Un día ya no podía más y fui a una #lóquer.
Entré en una habitación con una mesa, dos sillas, una estantería con muchos cuadernos y un cuadro espantoso y empecé a hablar.
Hola, me llamo Gordipé y tengo nosecuantos años. Necesito que una persona desaparezca de mi vida pero se conoce que yo sola no puedo desaparecerlo y por eso necesito ayuda, o me moriré de pena.
Y le conté la historia que había vivido con Aquiles, llorando a mares. Por encima, claro, es difícil resumir la vida entera de una en un rato, sobre todo cuando una no deja de llorar y de hipar y de querer morirse. Es difícil, eh.
Pero la resumí. Y ella, como buena #lóquer, fue muy comprensiva. Me dejó hablar, me preguntó lo justo y apuntó muchas palabras con una letra grande y desgarbada, ilegible al revés, en el cuaderno amarillo que iba a ser para mí. Y yo no paraba de llorar. A mares.
No recuerdo bien lo que le conté aquel día pero sí recuerdo lo triste que estaba, lo triste que estuve hasta muchos días después.
Unos pocos días después me senté con Aquiles y le expliqué que tenía que desaparecer, que teníamos que desaparecer el uno de la vida del otro porque, si no, yo me moriría de pena.
Tienes que desaparecer, no vamos a vernos más. No quiero volver a hablar contigo. No quiero volver a verte. No quiero que estés en mi vida, de ninguna manera, le dije, llorando a mares.
Y, ¿qué pasa conmigo? ¿No importa lo que yo quiera?, me dijo, enfadado porque, por primera vez, su deseo no era lo más importante entre nosotros.
No, no importa, le dije, llorando a mares pero con voz firme. A mí ya no me importa.
Pero, ¿estás diciendo que esto va a ser para siempre?, repetía, desconcertado.
Sí, va a ser para siempre, decía yo, cada vez más segura.
Se resistió. Se resistió mucho. Planteó alternativas. Enumeró todas las razones que explicaban por qué estaba equivocada. Me atacó en la línea de flotación, con cariños, abrazos, besos, con recuerdos bonitos. Yo me defendí esgrimiendo el único argumento que necesitaba: no quiero seguir contigo porque me haces muy infeliz, le dije, llorando a mares.
No quiero desaparecer de tu vida, me dijo.
No importa lo que tú quieras.
Y le dije adiós.
Han pasado casi seis meses y ya he dejado de llorar.
Ay. Te quiero mucho y me alegro millones. Infinito. Y te admiro porque lo que has hecho es de ser muy valiente.
ResponderEliminarAhora te toca empezar a ser feliz.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuaks
ResponderEliminarAins, mi Gordipé...te quiero mucho. Como dice La Rizos, has sido, estás siendo, muy valiente.
ResponderEliminarYo también te quiero mucho y también me alegro de que sigas adelante sin lastres.
ResponderEliminarMe alegra tu valentía y tus ganas de ser feliz. Ole tú! Y aunque parezca una fan loca, un abrazo apretao.
ResponderEliminarEso es valentia y lo demás tonterías. Bravo Gordipé ¡Y yo también te quiero una jartá, que lo sepas!
ResponderEliminarY pronto habran pasado otros meses y ya casi no lo veras cuando mires hacia atras... y despues de otros seis ni siquiera te acordaras.
ResponderEliminarHas sido una valiente y vas a estar mejor. Te lo digo desde el futuro.
Y pronto habran pasado otros meses y ya casi no lo veras cuando mires hacia atras... y despues de otros seis ni siquiera te acordaras.
ResponderEliminarHas sido una valiente y vas a estar mejor. Te lo digo desde el futuro.
Muaks.
ResponderEliminarDejar las cosas atrás cuesta mares de lágrimas, muchas veces. Pero ahora te toca reír a carcajada limpia y disfrutar. Es TU momento.
Remuaks.
Muaks.
ResponderEliminarDejar las cosas atrás cuesta mares de lágrimas, muchas veces. Pero ahora te toca reír a carcajada limpia y disfrutar. Es TU momento.
Remuaks.
Uf, qué difícil lo que cuentas... aprender a vivir con el hueco que deja alguien que ha sido importante es todo un ejercicio de valentía. Pero a veces es TAN necesario ... cuando consigues trascender el dolor, lo que viene a continuación es muy liberador. Me alegro de que hayas dejado de llorar, eso es buena señal. Repetons.
ResponderEliminarQue valor, que bien, que duro.
ResponderEliminarEs curioso como las cosas emocionales que creemos imposibles, al final, van superándose. Sobre todo las pérdidas. Tu luto va mutando y yo me alegro mil.
Y tendrás recaídas, imagino, de esas de llorar a mares one more time, pero también las superarás porque, oh, amiga, aquí te queremos todas, mucho.
Y fuera de aquí, también.
Salud, cañas y gente bonita cerca, las mejores tiritas.
Besos, guapa.
plas, plas, plas, plas
ResponderEliminar(Por si no queda claro, son onomatopeyas de aplausos. En situaciones así, sobran las palabras. ¡ANIMO!)
Gracias, chicas, me siento muy querida de verdaz y muy acompañada. Yo también os quiero una jartá.
ResponderEliminarEsas visitas a los #lóquers son duras de narices. Kleenex y lkeenex después para llegar entre hipos a la infancia, a la importancia de la madre, a tantas cosas que sabemos perfectamente. No sé si curan. Al menos escuchan con cara de tener respuestas, mucho más de lo que pueden hacer los amigos...
ResponderEliminarBonito lugar, el tuyo.
Besos y burbujas.
Bravo por tí.
ResponderEliminarFue difícil, y aún tendrás días, pero tu supervivencia es lo primero.
Un abrazo!