sábado, 31 de diciembre de 2016

Decisiones

Este ha sido un año de grandes decisiones. Muy grandes. Que parece que no, porque ahora mismo estoy escribiendo sentada en el sofá, con un pijama de Wonder Woman, igual que el año pasado, pero sí, porque soy otra persona que va a otros sitios y hace otras cosas.

Miro hacia atrás y a veces tengo la tentación de flagelarme un poco con lo de que tenía que haber tomado antes estas decisiones, pero acabo resistiéndome, porque ahora soy más fuerte y, además, he decidido que voy a dejar de hablarme si vuelvo a machacarme. Con un par.

Grosso modo, si lo miro de la manera más objetiva posible, 2016 ha sido un año grande, redondo, casi perfecto. Muy difícil, sí, pero vale tanto la pena que mira, qué quieres que te diga, voy a acabar recordándolo como el año que cambió mi vida sin haber tenido que mirar a la muerte a los ojos ni ninguna pollada de esas.

Y mola bastante.

Ojalá el año que está a punto de empezar pueda acabarlo de la misma manera.

Feliz Año Nuevo.



jueves, 29 de diciembre de 2016

Cosas bonitas que me han dicho este año

  1. Cuando duermes ya no frunces el ceño.
  2. Da gusto trabajar contigo.
  3. Eres la persona seleccionada.
  4. Eres una gran alumna.
  5. Estás siendo muy valiente.
  6. Estoy orgullosa de ti.
  7. Gracias por venir.
  8. Has cantado fatal, y eso es muy raro.
  9. Me alegro mucho de verte.
  10. Me alegro mucho por ti. 
  11. Pareces tan tranquila que me pones nervioso.
  12. Quiero hacer cosas contigo.
  13. Quiero pasar más tiempo contigo.
  14. Tienes cara de follar todos los días.
  15. Voy a echarte de menos todos los días.
  16. Ya sé que no eres muy de listas PERO.
Fuck you, 2016!


lunes, 19 de diciembre de 2016

Tía no hay más que una

- Cariño, ¿por qué llamas Gordi a la tía Gordi?
- Porque tías tengo más, pero Gordi eres tú sola.



- Espera. ¿Si te llamo tía Gordi voy a ser tu más favorito, por delante del tío Migue?
- ...
- ¿Gordi, me oyes?




No hay más preguntas, señoría.

viernes, 9 de diciembre de 2016

A veces pasa

¿Sabes cuando tienes un momento de conjunción cósmica con una persona, que te lee un fragmento de uno de tus libros favoritos para demostrarte que está de acuerdo contigo cuando hablas de la importancia de las palabras y de llamar a las cosas por su nombre, y no por uno parecido, mientras piensas que, si tuvieras que hacerte un tatuaje te tatuarías justo esa misma frase, hasta con el punto?

¿Sabes cuando miras a esa persona y te besa, y al principio le devuelves el beso pero abres los ojos y poco a poco vas haciendo la cobra y te vas, sin mirar atrás, y te cae una lágrima pero no porque sea lo que tienes que hacer, sino porque los líos con hombres casados son un lío, y tienes la sensación de que te has liado ya por todas las vidas que te quedaban?

A veces pasa.


jueves, 8 de diciembre de 2016

Culpar

Es muy fácil culpar a los padres de las taritas. Es muy fácil mirar hacia atrás, recordar lo peor de nuestra infancia y darnos cuenta de que todo, TODO, empezó allí. Y que, en ese allí, estaban los paaapas, responsables de nuestro bienestar, nuestra educación, jardineros de lo que íbamos a ser después. De lo que somos ahora.

Es muy fácil echar la culpa de nuestras mierdas de mayor a aquello que pasamos de pequeños.  

No soy psiquiatra ni psicóloga ni nada, no voy a ponerlo en duda, claro. Es más, a medida que profundizo en cosas de terapia y mierdas de esas se reafirma esta sensación tan fuerte de que sí, de que todo empezó allí.

Sin embargo, me resisto a culpar

Porque pienso que ellos (casi todos, vaya, que excepciones hay pa tó) lo hicieron lo mejor que pudieron y supieron. Que muchos no supieron adaptarse a la ruptura que supuso la adolescencia de nuestra generación, tan diferente, tan lejana, tan ajena a la suya.

Me pregunto a menudo que les pasó a ellos, cómo vivieron su infancia, para que hicieran que la mía, que las nuestras, fuera como fue. Que no fue terrible todo el tiempo, pero sí fue difícil. Una batalla constante. Una guerra sin cuartel. Un reto constante a la autoridad paterna, que se rebelaba a aceptar que una mocosa le llevara la contraria. Que todavía se rebela, y aún sigue sin entender por qué.

Me lo pregunto y me da miedo responderme, porque estoy aprendiendo que la arqueología emocional me supera. Si ya es difícil lidiar con mis miedos, mis traumas, mis tropezones, mis fracasos, me siento incapaz de enfrentarme a los de aquellos que estuvieron allí cuando se estaban gestando y no supieron cómo enseñarme(nos) a ser de otra manera.

Y también tengo la esperanza de que para nosotros, para nuestra generación, criar y educar a los niños es una experiencia muy diferente. Somos conscientes de que hay muchas opciones y que podemos elegir, que no tenemos que repetir con los niños, inexorablamente, el modelo educativo que siguieron con nosotros.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

No lo hagas

No le asustes diciéndole que si no se pone a dieta de mayor será como esa gorda.
No pongas a la vecina que se ha puesto a dieta como ejemplo, con lo guapa que está y todo eso.
No hagas que estar más delgada sea mejor que estás gorda.
No mientas diciéndole que, además, come de todo y no le cuesta nada hacerla.
No le digas lo guapa que es de cara.
No le digas que tiene que moverse más.
No le compres ropa porque estilizadisimula o esconde.
No pruebes dietas milagrosas para adelgazar milagrosamente.
No le estires el jersey para que no se note el culo.
No le premies con la comida.
No le castigues con la comida.
No compres cosas que no quieres que coma.
No le recuerdes lo guapa que estaba cuando estaba más delgada.
No critiques a otras personas por su físico.
No hagas de su físico tu fracaso.
No crees falsas esperanzas.
No hagas promesas que no vas a cumplir.
No quieras que haga lo que tú no haces.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Cántame por el camino

Que sí, que es verdad. 

2016 ha sido un año tirando a horroroso en el que han pasado cantidad de cosas chungas: el Brexit, Trump, la (no) cobra de Bisbal a Chenoa...

Hemos despedido a artistas como Prince, David Bowie o Leonard Cohen. El mundo es un poco más feo. 

​Twitter ha sido un hervidero de malos rollos, flames y horrores varios... ¡si hasta hemos matado a Rita! Bueno, salvo el día del concierto de OT, que lo dimos todo y volvió a ser lo que era, una risa constante y el sitio en el que sacamos nuestra mejor versión y la más creativa. Porque la música (y la risa y los gallos y desafines varios) saca lo mejor de nosotros. Y claro, esto hace que pensemos #cosas.

Este año no pensábamos para nada en #cosas, pero claro, cómo no hacerlo con la de disgustos que nos hemos llevado. Si de otros años menos chungazos hemos sacado listas, el mundo no se merece que en este año del horror no haya #cosas. Y claro, habrá #cosas. Pero un poquito diferentes a otras #cosas.  

Podríamos despedir el año a lo "Que te den, 2016", pero se nos han adelantado.



Así que lo vamos a despedir cantando, que el que canta su mal espanta. Y para ver si tenemos suerte y 2017 no llega muy asustado, que el pobre se encuentra un panorama un poquito desolador. También es verdad que tiene que hacerlo muy muy mal para no superar a 2016. Pero mejor no tentemos a la suerte que en esta vida todo es susceptible de empeorar.

