécil que cogí la primera hora en el médico.
Tampoco tengo rutina para comer, que también es casi lo más importante en mi vida.
Que igual como seis veces al día porque ando por ahí celebrando cosas que se me olvida comer y merendar porque estoy en la playapiscina, que es más divertido.
Lo mejor de todo es que tengo la sensación de que mi vida rutinaria, tranquila, confortable y segura ha pasado a mejor vida, y a ver cómo me las apaño para retomar algo con criterio en septiembre.
O en enero.
Pues no sé. Eso cada cual.
ResponderEliminarA mí me pasa que como empiece a pegar un hábito a otro ya no tengo una vida. Tengo un guión.
Y no me apetece tener un guión a estas alturas.
Pues lo mismo es rutina lo de no tener rutina. Si me entero, te lo digo.
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