jueves, 30 de marzo de 2017

Cosas que nunca vas a saber

Querido escritor:

Hace poco que nos conocemos. No, espera, no nos conocemos. Hemos hablado y chateado, nos hemos reído, compartimos tonterías, gustos e intereses, pero no nos conocemos. 

No sé nada de tus rutinas, por qué te has roto, qué necesitas para recomponerte o cómo podrías sentirte mejor. No sé casi nada de ti. Y tú tampoco sabes casi nada de mí.

Y es una pena que vayamos a quedarnos sin saberlo.

La vida es así de puta. Tú estás peor de lo que pensabas por algo que no sé, pero puedo intuir, y yo estoy mejor de lo que nunca hubiera podido imaginar, y tú ni siquiera lo sabes. 

Mientras leía tu mensaje pensaba en que era una pena todo, como esas películas en las que los protagonistas caminan bajo la lluvia en direcciones diferentes, cada uno a un lado de la autopista, y no hay forma de cruzar.

Que yo haría el esfuerzo, ojo. Me arriesgaría. Por primera vez en una eternidad, me arriesgaría, porque me gustas y me interesas. Pero no voy a mover un dedo porque parece que tú no estás por correr ningún riesgo, y yo ya no necesito ser salvadora de nadie, ni entenderte para decirte adiós. 

Sin embargo, espero que te recuperes, que te quites la tristeza y salgas de ahí donde estás metido. Me da el pálpito que te lo mereces. 

Es una pena que nos quedemos sin saber nada.


viernes, 24 de marzo de 2017

Cosas pequeñas y tontas

Cosas pequeñas y tontas. Es un gran título para un blog. O para un post. Y si me apuras, para una vida.

Confundimos a veces la vida y las cosas que contar a los que queremos, a nuestros amigos, con las cosas importantes. Con los eventos: bodas, bautizos, comuniones, separaciones, enfermedades, promociones, trabajos nuevos o despidos. 

Y en realidad eso es algo que le contaríamos a cualquiera. Y que cualquiera nos cuenta. Puedo darte esos datos de un montón de personas que no me importan nada. 

Es bonito e importante estar en los grandes momentos. Bodas que no te perderías por nada del mundo, trenes que coges corriendo para estar cerca en un día triste...

Pero es más bonito y más importante estar en las cosas pequeñas y tontas. 

Me interesa la conversación que tiene mi amiga con el chico que le gusta, un facetime de cinco minutos para ver a mis ahijados jugando, me interesan los montones de tuppers que ha preparado una y el diseño de mi cocina que está pensando otra. Me interesan hasta los pintalabios verdes. 

Me gusta el día a día en las relaciones, las tontunas, las cosas sobre las que nunca se escribiría un post porque son una chorrada, porque en la vida, seamos sinceros, nos pasan muchas más chorradas que cosas importantes. 

Y por eso siempre me va a gustar más saber las cosas pequeñas y tontas (aunque si no estoy puntualmente informada de las importantes, mato). Porque son las que tejen tu vida.


Este post es un regalo de mi muy querida y sabísima MG.

lunes, 20 de marzo de 2017

Solos

Cuando un señor me entra en cualquier de las redes sociales de quedar, lo primero que pregunto es si tiene pareja. Algunos contestan que sí, sin problemas. Otros que no, y luego que sí., o que es complicado. 

Muchos se sorprenden por la pregunta, e incluso intentan convencerme de que no es importante, que no va a suponer ningún problema. 

Bueno, no sé, igual no supone ningún problema para ellos, pero tengo la suficiente experiencia en el tema como para saber que para mí acabará siéndolo y que, a veces, para sus parejas también. Que no es que me importen parejas de otros a quienes no conozco, es que siempre, siempre, acaba golpeándome la mierda.