Y ahora es cuando empezáis a jugar vosotros. Este año no puede ser más fácil. Piensa una canción. No tiene por qué ser de este año. Pero tiene que darte muy buen rollo. O ganas de bailar. O risa tonta. O que te guste lo suficiente como para que te quite las penas de esta tragedia de año. Que no haya penas, ni pagafantas, ni intensismos.

Si quieres mandar un par de líneas explicando por qué es tu canción del buen rollo 2016, pues vale. A lo mejor incluso lo publicamos.​ Y título. ¡Pon un título de post!

¿Ya la tienes? Pues date prisa en enviárnosla. El día 1 nos vemos en Cántame por el camino.

Este post es de MG.



NOTA: ¿Hemos dicho ya que pongas un j*d*d* título?

Esto es de Gordipé. EJEM.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

La amiga Rita

Se muere Rita Barberá y lo primero que me viene a la cabeza es mi abuela.

Hubiera querido que la lleváramos al cementerio, incluso aunque no supiera dónde estaba enterrada. Cualquier cementerio le venía bien. Hubiera rezado, con lágrimas en los ojos, por el alma de aquella a la que consideraba una gran persona. Una amiga, casi.

En casa de mi abuela había más fotos de Rita que de sus nietos. Sólo tenía dos fotos de cada uno de nosotros, porque no quería que pensáramos que tenía un favorito (y lo tenía, y todos lo sabíamos, y nos parecía bien), pero tenía una docena de fotos de Rita, con Rita.

La entonces alcaldesa invencible iba cada año al centro de mayores de barrio en el que mi abuela hacía manualidades con otras personas mayores. Se sentaba con ellos, se reía con ellos, les contaba historias y alababa sus trabajos. Hasta parecía que les recordaba de un año para otro. Los abuelos estaban encantados. Rita era su amiga y se lo podían contar a todo aquel que quisiera escucharles.

Le decían guapa, le regalaban sus servilletas pintadas o sus cajitas decoradas, y ella se reía, encantada, a carcajadas, con esa risa que parecía de verdad y se contagiaba. Una casi se la creía. Una casi se imaginaba aquellas salitas de abuelo con fotos de la amiga Rita encima de telecinco.

En los últimos meses he visto a una Rita muy alejada de aquella que conocí en sus mejores momentos. Y he pensado en mi abuela todas las veces. En las fotos, en aquella risa, en Valencia, en cómo cautivaba a la gente que tenía que votar, en su despotismo, su mala educación, su soberbia, en los taitantos años que hemos sufrido todos a esa mujer imparable...

Abuela, si me oyes, Rita no era tu amiga. No te merecía. 

martes, 22 de noviembre de 2016

Vencedores y vencidos

No le des más vueltas, todos los problemas que tengas o tendrás con otras personas tienen el mismo origen: cada uno necesita unas cosas, a veces diferentes. Cada uno tiene unas necesidad que necesita tener cubiertas. Cada uno da importancia a algo que al otro le importa una mierda. 

Piensa en ello.

Y, cuando tengas la intención de llegar a una entente cordiale, recuérdalo, recuerda poner tanto interés en saber qué cosas son importantes para el otro como en las que son importantes para ti, en saber qué necesita el otro para tener sus necesidades cubiertas tanto como en estar tú satisfecho. Si no, olvídate de la entente,  estás abocado a una guerra en la que no habrá vencedores, sólo vencidos.

Piensa en ello.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Un sueño

Hoy he soñado contigo.

Yo estaba arriba de una escalera de piedra muy alta, de piedra blanca, como si fuera la escalera de la Facultad o algo así. Estaba con una amiga, charlando tranquilamente mientras quitábamos las pasas de las ensaladas del túper. Desde nuestros dos o tres pisos de altura, la calle era un paisaje en movimiento que apenas nos interesaba.

De repente notaba que alguien me miraba fijamente. Una figura en el edificio de enfrente se había quedado como petrificada, en el instante mismo de salir, y abría y cerraba la puerta mientras me miraba fijamente, como para llamar mi atención.

Eras tú. Llevabas camisa blanca y esas gafas raras que te has puesto y con las que no te he visto nunca, y tu mochila oscura de venir a pasar la noche a la espalda, sí, esa con la que te he visto muchas veces.

Una sonrisa infinita ha aparecido en tu cara al darte cuenta de que te miraba y, cuando has conseguido reaccionar, has hecho el gesto ese así con la mano para que me acercara.

Pero te acercabas tú. Y la luz era cada vez más brillante.

La magia de los sueños ha hecho que, de repente, camináramos uno hacia el otro junto al murete de la escalera.

Tú has sonreído aún más, has abierto los brazos, con ese gesto de ven a mis brazos, cari universal, yo te he dicho hola y he seguido mi camino.

No sé si ha pasado algo después, no lo recuerdo.

Al despertar me he dado cuenta de que hacía días que no pensaba en ti, que hacía aún más días que no hablaba de ti en voz alta y supongo que he fruncido el ceño, medio sorprendida, medio disgustada, porque nunca sueño contigo, y ahora, pues no es plan.

Pero hoy he soñado contigo.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

El terremoto

Hoy, mientras caminaba por un pasillo lleno de jóvenes, me han temblado las piernas y he notado cómo se me nublaba un poco la vista. Eh, que me caigo redonda, cagondiós, he pensado.

Mi vida ha pasado por mi mente como en un TL de Instagram. Brevemente, porque todo el mundo ha empezado a vocear y me han sacado del enmimismamiento.

- ¡Tía, tía! ¿Lo has notado? ¿Tía, has notado el terremoto, tía?
- ¡Jo, tía, sí!
- ¡Tía, cómo va a ser un terremoto en Valencia!
- ¡Tía, puede haber terremotos en todas partes, que todas partes son la Tierra, tía!

En un pis pas los jóvenes ya estaban dando saltitos y moviendo mucho las manitas en grupitos de siete u ocho personas en medio del pasillo que, como todo el mundo que sabe que cuando hay un terremoto hay que guarecerse bajo los dinteles de la puerta, es justo lo que no hay que hacer.

Debo haberme quedado ahí plantada con cara de susto porque se me ha acercado una de las jóvenas y me ha preguntado ¡Gordi, tía! ¿Estás bien, tía? ¿has notado el terremoto, tía, tía?

Supongo que he sonreído y asentido, igual a la vez, que soy mujer y capaz de hacer dos cosas a la trump, pero no recuerdo qué he hecho exactamente.

Y no me acuerdo porque tenía la mente concentrada en lo que me ha parecido más gracioso del asunto: mientras la juventú estaba emocionada por si era un terremoto, yo sólo sentía un alivio inconmensurable por haberme equivocado en mi primer pronóstico:

- ¡Joder! ¿Me va a dar un chungo de tensión y voy a diñarla justo AQUÍ Y AHORA?

Esto va a ser la tercera edad en todo su esplendor, ya lo digo.



NOTA: No ha sido un terremoto. Unas obras justo al lado. Me han estado temblando las piernas toda la tarde por una puta obra.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Sé fiel a ti misma

Estos días he aprendido una cosa que, estoy segura, me va a venir bien ya pa siempre: hay personas con las que sólo existe la posibilidad de adaptarse o huir. Da igual lo que digan o cómo lo digan, da igual lo abiertas o disponibles que se muestren, da igual todo. Adáptate o huye.

Y, mira, yo, como estoy en modo super zen que me la suda el coño y no voy a discutir con nadie, me he adaptado. No sé cómo, no sé de dónde ha salido esa plastilinidad rara que me ha poseído pero, sí, amiguis, me he adaptado como una garrapata a un cuello de perro callejero.

