jueves, 6 de julio de 2017

Día 2: Violencia en silencio

Hoy había unas personas manifestándose en la plaza del Ayuntamiento contra la violencia de género.

Yo iba con una amiga que está haciendo terapia con un grupo de mujeres maltratadas. 

Y se me han llenado los ojos de lágrimas. 

Yo sabía que su ex es un gilipollas antes que ella, incluso. Sabía que es un tipo altivo, soberbio, cuñao por los cuatro costados, desde la primera vez que comimos juntos para conocernos y, tras pedir una hamburguesa con guacamole, me dijo que no me lo tomara a mal pero ahora entendía por qué estaba tan gorda.

Yo supe que era un imbécil insoportable que no le tenía el menor respeto ni miramiento desde el primer momento. Y se lo dije. Le dije que le mandara a la mierda, porque era un gilipollas que sólo iba a traerle problemas.

Para lo único que sirvió fue para que no habláramos de él, que no me contara nada, que sufriera en silencio. Y lo mismo pasó con el resto de sus amigos, que también vieron desde el primer suspiro que él era una garrapata apestosa que sólo iba a causarle dolor.

Y así estuvo, la pobre, callada. Aguantando. Se quedó embarazada. A propósito. Y siguió aguantando. Aguantó de todo. Hasta que él se fue. Y entonces nos enteramos de lo que había estado pasando.

Desde entonces me pregunto qué podría haber hecho, por qué no me di cuenta, cómo ha sido capaz de aguantar todo eso en solitario una mujer inteligente, independiente, culta con un entorno sensible y preocupado por ella. ¿Cómo fue capaz de ocultarlo? ¿Por qué le protegía? ¿Por qué no saltó al primer bofetón? ¿Qué pasaba por su cabeza?

Mientras mirábamos en silencio a esas mujeres que se manifestaban contra la violencia de género nos hemos abrazado y le he dicho que lo siento, que lo siento todo, que me hubiera gustado poder hacer algo para que no hubiera tenido que pasar por todo eso, que la quiero y que no se calle nunca nada más.

Y entonces le hemos deseado al gilipollas la muerte entre terribles dolores.

Karma, trabaja un poco, coño.

4 comentarios:

  1. Se me ha puesto un nudo en la garganta. Uno de los grandes.
    También me acuerdo ahora de una amiga que ha vivido una tragedia como esta de forma silenciosa, que no ha dejado (no sé si porque no ha querido o por qué otro motivo) que los amigos cercanos pudiéramos intervenir de algún modo. Que se ha ido bebiendo ese trago amargo y terrible procurando que los demás no sospecháramos nada.
    Alguna vez alguna veta de aflicción, pero bien disimulada. "Estoy teniendo un mal día", "El trabajo esto", "Mi familia aquello"... Lo normal por lo que pasaría cada uno.
    Y un día se descubre todo. Y qué mierda. Por todo.

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    1. Nunca conseguiré entenderlo. Y ni siquiera soy capaz de ponerme, ni de lejos, en su lugar.
      Sí, una mierda.

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  2. Para mi también es inexplicable, que personas con apoyos de todo tipo no puedan salir de esas situaciones. La mente, que es poderosa, supongo. Y a veces para mal.

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  3. Es de llorar a gritos de la rabia esto que cuentas

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