jueves, 27 de octubre de 2016

La tranquilidad

La tranquilidad no inspira.

La tranquilidad es la Parca de la inspiración, la némesis del impulso desenfrenado de escribir, la archienemiga del blog personal.

La tranquilidad es esa amiga con la que hablas por teléfono durante horas mientras haces las tareas del hogar sin prisa. Es esa serie de los años noventa que ves descuidadamente a la hora de cenar, como si no le prestaras atención, pero sólo porque la conoces de memoria y sabes cuándo tienes que reír. Porque vas a reír otra vez, sí, con los mismos chistes, pero tranquila.

La tranquilidad es ir a los sitios andando, durante horas, con esa sensación de no tener prisa, mirando los escaparates como si te interesaran o a lo mejor porque nunca te habías parado a mirar de verdad. Es saber que la sensación de tener todo el tiempo del mundo por delante es falsa y que te dé igual.

La tranquilidad es hacer cosas sin importancia al ritmo de la música, descalza, sin importar cuándo se terminan, o si se terminan, siquiera.

La tranquilidad es abrir una página en blanco y sonreír cuando la cierras igual de virgen, y que no te importe porque sabes que puedes volver siempre que quieras.

La tranquilidad no inspira.

martes, 18 de octubre de 2016

Justicia

Este texto circula por Tuiter. 

Al leerlo no he podido evitar pensar en algo a lo que doy vueltas a menudo: la ley de la justicia universal y lo del merecer

Más allá de que el texto sea, realmente, de algún eterno olvidado de OT1, que da igual, es fácil ponerse en esa piel. A mí, al menos, me resulta fácil. ¿Por qué él, y no yo? Si empezamos en igualdad de condiciones... ¿O por qué él, quince años después, está podrido de éxito, de dinero, experiencias... y yo no? Y, lo que es más importante, ¿quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?

Pues no sé, chico. La vida.

Al final, resulta que hay personas que gustan más y personas que gustan menos. Algunos tienen un talento excepcional y se encuentran por el camino con quién puede, sabe y quiere explotarlo, otros no se encuentran con nadie, o se encuentran con personas que no saben qué hacer con ese talento o, simplemente, creen que son super talentosos pero no, son reguleros y no llegan a ningún sitio. Da igual si creen que merecían más y que han sido tratados injustamente, da igual que se quejen amargamente, que dejen de ajuntar al mundo. La cantidad de cosas que merecemos de verdad es muy limitadita y el éxito no creo que sea una de ellas.

No es una cuestión de justicia. La justicia no es eso. La justicia es el principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece (RAE dixit). Y a uno no le corresponden las mismas oportunidades de ser una estrella que a los demás. A uno no le pertenecen, per se, las mismas oportunidades que a los demás, sobre todo cuando quien da esas oportunidades es una empresa privada que vela por sus propios intereses.

La justicia no tiene nada que ver con conseguir lo que uno quiere, llamemos a las cosas por su nombre. Que uno se esfuerce mucho y no consiga sus objetivos no es justo o injusto. Es frustrante, pero no injusto. Como tampoco lo es que otro que no pegue ni chapa o se esfuerce mucho menos dé en el calvo y tenga éxito en lo que se proponga. Eso es cuestión de suerte pero ¿justo? ¿Injusto? Ni de lejos.

Al final, si quieres algo, haces todo lo que crees que tienes que hacer y no lo consigues, haz otras cosas. Puede que tampoco lo consigas, nadie te garantiza nada, pero es que, cari, la cosa de la justicia es así, equívoca.

Que se confunde mucho lo de la justicia con las merinas y, mira, nos equivocamos, eh, nos equivocamos. 

lunes, 10 de octubre de 2016

Hay gente que no piensa

Me sigue sorprendiendo que las personas no piensen. Porque hay personas que no piensan. En serio.

Igual creen que sí, pero no. O piensan mal. Quiero decir... es como si no se hicieran las preguntas adecuadas, y se respondieran a sí mismas con lo primero que les pasa por la cabeza, sin cuestionárselo, dando por hecho que es lo que vale.

Hoy he hablado con una chica que ha estudiado un máster de gestión de personal y recursos humanos porque quiere dejar de ser la que hace las nóminas, que está cansada, dice, estancada, que piensa que no va a salir nunca de la pura y simple gestión de nóminas, altas y bajas de la Seguridad Social y esas cosas. Y ha hecho el máster porque es ambiciosa y quiere mejorar su carrera laboral. Hasta ahí, vale.

Lo que pasa es que lo único que se le ha ocurrido para mejorar ha sido poner en lo más alto de su currículum que tiene un máster en gestión de personal y recursos humanos. Porque ha pensado que es lo mejor.

No conoce ni una empresa de recursos humanos. Creo que ni siquiera sabe qué hacen, porque no se lo han explicado (sic) en su máster. Nunca se le ha ocurrido meterse en Internet para ver qué hacen las personas que buscan trabajo en eso que ella quiere hacer. Nunca ha enviado su curriculum a ninguna oferta que no sea de asesora laboral. Se inscribe en todas las ofertas de asesora laboral que encuentra en Infojobs y similares y está muy frustrada porque sólo recibe ofertas de asesora laboral. Y lo peor es que empieza a pensar (pensar) que el máster no le ha servido para nada más que para gastarse el dinero. Okei.