Cierto es que al principio me resistí un poco. Mi virguez natural se rebelaba ante el despropósito que tenía delante. Discutí. Pero muy poco, si tenemos en cuenta todo lo que tenía ganas de decir.

Es como si, al ver el muro indestructible que tenía ante mí, recordara de repente todas las veces que me había dado de hostias contra muros parecidos, el sufrimiento, el estrés, el dolor... Es como si recordar otros muro me hubiera quitado las ganas de destruirlo, treparlo o burlar a los vigías.

Simplemente, me he adaptado. Me ha costado menos cambiar que luchar contra otros. Nada de mierdas del tipo mantente fiel a ti misma, qué va. O, bueno, va, si ser fiel a mí misma significa tomar las decisiones que me desgasten menos en cualquier aspecto, vale, seré fiel a mí misma.

Y esta nueva fidelidad a mi mismidad me tiene loca porque no me reconozco, eh, me tiene loca.

jueves, 27 de octubre de 2016

La tranquilidad

La tranquilidad no inspira.

La tranquilidad es la Parca de la inspiración, la némesis del impulso desenfrenado de escribir, la archienemiga del blog personal.

La tranquilidad es esa amiga con la que hablas por teléfono durante horas mientras haces las tareas del hogar sin prisa. Es esa serie de los años noventa que ves descuidadamente a la hora de cenar, como si no le prestaras atención, pero sólo porque la conoces de memoria y sabes cuándo tienes que reír. Porque vas a reír otra vez, sí, con los mismos chistes, pero tranquila.

La tranquilidad es ir a los sitios andando, durante horas, con esa sensación de no tener prisa, mirando los escaparates como si te interesaran o a lo mejor porque nunca te habías parado a mirar de verdad. Es saber que la sensación de tener todo el tiempo del mundo por delante es falsa y que te dé igual.

La tranquilidad es hacer cosas sin importancia al ritmo de la música, descalza, sin importar cuándo se terminan, o si se terminan, siquiera.

La tranquilidad es abrir una página en blanco y sonreír cuando la cierras igual de virgen, y que no te importe porque sabes que puedes volver siempre que quieras.

La tranquilidad no inspira.

martes, 18 de octubre de 2016

Justicia

Este texto circula por Tuiter. 

Al leerlo no he podido evitar pensar en algo a lo que doy vueltas a menudo: la ley de la justicia universal y lo del merecer

Más allá de que el texto sea, realmente, de algún eterno olvidado de OT1, que da igual, es fácil ponerse en esa piel. A mí, al menos, me resulta fácil. ¿Por qué él, y no yo? Si empezamos en igualdad de condiciones... ¿O por qué él, quince años después, está podrido de éxito, de dinero, experiencias... y yo no? Y, lo que es más importante, ¿quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?

Pues no sé, chico. La vida.

Al final, resulta que hay personas que gustan más y personas que gustan menos. Algunos tienen un talento excepcional y se encuentran por el camino con quién puede, sabe y quiere explotarlo, otros no se encuentran con nadie, o se encuentran con personas que no saben qué hacer con ese talento o, simplemente, creen que son super talentosos pero no, son reguleros y no llegan a ningún sitio. Da igual si creen que merecían más y que han sido tratados injustamente, da igual que se quejen amargamente, que dejen de ajuntar al mundo. La cantidad de cosas que merecemos de verdad es muy limitadita y el éxito no creo que sea una de ellas.

No es una cuestión de justicia. La justicia no es eso. La justicia es el principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece (RAE dixit). Y a uno no le corresponden las mismas oportunidades de ser una estrella que a los demás. A uno no le pertenecen, per se, las mismas oportunidades que a los demás, sobre todo cuando quien da esas oportunidades es una empresa privada que vela por sus propios intereses.

La justicia no tiene nada que ver con conseguir lo que uno quiere, llamemos a las cosas por su nombre. Que uno se esfuerce mucho y no consiga sus objetivos no es justo o injusto. Es frustrante, pero no injusto. Como tampoco lo es que otro que no pegue ni chapa o se esfuerce mucho menos dé en el calvo y tenga éxito en lo que se proponga. Eso es cuestión de suerte pero ¿justo? ¿Injusto? Ni de lejos.

Al final, si quieres algo, haces todo lo que crees que tienes que hacer y no lo consigues, haz otras cosas. Puede que tampoco lo consigas, nadie te garantiza nada, pero es que, cari, la cosa de la justicia es así, equívoca.

Que se confunde mucho lo de la justicia con las merinas y, mira, nos equivocamos, eh, nos equivocamos. 

lunes, 10 de octubre de 2016

Hay gente que no piensa

Me sigue sorprendiendo que las personas no piensen. Porque hay personas que no piensan. En serio.

Igual creen que sí, pero no. O piensan mal. Quiero decir... es como si no se hicieran las preguntas adecuadas, y se respondieran a sí mismas con lo primero que les pasa por la cabeza, sin cuestionárselo, dando por hecho que es lo que vale.

Hoy he hablado con una chica que ha estudiado un máster de gestión de personal y recursos humanos porque quiere dejar de ser la que hace las nóminas, que está cansada, dice, estancada, que piensa que no va a salir nunca de la pura y simple gestión de nóminas, altas y bajas de la Seguridad Social y esas cosas. Y ha hecho el máster porque es ambiciosa y quiere mejorar su carrera laboral. Hasta ahí, vale.

Lo que pasa es que lo único que se le ha ocurrido para mejorar ha sido poner en lo más alto de su currículum que tiene un máster en gestión de personal y recursos humanos. Porque ha pensado que es lo mejor.

No conoce ni una empresa de recursos humanos. Creo que ni siquiera sabe qué hacen, porque no se lo han explicado (sic) en su máster. Nunca se le ha ocurrido meterse en Internet para ver qué hacen las personas que buscan trabajo en eso que ella quiere hacer. Nunca ha enviado su curriculum a ninguna oferta que no sea de asesora laboral. Se inscribe en todas las ofertas de asesora laboral que encuentra en Infojobs y similares y está muy frustrada porque sólo recibe ofertas de asesora laboral. Y lo peor es que empieza a pensar (pensar) que el máster no le ha servido para nada más que para gastarse el dinero. Okei.

La verdad es que no parece que hayas pensado mucho en qué hacer después de tu máster, ¿no? ¿Por qué lo has hecho?, le he preguntado.

Para mejorar.

Una y otra vez, y de ahí no salía.

Tengo paciencia infinita pero también tenía mucho trabajo y me estaba cargando.

Mucho.

Sé que ella se ha dado cuenta pero, como no piensa, le ha dado igual, quizás porque se puede que se estuviera percatando de que igual ella no, pero yo sí podía hacerle las preguntas que necesitaba responderse.

Sí, pero, ¿qué? ¿El curriculum? ¿Crees que poniendo en lo alto que tienes un máster van a seguirte hordas de reclutadores que verán en ti una gestora de recursos humanos excepcional y te lloverán las ofertas?

No se me ocurre que más hacer.

Empezaba a enfadarme y cada vez era más dura con ella. Pero no se ha dado por aludida, o le ha dado igual. O yo que sé, pero no me dejaba en paz.

Pero, vamos a ver, ¿por qué has estudiado ese máster? 

Porque yo quiero mejorar en mi trabajo.

Sí, pero, ¿en qué? ¿Para qué? ¿Qué vas a hacer para conseguirlo?

No lo sé, no lo he pensado.