Sin embargo, no son estos los que más me sorprenden. No sé si lo entiendo como toca, pero no me sorprende que personas con pareja busquen líos alternativos para espolvorearse. Novedad, aburrimiento, lujuria pura y dura... que somos humanos, que un espolvoreamiento sorpresivo le mola casi a cualquiera. Hasta puedo llegar a comprender que alguien emparejado se enrede que otra persona y no sepa o no quiera acabar con ninguna de las dos, o que le satisfaga más mantener a las dos.

Los que más me sorprenden son los que acaban reconociendo que están buscando hablar, comunicarse con otras personas, desconectar. Algunos incluso reconocen que no tienen especial interés en quedar, follar o lo que sea, simplemente quieren hablar con otra persona porque se sienten solos. Tócate los cojones, mariloli.

No soy tan ingenua como para pensar que uno no puede sentirse solo cuando está acompañado. Hay millones de razones por las que alguien puede necesitar comunicarse con otra persona y no con su pareja. 

Lo que no consigo entender es por qué, cuando a uno le pasa eso, no llama a un amigo o amiga, o se relaciona con su entorno, se desahoga, desconecta, y se dedica a contar su vida a una desconocida en una red social para ligar. No entiendo que sea un comportamiento estructural.

Porque para llegar a eso, a buscar desconocidas a las que contar tu vida, pasando de tu pareja, hay que dedicar un tiempo. Hay que crear un perfil y seleccionar fotos que, por lo que sea, te llaman la atención. Hay que tener ganas de ignorar a tu pareja, aunque sea un rato, y dedicar ese tiempo a intentar crear cierta complicidad con una desconocida. Hay que querer contar tu vida a una cualquiera para, sospecho, no estar con tu pareja, ni hablar con tus amigos. ¿Cómo es posible que alguien se encuentre tan solo y sólo se le ocurra meterse en una red de ligar?

No lo entiendo.

Hablamos de evolución y, mira, tirando a poco, eh, tirando a poco.


lunes, 13 de marzo de 2017

Que igual...

Igual soy idiota pero me tranquiliza mucho cuando leo algo escrito por otra persona que me ayuda a explicar cómo me siento. Que es curioso que para opinar no me haga falta nadie más, y para explicar cómo me siento sí, pero es lo que hay.

Cuando otra persona escribe lo que yo tengo en la cabeza pero no sé explicar, o igual ni siquiera he identificado hasta que lo leo me siento menos sola, menos loca, menos diferente. Y es fenomenal.

Porque hay otras personas que se sienten así, exactamente como yo, y que han sido capaces de escribirlo tan bien, tan sencillamente, pero tan bien, que hace que me sienta aliviada. Reconfortada. Acompañada. No sé, pon todas las adas que quieras. 

Supongo que eso fue una de las claves del éxito de los blogs o, al menos, fue una de las cosas que hizo que yo me enganchara a los blogs: ahí afuera había personas que hacían que no me sintiera un bicho raro, que también se preguntaban cosas que yo nunca había escuchado en voz alta a mi alrededor, que describían cosas parecidas a las mías, que yo nunca había hablado con nadie. 

Ya no es lo mismo, lo sé. Los blogses personales parecen estar heridos de muerte, y los sentimientos de otras personas queda diluida homeopáticamente entre la maraña de contenidos insulsos y virales, pero la internec es muy grande y aún, de vez en cuando, aparecen cosas de esas escritas por otra persona que me ayudan a entender o a explicar. Y siguen haciendo que me sienta mejor. 

Ahora que lo pienso, no me he planteado si soy la única que se siente así de acompañada con esta tontería, sospecho que porque sé que no, que seguro que hay muchas personas a las que nos pasa. Qué fuerte, ¿no?

Me da igual. Me pone contenta. No estoy loca. No me pasa sólo a mí. No son imaginaciones mías. No soy la única.

No pasa nada, no soy yo y lo estoy haciendo bien.

jueves, 9 de marzo de 2017

Logan, la crítica definitiva


Sinopsis

Logan es una road movie con señores mayores moribundos y una niña no tan moribunda. Mola donde viven al principio, el desierto tiene un color chulo, la banda sonora es muy mejorable u horrible (con la excepción de Johnny Cash) y sobra una hora y pico de metraje.