La verdad es que no parece que hayas pensado mucho en qué hacer después de tu máster, ¿no? ¿Por qué lo has hecho?, le he preguntado.

Para mejorar.

Una y otra vez, y de ahí no salía.

Tengo paciencia infinita pero también tenía mucho trabajo y me estaba cargando.

Mucho.

Sé que ella se ha dado cuenta pero, como no piensa, le ha dado igual, quizás porque se puede que se estuviera percatando de que igual ella no, pero yo sí podía hacerle las preguntas que necesitaba responderse.

Sí, pero, ¿qué? ¿El curriculum? ¿Crees que poniendo en lo alto que tienes un máster van a seguirte hordas de reclutadores que verán en ti una gestora de recursos humanos excepcional y te lloverán las ofertas?

No se me ocurre que más hacer.

Empezaba a enfadarme y cada vez era más dura con ella. Pero no se ha dado por aludida, o le ha dado igual. O yo que sé, pero no me dejaba en paz.

Pero, vamos a ver, ¿por qué has estudiado ese máster? 

Porque yo quiero mejorar en mi trabajo.

Sí, pero, ¿en qué? ¿Para qué? ¿Qué vas a hacer para conseguirlo?

No lo sé, no lo he pensado.

O sea, ¿no se te ha ocurrido que igual si piensas un poco en lo que tienes que hacer para mejorar, en lugar de pensar simplemente en eso que quieres conseguir, aunque no tengas ni puta idea de lo que significa, puede que se te ocurran otra cosas, aparte de quejarte y darme la brasa?

Hasta ahora que hablo contigo, no.

Se ha acabado la charla, ponte a pensar.

Me he dado un asco que lo flipas.

jueves, 6 de octubre de 2016

La gente

El otro día me preguntaron en la entrevista para el trabajo cómo se me daba tratar con la gente. Me explicaron que en el trabajo tendría que hablar y relacionarme con muchas personas, que era muy importante que fuera capaz de escuchar, tener empatía e intentar responder y solucionar las cuestiones que me planteaban.

No recuerdo qué dije exactamente pero, conociéndome, estoy prácticamente segura de que sonreí (quizás con cierta condescendencia), bajé la mirada con falsa modestia, y respondí que estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de personas y a intentar solucionar sus dudas o problemas, que sabía escuchar y que era empática. Que era perfecta para tratar con la gente.

También dije que soy una mujer simpática que no tiene ningún problema de relación con otras personas, estoy segura de haber dicho eso.

Tres días después, (TRES DÍAS) la señora que vende sus hortalizas en la planta baja de al lado de donde trabajo me ha regalado dos tomates; la dueña del bar en el que me he tomado los tres primeros cafés de la mañana ya me ha puesto la medida exacta de leche, una de las chicas que trabaja en el mismo espacio me ha dado una copia de la llave de su armarito para dejar mi neceser, y el del bar de los jubilados me ha dado su teléfono para que le encargue lo que quiero de almorzar antes de que se acabe.

Definitivamente, soy una mujer simpática que no tiene ningún problema de relación con otras personas. 

Creo que voy a presentarme a alcaldesa del país.

lunes, 3 de octubre de 2016

Estoy orgullosa de ti

Querida Gordi:

Han sido dos semanas muy duras, pero te has portao como una campeona. Has tomado una decisión valiente (una más, estás que te sales, chata) sin tener miedo y sin rencor y, lo que es más importante, sin dudar de que habías tomado la decisión correcta, pase lo que pase.

Eres consciente de que puedes equivocarte, pero el miedo a cagarla no ha podido contigo esta vez, y por eso estoy tan orgullosa de ti. Y porque tampoco has dejado que sean otros lo que te calienten la cabeza con el "¡loca, que eres demasiado mayor, que la cosa está muy mal, que puedes cagarla a lo grande!".

Sé que a veces te asalta el pensamiento de que has sido irreflexiva pero, créeme, no es tan terrible que te hayas dejado llevar por tu instinto, ese que dices que no tienes. No es tan terrible que tus ganas de cambiar hayan vencido, por fin, a tu zona de confort. Has escuchado las llamadas de auxilio de tus vísceras y eso no puede ser malo. Nunca. Deberías hacerlo más, ya que estamos #justsaying

Sé que estás un poco nerviosa. No te preocupes: pasa cuando uno consigue lo que ha querido durante mucho tiempo. Igual no son ni nervios, sino una sensación rara de incredulidad, de no estar convencida del todo de que lo has conseguido, y que era tan fácil como decir sí. 

Vas a estar bien. No sólo porque, porfin, vas a cambiar de trabajo (¡sí, a tu edad! ¿no es maravilloso?), de rutinas, de ambiente, de obligaciones o de responsabilidades. No, no va a ser sólo por eso. Vas a estar bien porque estás cambiando, y porque estás consiguiendo que tu mundo cambie contigo.

Estoy orgullosa de ti, sí, de las dos.