O sea, ¿no se te ha ocurrido que igual si piensas un poco en lo que tienes que hacer para mejorar, en lugar de pensar simplemente en eso que quieres conseguir, aunque no tengas ni puta idea de lo que significa, puede que se te ocurran otra cosas, aparte de quejarte y darme la brasa?

Hasta ahora que hablo contigo, no.

Se ha acabado la charla, ponte a pensar.

Me he dado un asco que lo flipas.

jueves, 6 de octubre de 2016

La gente

El otro día me preguntaron en la entrevista para el trabajo cómo se me daba tratar con la gente. Me explicaron que en el trabajo tendría que hablar y relacionarme con muchas personas, que era muy importante que fuera capaz de escuchar, tener empatía e intentar responder y solucionar las cuestiones que me planteaban.

No recuerdo qué dije exactamente pero, conociéndome, estoy prácticamente segura de que sonreí (quizás con cierta condescendencia), bajé la mirada con falsa modestia, y respondí que estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de personas y a intentar solucionar sus dudas o problemas, que sabía escuchar y que era empática. Que era perfecta para tratar con la gente.

También dije que soy una mujer simpática que no tiene ningún problema de relación con otras personas, estoy segura de haber dicho eso.

Tres días después, (TRES DÍAS) la señora que vende sus hortalizas en la planta baja de al lado de donde trabajo me ha regalado dos tomates; la dueña del bar en el que me he tomado los tres primeros cafés de la mañana ya me ha puesto la medida exacta de leche, una de las chicas que trabaja en el mismo espacio me ha dado una copia de la llave de su armarito para dejar mi neceser, y el del bar de los jubilados me ha dado su teléfono para que le encargue lo que quiero de almorzar antes de que se acabe.

Definitivamente, soy una mujer simpática que no tiene ningún problema de relación con otras personas. 

Creo que voy a presentarme a alcaldesa del país.

lunes, 3 de octubre de 2016

Estoy orgullosa de ti

Querida Gordi:

Han sido dos semanas muy duras, pero te has portao como una campeona. Has tomado una decisión valiente (una más, estás que te sales, chata) sin tener miedo y sin rencor y, lo que es más importante, sin dudar de que habías tomado la decisión correcta, pase lo que pase.

Eres consciente de que puedes equivocarte, pero el miedo a cagarla no ha podido contigo esta vez, y por eso estoy tan orgullosa de ti. Y porque tampoco has dejado que sean otros lo que te calienten la cabeza con el "¡loca, que eres demasiado mayor, que la cosa está muy mal, que puedes cagarla a lo grande!".

Sé que a veces te asalta el pensamiento de que has sido irreflexiva pero, créeme, no es tan terrible que te hayas dejado llevar por tu instinto, ese que dices que no tienes. No es tan terrible que tus ganas de cambiar hayan vencido, por fin, a tu zona de confort. Has escuchado las llamadas de auxilio de tus vísceras y eso no puede ser malo. Nunca. Deberías hacerlo más, ya que estamos #justsaying

Sé que estás un poco nerviosa. No te preocupes: pasa cuando uno consigue lo que ha querido durante mucho tiempo. Igual no son ni nervios, sino una sensación rara de incredulidad, de no estar convencida del todo de que lo has conseguido, y que era tan fácil como decir sí. 

Vas a estar bien. No sólo porque, porfin, vas a cambiar de trabajo (¡sí, a tu edad! ¿no es maravilloso?), de rutinas, de ambiente, de obligaciones o de responsabilidades. No, no va a ser sólo por eso. Vas a estar bien porque estás cambiando, y porque estás consiguiendo que tu mundo cambie contigo.

Estoy orgullosa de ti, sí, de las dos.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Un día especial

Recibir buenos deseos, sonrisas, canciones.

Besar y ser besada.

Abrazar, apretando a la otra persona contra tu cuerpo porque la quieres, porque sabes que te quiere.

Saber que ese amigo con el que hablas por teléfono está sonriendo mientras te desea lo mejor, mientras desea que sigáis cumpliendo años juntos.

Soplar las velas, cortar la tarta, hacer el tonto para las fotos, llevar tiara, beber champán...

Aunque sea una banalidad infantil, me gusta el día de mi cumpleaños.

 

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Madurar

Tengo que tomar una decisión importante y estoy hecha un lío. Tengo ganas, pero estoy hecha un lío.

Y es que cuando tengo que tomar una decisión tiendo a comparar con experiencias similares, y a sentirme presionada por el resultado de esas decisiones: si antes fue mal, ¿qué impide que vuelva a ir mal otra vez? Y así todo el rato.

Y me paralizo y me cuesta la vida y sufro y todo.

Podría pensar en lo que ha ido bien, claro, pero me parece que no está en mi naturaleza. O no estaba. Porque últimamente he aprendido que la naturaleza no es inmutable, evoluciona, y he empezado a pensar en ¿y por qué no va a ir a mejor?


Sí. 

Espera, que también me está dando por pensar ¿y si, a pesar de que todo puede empeorar, resulta que no, y mejora?

Nonono, ESPERA: y si resulta que todo empeora, ¿QUÉ, EH QUÉ?

Y es que estoy harta de sentirme paralizada y arrastrada por las decisiones de los demás.

Y en eso estoy.

Que creo que he tomado ya una decisión importante y va y no me importa gran cosa cagarla a lo grande.

Que igual madurar era esto...

martes, 13 de septiembre de 2016

La puerta cósmica

¿Sabes cuando se va la luz en tu casa, y primero te esperas a ver si ha sido un microcorte y vuelve pronto, pero no? 

¿Sabes eso de que pasa un rato, y más rato, y la luz no vuelve, y entonces te resignas y vas a buscar una vela de esas de olor que tienes de decoración, y la enciendes y la dejas encima de la mesa, porque esto tiene pinta de durar?

¿Sabes esto que te mueves a oscuras por la casa, iluminada un poquito por la vela en medio del comedor, esto que vas como el holandés errante, como un poco bloqueada, porque sin luz no puedes hacer nada pero es demasiado pronto para acostarte?

¿Sabes cuando vas de vez en cuando a abrir la puerta para asegurarte que no es solo en tu casa, e intentas encender la luz del rellano, pero también está a oscuras, y tú ahí, sin luz, ni nada? 

¿Sabes ese alivio fugaz, cuando piensas que menos mal, que no eres tú sola la que estás a oscuras, como si eso solucionara algo, y cierras la puerta y vuelves a la oscuridad de tu hogar, a deambular por la casa sin saber qué hacer?

¿Y sabes eso que cuando, una de esas veces que abres la puerta para comprobar (de nuevo) lo del rellano, te ciega la luz de la escalera, y te alejas un poco y miras, extasiada, como si la puerta de tu casa estuviera cósmicamente preparada para iluminar de nuevo tu hogar?

Pues tengo la sensación de que he estado mucho tiempo a oscuras, conformándome con la iluminación de una vela decorativa y que, de repente, se ha abierto una puerta cósmica que me ha traído toda la luz del sol infinito. O algo así.

Y me he dejado la puerta abierta, por si acaso.

lunes, 5 de septiembre de 2016

París

Llegué a París una tarde de agosto.

Llegué sola. No quise desaprovechar un viaje que había planeado contigo sólo porque tú ya no querías estar.

Había llovido por la mañana y todo tenía aún un aspecto gris y brillante, aunque había vuelto el sol.

Me hizo gracia darme cuenta de que estaba escuchando música italiana mientras caminaba hacia la habitación en le quartier latin. Mina, italiano, París... Qué sofisticada y cosmopolita me sentí...

Supongo que sonreía mientras tarareaba parole, parole, parole y esquivaba los pocos charcos que aún quedaban entre los adoquines. Canturreaba muy concentrada, como si no hubiera nada más importante que evitar que los zuecos blancos se mancharan con el agua sucia del suelo de París.

