Estos días he aprendido una cosa que, estoy segura, me va a venir bien ya pa siempre: hay personas con las que sólo existe la posibilidad de adaptarse o huir. Da igual lo que digan o cómo lo digan, da igual lo abiertas o disponibles que se muestren, da igual todo. Adáptate o huye.
Y, mira, yo, como estoy en modo super zen que me la suda el coño y no voy a discutir con nadie, me he adaptado. No sé cómo, no sé de dónde ha salido esa plastilinidad rara que me ha poseído pero, sí, amiguis, me he adaptado como una garrapata a un cuello de perro callejero.
Cierto es que al principio me resistí un poco. Mi virguez natural se rebelaba ante el despropósito que tenía delante. Discutí. Pero muy poco, si tenemos en cuenta todo lo que tenía ganas de decir.
Es como si, al ver el muro indestructible que tenía ante mí, recordara de repente todas las veces que me había dado de hostias contra muros parecidos, el sufrimiento, el estrés, el dolor... Es como si recordar otros muro me hubiera quitado las ganas de destruirlo, treparlo o burlar a los vigías.
Simplemente, me he adaptado. Me ha costado menos cambiar que luchar contra otros. Nada de mierdas del tipo mantente fiel a ti misma, qué va. O, bueno, va, si ser fiel a mí misma significa tomar las decisiones que me desgasten menos en cualquier aspecto, vale, seré fiel a mí misma.
Y esta nueva fidelidad a mi mismidad me tiene loca porque no me reconozco, eh, me tiene loca.
Es tan maravilloso todo (el post y tu actitud) que no sé ni qué decir.
ResponderEliminarYo he adoptado como lema "con la gente que desgasta no me desgasto", estoy mayor para frontones.
Mencanta y está claro que tú palante que vas bien :)
ResponderEliminarUna suerte poder adaptarse... No siempre (ni todo el mundo) puede. Be water my friend ;P
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