Que son casi dos horas de presunta peli de superhéroes sin que se vea ni una malla. NI UNA MALLA.


Recomendación

Si no te gustan las pelis de superhéroes, igual te apaña. Si te gustan las pelis de superhéroes igual-casi seguro que no.


lunes, 6 de marzo de 2017

Lo de la mente

Me fascina lo de la mente.

Quicir, me fascina como funciona lo de pensar, cómo somos cada uno, qué nos hace ser como somos, por qué reaccionamos de una manera determinada ante las cosas que nos pasan, por qué decimos las cosas que decimos, por qué hay cosas que nos gustan o nos disgustan instintivamente, por qué... me fascina todo. Porque no entiendo nada.

Y, sobre todo, me alucinan los cambios en nosotros mismos, cómo nos afectan las cosas, por qué respondemos ahora una cosa y luego pensamos que responderíamos otra si pudiéramos volver atrás, por qué ahora hacemos cosas que hace un tiempo no nos las hubiéramos planteado. ¿Qué nos ha pasado en este tiempo que nos ha hecho cambiar? ¿Qué nos han dicho? ¿Qué hemos dicho? ¿Dónde estará el interruptor? 

Yo me irrito a menudo porque, como no entiendo nada, y no he encontrado mi interruptor de cambiar cosas, tengo la sensación de que soy la misma adolescente que recuerdo, que no avanzo, que no evoluciono en la vida, y que nunca dejaré de ser una crieja.

Luego se me pasa un poco, porque pienso en cosas que están pasando, cosas que están cambiando porque yo he querido que cambiaran y me doy cuenta de que igual tengo esa sensación rara porque sigo siendo yo la que está aquí dentro (porque no puedo ser otro, eso ya lo sabemos), no porque no haya cambiado nada. Igual sí he encontrado el interruptor y no me he dado cuenta.

Y me fascina, me fascina ver que a veces no me doy cuenta del cambio porque son muchas cosas, a veces muy sutiles, que van conformando una nueva yo a poquitos, pero que sigo siendo yo. Una yo que hace cosas que no hubiera hecho hace un tiempo, antes de un cambio del que no he sido tan consciente como me gustaría.

¿No es maravilloso seguir sorprendiéndose a una misma?

jueves, 2 de marzo de 2017

El [otro] cuestionario de Proust

Yo iba a hacer algo presuntamente chulo con el cuestionario de Proust, para ver si era verdad que se llegaba a conocer en profundidad a una persona cuando va y recuerdo vagamente que ya lo había hecho.

En estas estaba, con el yo que sé de si lo había hecho o lo había soñao, cuando me paro a pensar en las cosas que hacen que yo piense que conozco bien a alguien. Que, soy consciente, es bastante difícil.

No pienso en su color favorito, ni en su autor más preferido, su héroe admirado o en qué país le gustaría vivir. Son cuestiones menores que se pueden saber de cualquiera pegando la oreja a sus conversaciones en el bus, que me lo ha dicho una amiga. Esas cosas dan más o menos igual.

Para mí lo importante, lo que hace que piense en si conozco o no a alguien, lo que hace que quiera a una persona cerca o en otro hemisferio, es si confío en ella, si pondría la mano en el fuego afirmando que no me haría daño voluntariamente, sólo para joderme la vida.

Porque una se puede equivocar con el pintor favorito, que no pasa nada si guardas el ticket, pero si tienes dudas sobre si alguien sería capaz de dañarte a propósito... la duda es un universo negro entre dos personas que impide conocer ni un poquito al otro. Esa duda es un universo de putadas voladoras, nunca estarás seguro de si alguna te va a dar de lleno, nunca podrás confiar en el otro, nunca sabrás de qué es capaz.

Y es que los universos son muy grandes.