Canturreaba y sonreía, supongo, porque veía otras caras con sonrisas, y es que se pega mucho, lo de sonreír.

Miré mis zapatos, para comprobar que aún no se habían manchado, y me acordé de ti. Te recordé riñéndome por ponerme unos zuecos justo un día de lluvia, por sentirte atrapado por unos simples zapatos. "No entiendo por qué alguien se compraría unos zapatos así. No entiendo que te compres unos zapatos que no puedes llevar cuando llueve", me habías dicho, enfurruñado. Ñiñiñiñiñi, me sonó a mí. Como si en Valencia lloviera tanto. Como si viniera tanto a Paris...

Sonó un trueno y miré al cielo. Un acto reflejo y tonto, más dirigido a contener las lágrimas que a comprobar si llovía.

Porque acordarme de ti aún me hacía llorar.

Mantuve la cabeza así, disimulando, como mirando al cielo preocupada por la lluvia, hasta que pensé que se me había pasado. Y empezó a llover de nuevo.

Mientras abría el paraguas empezó a sonar Citta Vuota en mis auriculares, volví a preocuparme por los zapatos, me sentí sofisticada y cosmopolita otra vez y me olvidé de ti.

- Qué rabia, pensé fugazmente. Siempre que vengo a París, llueve.

Me quité los zuecos, me arremangué los pantalones y crucé la calle descalza bajo la lluvia.

Tantos años después, aún puedo notar los adoquines parisinos mojados bajo mis pies.

 

domingo, 4 de septiembre de 2016

Llámame loca

Querido hombre:

Hola, follaoret:

Te has ido tan de repente que no me ha dado tiempo de responder a una pregunta que te hacías al principio, cuando aún estábamos sentados y vestidos en una terraza cualquiera. Voy a aventurarme a responderte ahora.

Llámame loca, pero tengo la sensación de que no tienes suerte con las mujeres con las que quedas en Tinder para follar por esa manía tuya de pensar que los condones no molan. Llámame loca, pero igual las mujeres con las que quedas saben que no hay garantía de salubridad aunque seas un tipo arreglado, limpio, guapo, simpático y educado. Llámame loca, pero puede, sólo puede, que tu insatisfacción con las mujeres con las que quedas se deba a que ellas valoran más su integridad que tu espectacular miembro viril. Llámame loca, pero igual no todas las mujeres se mueren por ser perforadas sin protección. Llámame loca, pero si tu anticondonismo es tan fuerte, y te encuentras a menudo con reticencias, a lo mejor deberías tener un plan B y aprender a disfrutar con otras cosas, por si se repite esto de encontrarte con una estrecha loca de las gomas, que es que a veces las mujeres tenemos unas cosas...

Llámame loca porque mis ganas de follar no han podido con mis ganas de que no me pegue algo cualquier descerebrado que va espolvoreándose por ahí a lo loco.

Llámame loca otra vez, y vete cuanto antes.

lunes, 22 de agosto de 2016

Tres semanas

Tres semanas. 

Tres semanas de vacaciones de casi todo: del trabajo, de los amigos, de las compras, de las redes sociales (casi), de las noticias, del despertador, del blog... 

Tres semanas de llevar bikini el 80% del tiempo, de estar a remojo, de jugar con niños, de llevar el pelo mojado recogido en una coleta, de oler a aceite reparador de los estragos del sol, de pasear perros ajenos como si fueran propios, de jugar al parchís, de dejarme llevar por el sueño en cualquier momento, de trasnochar porque sí.

Tres semanas de playa, de piscina, de pokémones, de horchata con fartons, de sandía, de colacaos fríos, de paellas maternas, de ventilador, de agua fría y sopa de sobre. 

Tres semanas de cargar felizmente con una muda, un abanico, el bikini, las gafas de bucear y las gafas de sol, sin saber dónde voy a acabar el día.

Tres semanas de pensar en el ahora nomás, de pensar fugazmente en que no tengo que pensar en nada, ni hacer nada que no quiera hacer. 

Tres semanas felices.

Dame tres semanas de vacaciones cada 21 días y moveré el mundo.

Hola.


viernes, 29 de julio de 2016

Vacacionar

Abrir un ojo y sonreír. Y recordar que lo último que sentiste anoche fue una sonrisa en todo tu cuerpo.

Pensar en el fin del mundo, que igual es hoy como podría haber sido otro día, pero a ti te da lo mismo, porque toda tu atención está centrada en tus cosas, en todas esas cosas que no vas a hacer en los próximos días pero porque no vas a querer, no porque no vayas a poder. 

Tararear en la ducha las melodías de los anuncios de la radio, como nunca haces, sólo porque estás contenta y esperanzada. Oh, sí, es el día con más esperanza del año, el día más esperado. El día que ves pentagramas brillantes por todas partes invitándote a cantar. Cantar bajito, vale, que una no está pa trotes, pero cantar.

Vestirte con tu ropa favorita, recogerte el pelo para que te roce la nuca sólo de vez en cuando, ponerte una colonia diferente, unas gafas amarillas, echarte a la calle con paso enérgico y saludar muy fuerte para que todo el mundo note que eres feliz incluso antes de empezar poder serlo.

Despertarse pronto, muy pronto, como para alargar esa alegría tonta del día que empiezan las vacaciones y saber que tienes unos cuantos días por delante para disfrutar de lo que quieres hacer, es uno de los pequeños placeres de la vida.

miércoles, 27 de julio de 2016

Con lo guapa que eres...

He leído la carta a la chica del bañador verde, claro. 

Si pudiera volver al pasado probablemente me diría algunas de esas cosas a la orejita, sí. Seguramente susurraría por las noches al oído de mi yo niña, adolescente, joven, a mi yo de ayer, coñe, todo eso de que la belleza está en el interior, que quien me quisiera de verdad no iba a preocuparse ni un poquito del envoltorio, que merecía todo el amor del mundo por ser cómo era, en toda mi mismidad, la de fuera y la de dentro.

Le diría a mi yo pequeño muchas cosas.

Pero. ya que estaba allí, también diría algunas otras cosas. 

Dejaría de preguntar entre lágrimas a mis mayores por qué estaba siempre a dieta para preguntar porqué es tan horrible estar gorda, por qué tengo que vivir castigada, a base de judías verdes, cómo es posible que sea por mi bien tener que vivir siempre en la privación. Por mi bien. 

Preguntaría por qué tengo que estirarme el jersey por detrás, por qué es tan horrible que lleve pantalón corto en verano, por qué no puedo llevar bikini, si es lo que me apetece, o por qué está feo que lleve tirantes. 

Preguntaría por qué son modelos a seguir otras personas que han conseguido adelgazar con mucho esfuerzo, por qué dicen que fulanita está guapísima desde que ha adelgazado si no es cierto, por qué es tan importante que esté más gorda que sotanita.

Y pediría que dejaran de presionarme, que prefiero la crueldad inconsciente de los niños, porque con eso sé lidiar perfectamente, que la presión bienintencionada e inmisericorde de los adultos, porque con eso no sé qué hacer y va a perseguirme toda la vida.

Pero sobre todo, SOBRE TODO, pediría que acabaran de una vez la frase que más he escuchado en mi puta vida, porque me muero de la curiosidad:

Con lo guapa que soy, si no estuviera tan gorda,... ¡¡¡¿¿¿QUÉ, JODER, QUÉ COÑO HUBIERA PASADO???!!!

lunes, 25 de julio de 2016

Hay hombres que

Hay hombres normales y luego están los que creen que su mierda no huele y por eso son mejores que los demás, que todos los demás.

Van por la vida con un mohín de desprecio continuo, saltándose a la torera las normas que exigen a los demás, imponiendo su santa voluntad porque creen que pueden. Bueno, no, porque pueden, porque se les deja.

Son hombres que, encumbrados por fama, dinero, poder o lo que sea que les encumbre, pierden el oremus y exudan un halo de superioridad malsana, maltratando a quien se cruce en su camino because they worth it. Se acostumbran a las alturas y necesitan tener a otras personas bajo sus pies, y que ellas sepan que lo están, a sus pies.

Estos hombres están tan acostumbrados a ser mimados hasta el esperpento en sus respectivos entornos, que necesitan respeto y admiración para sobrevivir, porque saben que sin ellos sólo son simples mortales, como todos los demás. Y ellos no son ni simples ni mortales, son mucho más.

Son hombres de un hambre de adulación insaciable, inconmensurable, con un ego universal que se lo merece todo, todito, todo, y que son capaces de cualquier cosa para seguir alimentando a la bestia. 

Son hombres que saben que tienen que llamar la atención de los demás a toda costa para mantener el estatus que necesitan, que nunca tienen bastante y siempre piden más y mejor, y que acaban siendo ridículos, auténticas mamarrachas que van por la vida exigiendo ser tratados como los dioses que creen que son.

Son hombres tan pagados de sí mismos que ni siquiera se dan cuenta de que acaban siendo una caricatura barata de lo que les gustaría ser.

jueves, 21 de julio de 2016

Hombres peces

Soy la foca entre los peces.




martes, 19 de julio de 2016

Sobre el romanticismo

romanticismo
De romántico e -ismo. Escr. con may. inicial en aceps. 1 y 3. 
1. m. Movimiento cultural que se desarrolla en Europa desde fines del siglo XVIII y durante la primera mitad del XIX y que, en oposición al Neoclasicismo, exalta la libertad creativa, la fantasía y los sentimientos. 
2. m. Modo de expresión artística y literaria que responde a los planteamientos del Romanticismo. 
3. m. Época en que prevaleció el Romanticismo. 
4. m. Sentimentalidad excesiva. 
5. m. Cualidad de romántico. Atraía a las mujeres por su valentía y por su romanticismo.

Quedémonos con la acepción 4 de la RAE. Sentimentalidad excesiva.

Dice la RAE, también, que la sentimentalidad es la cualidad de sentimental, que alberga, suscita o es propenso a sentimientos tiernos (afectuosos, cariñosos, amables).

Mira, si a esto vamos, o todo o nada. 

Llámame pragmática, si quieres. Descastá, fría, lo que tú quieras, pero a mí el romanticismo al uso... como que no.

Yo quiero romanticismo en todas mis relaciones, en todas, no sólo en las de pareja o con derecho a roce. Quiero sentimientos afectuosos, cariñosos, en todas mis relaciones porque, si no, no quiero esa relación.

Podría ser menos ortodoxa, claro, hablando del romanticismo como ese almibaramiento de las relaciones de pareja, que parece significar que uno hace cosas un poco cursis para demostrar el amor a la otra persona. Igual es que me he vuelto demasiado escéptica, demasiado dura, demasiado exigente o demasiado imbécil, pero no. Si me refiriera a ese romanticismo diría que está sobrevalorado porque, llámame loca, pero para mí no es imprescindible. A mí me demuestras que me quieres o no de normal, no con almibaramientos que van a hacer que me pregunte qué habrás hecho, o qué he hecho, para merecer eso.

Podría decir que el romanticismo es necesario en una relación, que hacer cosas bonitas sin razón aparente para recordar al otro que se le quiere es la chispa de la vida. Pero, mira, no, a mí me tratas bien de normal y hacemos cosas bonitas juntos porque sí, porque si te quiero y sé que me quieres no necesito recordar, porque no se me olvida.

A mí, lo que llamamos romanticismo me parece una forma cursi de excusar las excusas. 

martes, 12 de julio de 2016

Desaprobación

Hace pocos años me rendí a la evidencia: el bañador no evitaba que se notara que estoy gorda así que oye, que me pongo bikini.

Desaprobación, eso es lo que vi en la cara de mis padres cuando salí del baño con mi bikini. Igual podía haber visto más cosas si hubiera esperado un poco, pero tuve suficiente.

A partir de entonces, pareos, vestiditos playeros, falditas... mi madre no sabía qué hacer para que me tapara las carnes. Supongo que de manera inconsciente, para no provocar malestares, ahí andaba yo con pareos, vestiditos playeros y falditas sobre el bikini mojado. Como si no se notara que estoy gorda.

Al principio sólo me ponía bikini si iba a la playa sola, sin que nadie me conociera. Luego empecé a plantármelo también en la piscina de la urbanización. Y, poco a poco, sin darme cuenta, dejé de pensar en el bañador, dejé de llevarlo por si acaso, de comprar, siquiera. Abrir la puerta al bikini fue como abrir la puerta al #melasudismo contenido: era como si, a medida que me iba a costumbrando a la poca tela del bikini el encorsetamiento del bañador se me hiciera bola.

Y el #melasudismo apareció en todo su esplendor en forma de excusa práctica. 

Un día, mientras estábamos en la piscina, mi sobrino me pidió ir un ratito a la playa, a escasos cinco minutos. En contra  de mis principios, mi vergüenza, mi pudor, en contra de mi todo, salimos de la piscina y, tal cual íbamos, con bikini, gafas de bucear y chanclas, nos fuimos a la playa.

Y no pasó nada, claro, Sólo era una mujer de mediana edad más en bikini con un niño de la mano, por el paseo de la playa. Como tantas otras. Y así ha sido desde entonces.

Este fin de semana hicimos ese mismo camino y pasamos por casa de unos amigos, para que los niños jugaran un rato. En el complejo de enfrente.

Durante los diez escasos minutos de conversación con la madre de una de ellos tuve que escuchar:
- ¿Has venido así?
- Tápate con la toalla, no vayas a enfriarte.
- ¿Vas a irte así?
- Tápate, que vas a enfriarte.
- ¿No has traído nada más?
- ¿No te pones la toalla?
- Calla, que te saco un pareo y luego me lo traes.

A su lado, las caras de desaprobación de mis padres me parecieron una tontería indigna de mencionarse.

lunes, 11 de julio de 2016

Llorando a mares

Un día ya no podía más y fui a una #lóquer.

Entré en una habitación con una mesa, dos sillas, una estantería con muchos cuadernos y un cuadro espantoso y empecé a hablar.

Hola, me llamo Gordipé y tengo nosecuantos años. Necesito que una persona desaparezca de mi vida pero se conoce que yo sola no puedo desaparecerlo y por eso necesito ayuda, o me moriré de pena.

Y le conté la historia que había vivido con Aquiles, llorando a mares. Por encima, claro, es difícil resumir la vida entera de una en un rato, sobre todo cuando una no deja de llorar y de hipar y de querer morirse. Es difícil, eh.

Pero la resumí. Y ella, como buena #lóquer, fue muy comprensiva. Me dejó hablar, me preguntó lo justo y apuntó muchas palabras con una letra grande y desgarbada, ilegible al revés, en el cuaderno amarillo que iba a ser para mí. Y yo no paraba de llorar. A mares.

No recuerdo bien lo que le conté aquel día pero sí recuerdo lo triste que estaba, lo triste que estuve hasta muchos días después.

Unos pocos días después me senté con Aquiles y le expliqué que tenía que desaparecer, que teníamos que desaparecer el uno de la vida del otro porque, si no, yo me moriría de pena.

Tienes que desaparecer, no vamos a vernos más. No quiero volver a hablar contigo. No quiero volver a verte. No quiero que estés en mi vida, de ninguna manera, le dije, llorando a mares.

Y, ¿qué pasa conmigo? ¿No importa lo que yo quiera?, me dijo, enfadado porque, por primera vez, su deseo no era lo más importante entre nosotros.

No, no importa, le dije, llorando a mares pero con voz firme. A mí ya no me importa.

Pero, ¿estás diciendo que esto va a ser para siempre?, repetía, desconcertado.

Sí, va a ser para siempre, decía yo, cada vez más segura.

Se resistió. Se resistió mucho. Planteó alternativas. Enumeró todas las razones que explicaban por qué estaba equivocada. Me atacó en la línea de flotación, con cariños, abrazos, besos, con recuerdos bonitos. Yo me defendí esgrimiendo el único argumento que necesitaba: no quiero seguir contigo porque me haces muy infeliz, le dije, llorando a mares.

No quiero desaparecer de tu vida, me dijo.

No importa lo que tú quieras.

Y le dije adiós.

Han pasado casi seis meses y ya he dejado de llorar.

lunes, 27 de junio de 2016

Basura

Qué desesperanza. Qué horror. Qué espanto.

Y eso que me he cansao, y escribo este post antes de saber cómo ha quedado definitivamente el recuento de votos, diputados y esas mierdas de las segundas elecciones generales en seis meses.

SEGUNDAS.

Mi cuñada interior ha sacado algunas conclusiones:

  • Con este sistema las campañas electorales no sirven para nada. Estamos en el mismo punto que hace seis meses. Y lo peor es que el sistema no va a cambiar porque resulta que salen siempre los moderados a quienes da miedo cambiar cosas del sistema por si no vuelven a salir.
  • A los españoles se la pela la cosa política casi tanto como a los políticos los españoles. Y todo españoles.
  • Debe haber mucha gente que vota a lo lóquer, por colores, por el más guapo o por todas a la vez.
  • El ser humano es muy de sus costumbres y de lo de toda la vida.
  • Cuando alguien sale en una lista para que le elijan para algo en unas elecciones se activa el gen soy imbécil pero de aquí no me echan ni con escoplo, el síndrome  y tú más, y la afección multiorgánica prometer hasta haber metido.
  • Tener que elegir entre opciones que, en otras circunstancias, son basura, nunca, NUNCA, puede dar como resultado nada bueno. Sólo más basura.
No aprendemos. 

Tenemos basura porque merecemos basura.


viernes, 24 de junio de 2016

Flotar en el mar

Abro los ojos y veo el cielo. 

Diría que no hay nubes, al menos no veo ninguna desde aquí.

Desde aquí es desde donde estoy ahora, quizás dentro de unos minutos esté más allá, y allá sí haya nubes. Aquí no hay. No, espera, a ver... falsa alarma... creo...

Cierro los ojos. No me interesa saberlo.

El caso es que aquí el agua está un poco fría, pero sólo un poco, lo suficiente como para notar el contraste cuando las olas se mezclan con el calor del sol.

Con los ojos cerrados me concentro en el sonido del mar. No hay otro sonido igual. O es porque permite que se escuche latir el corazón como en ningún otro sitio. A veces pienso que sólo en el mar puede una estar segura de que está viva de verdad. Luego pienso en lo del bistec y se me pasa. 

No tengo claro por qué he empezado a pensar en comida mientras floto como un peso muerto. ¿Tengo hambre? No puede ser, nunca tengo hambre en el mar. Bueno, nunca no es exacto. No como en el mar porque se moja todo y es un asco. ¿Por qué estoy pensando en comer? ¿He comido gambas o algo marino últimamente? Tendré antojo de sepia, vete a saber. O igual es porque podría ser yo la comida de... ¿seré yo el pez pequeño de algún pez más grande? 

Abro los ojos y veo el cielo.

Sigue siendo azul y aquí tampoco hay nubes.

Noto el agua fría en la nuca, jugando con el pelo. Sonrío.

Cojo aire y echo la cabeza hacia atrás, luchando por un momento contra el agua y la sal para sumergir la cabeza y escuchar el mar en todo su esplendor. 

Al volver a la superficie abro los ojos de nuevo y confirmo que aún no hay nubes. 

Y me escucho sonreír.

Flotar en el mar y escucharse es uno de los pequeños placeres de la vida.

miércoles, 22 de junio de 2016

Chispas

Hace un tiempito conocí a un señor en una red social de esas que podríamos denominar.

Estaba casado, claro. Andaba pesaroso, rencoroso con la vida y el amor. Bueno, en realidad andaba rencoroso con su santa. Estaba desesperaíco porque pensaba que había descubierto que ella tenía un lío on line.

Despechado, se lanzó a vengarse con la misma moneda: el engaño y la traición.

Mientras él andaba llorando por los rincones y follándose a tó lo que se menea, ella tonteaba y tonteaba con el otro. Hasta yo, que tengo la intuición de un zapato y las entendederas de un niño de tres años, me di cuenta de que si no se habían lanzao a la lujuria desenfrenada deberían hacerlo, porque saltaban chispas del tamaño de Alpedrete.

Nunca le di la razón, no se lo merecía, pero la tenía.

Un tiempo después, se separaron. Acabaron como el rosario de la aurora y yo dejé de verle. Nunca más he sabido de él.

Ni de ella. Su cuenta desapareció. Quedó como la zorra que echó a perder un matrimonio modélico por cepillarse a un tipo que conoció en la Red. Un tipo que, con el tiempo, desapareció también.

Hace poco descubrí por azar la nueva identidad del destrozahogares.  

Ahora hace saltar chispas del tamaño de Castilla La Mancha con otra, mientras su santa prepara un nido, feliz como una lombriz.

La vida, cómo es, de puta.

martes, 31 de mayo de 2016

Cosas urgentes

Hace unos días, casi una semana, llevaba unos zapatos cerrados con medias. A medida que iba pasando el día subía la temperatura. Y los pies se me recocían.

A mediodía estaba desesperada. Como cuando te tira algo de la sisa. Incómoda. Muy incómoda.

Se acercaba la hora de comer, pensaba en el porrón de horas que me faltaba para llegar a casa y quitarme las medias y los zapatos e iba enfermando. Literal: me puse enferma. Y empezó a instalarse en mi cabeza un monotema: tengo salir a comprar unos zapatos de urgencia.

La antigua Gordi, la inmadura, caprichosa y despilfarradora Gordi, ni siquiera tenía que pensar en argumentos a favor de la idea. Estaban ahí, ya pensados, utilizados mil veces:
- Si son de urgencia, serán superbaratos y súperponedores, los amortizaré rápidamente.
- No tengo por qué aguantar este sufrimiento.
- LOS NECESITO.

En estas estaba cuando apareció la nueva Gordi, la inmadura, caprichosa, otrora despilfarradora y ahora reflexiva y canina Gordi, con una bolsa de argumentos también pensados, pero apenas desgastados:
- Ya tienes unos 100 pares de zapatos. No te engañes, aún tardarás mil años en amortizarlos todos. 
- Tampoco estás sufriendo tanto, puedes esperar, no seas exagerada.
- No, NO LOS NECESITAS.
- No te lo puedes permitir ahora.
- NO ES URGENTE.

No conseguía concentrarme con las dos versiones gordíferas vociferando en mi cabeza así que me lancé a buscar un paracetamol en la cajonera, porque ya veía venir la jaqueca por sotavento. 

Encontré algo mejor, al menos a primera vista: unas chanclas.

La sempiterna y precavida Gordi hizo su aparición en todo su esplendor, desplegando su poder como un manto de terciopelo rojo y armiño: en algún momento pasado pensó que estaría bien tener unas chanclas, supongo que por si se avenía una pedicura (también de urgencia, CLARO) y allí las dejó, envueltitas en la bolsa de tela blanca, esperando.

[Antigua Gordi ya no tenía argumentos y desapareció. Nueva Gordi resopló, ufana, sabedora de que había ganado la batalla sin luchar, siguiera, apuntando la victoria con una muesca más en el cinturón. Que, a ver, se puso tonta sin razón, porque las chanclas estaban ahí desde el año pasado pero, qué quieren está con la cosa del refuerzo que no caga. Precavida Gordi se fue a dar una vuelta, a ver qué guardaba para otro día.]

No pude reprimir una sonrisota de satisfacción mientras me quitaba las medias y los zapatos. Ni cuando me fui a la cocina a por agua, triunfante, victoriosa, totally goddess

Al volver me quité las sandalias, las guardé cuidadosamente y volví a calzarme las medias y los zapatos. No sé andar con chanclas con cierta dignidad.

Aguanté estoicamente el sufrimiento hasta llegar a casa y al día siguiente me puse calzado abierto.

Sé que hay una metáfora de la vida por aquí, en algún sitio, pero no acabo de verla…

viernes, 27 de mayo de 2016

Ver dormir

Ver a las personas dormir plácidamente en el tren o el autobús, despertando milagrosamente justo antes de su parada. 

Repasar tranquilamente el rostro relajado, la frente despejada, la boca entreabierta, los ojos cerrados... sabiendo que quizás ahí adentro hay una historia épica que merece ser contada pero nunca lo será. 

Observar la placidez de una cara desconocida dormida, vencida al sueño, ajena a lo que pasa a su alrededor, expuesta, vulnerable. 

Aventurar el cabeceo con cada parada, cada movimiento brusco, cada ruido inesperado, y admirarse cada vez que el instinto recoloca el cuerpo y sigue su camino en brazos de Morfeo.

Sonreír cuando esa persona despierta, aún torpe, amenas consciente de que ya no está dormida y tiene que seguir su camino, con una ligera mueca de disgusto porque, eh, acaba de despertar.

Imaginar la razón de ese sueño inmisericorde, que vence sin importar dónde ni cómo, sin vergüenza, aguantando las ganas de preguntar, sin más, por qué. 

¿Se habrá quedado despierto estudiando porque tiene un examen? ¿Tendrá un bebé que no le deja dormir y aprovecha para dormir cuando puede? ¿Habrá soñado? ¿Qué habrá soñado? ¿Habrá pasado la noche de fiesta? ¿Estará preocupado por el dinero, estará enfermo, será insomne...? 

Ver dormir a un desconocido e imaginar que pasa dentro de su cabeza es un de los pequeños placeres de la vida.

jueves, 26 de mayo de 2016

Hombres que sí a todo: James Franco


James Franco mola. 

Porque un hombre que besa su reflejo en el espejo con una sonrisa y saca la lengua tiene que molar. 

Un hombre que no duda en sonreír, abrir la boca y ofrecer su lengua a la primera de cambio, aunque sepa que va a encontrarse con el tacto frío y duro del cristal, tiene que molar. 

Porque sí. Porque besar una sonrisa, besar con una sonrisa, y acercar la lengua a otra piel, es una de las cosas más sensuales, eróticas, sexies y arrebatadoras que se pueden hacer con otra persona. 

Cierra los ojos y piensa en uno de esos besos. Recuerda cómo sentiste el calor en tu cara, en cómo notabas su respiración, tu respiración, los jadeos, la prisa... Piensa en que sabías qué hacer, exactamente, en cada momento. Recuerda la humedad, lo suave que parece todo, lo perfecto que es todo... 

Si te estás entonteciendo pensando en lenguas, bocas, manos y cosas que se mueven, no padezcas. Y agradéceselo a James Franco, que mola.

Venga, llévame la contraria, si puedes.




martes, 24 de mayo de 2016

Presiosos

Este fin de semana he estrenado unos zuecos de verano. 

Los compré hace meses y tenía muchas ganas de estrenarlos. Muchas MUCHÍSIMAS. 

Son perfectos porque son de madera de verdad, no de la mierda de resina esa que hay ahora, y porque brillan y tienen purpurinas de colores y porque son presiosos, PRESIOSOS. 

De vez en cuando me los ponía para ir por casa, pensando así, si tienen que hacerme daño, que me hagan aquí, y los domo antes de que empiece el verano. Y, oye, me plantaba los zuecos purpurinosos y me ponía a hacer las faenas del hogar con otra cosilla, qué quieres que te diga, me sentía como más glamourosa. 

Me paraba en medio del comedor, me miraba los pies, y supongo que sonreía, avanzando lo que iba a ser un emocionante y colorido verano de purpurinas, lujurias y azoteas. ,Son presiosos, PRESIOSÍSIMOS, me decía. 

Y me repetía, recontenta. Qué bien, no me hacen daño. SON PRESIOSOS Y NO ME HACEN DAÑO Y SOY MUY FELIZ. Y taconeaba por la casa, tranquilamente.

Eh, no te creas, igual en algún momento, fugazmente, me pasaba por la mente esto de qué tontería es esa que unos simples zapatos me hicieran feliz, qué frivolidad y que despilfarro. Luego me acordaba de que hay de quién es feliz porque gane un equipo u otro y hasta sale a emborracharse y montar el pollo por ahí y, oye, mi pequeña, sobria e íntima felicidad me parecía muy bien y muy correcta. 

Y en estas estaba cuando, después de tanto esperar, llega el gran día y estreno los zuecos. 

¡¡¡ESTABA TAN CONTENTA!!! 

TAN...

Pues no. Me han me han rozado los pies. A mí, que llevo cualquier cosa y casi nunca me hacen daño los zapatos, que los he entrenao, que los he querido incluso antes de salir a la calle… pues he tenido que ponerme tiritas porque me han hecho mucho daño. 

Pero eso no es lo peor, qué va, lo peor es la desconfianza porque, si temo que van a herirme la próxima vez, ¿volveré a ponérmelos? Si me los pongo, ¿llevaré un repuesto, por si acaso?  



Sé que hay una metáfora de la vida por aquí, en algún sitio, pero no acabo de verla…

martes, 17 de mayo de 2016

Una de esas personas

¿Sabes esas personas que te caen bien casi al momento, porque notas que son inteligentes, educadas, respetuosas, divertidas, generosas y cariñosas, pero sin empalagar? Sí, hombre, sí, esas personas por las que sientes curiosidad de la buena, porque sabes que gente con criterio que te importa las quiere mucho y que seguro que vale la pena conocer. ¿Sabes esas que hacen que te sientas cómodo cuando las conoces, con ganas de compartir más cosas, que te sorprenden de vez en cuando porque parece que nunca terminan su curiosidad por el mundo? 

Pues a mí me gusta Anijol porque es una de esas personas. 

Hoy es su cumpleaños. Se incorpora a los 40, estoy segura de que con una sonrisa.Y yo le deseo que cumpla muchos más. Porque el mundo es mucho mejor con personas como ella.

Felicidades, querida. Per molts anys! 

jueves, 12 de mayo de 2016

Confianza fraternal

Bro ¿te has puesto una foto de intensito?


No sé que es intensito.

Filtro vintage.
Contrapicado.
Gafotas modernas de espejo.
Gorra de tweed. 
Guitarra. 
Foulard.
Montañas de fondo. 
Nubes de Los Simpsons.
Un intensito.

En Tuiter lo petabas.

Imbécil 


¡¡¿¿¿Te has puesto una foto de intensito en Whatsapp!!!???
¡¡¡VOY A DECÍRSELO A MAMÁ!!! 



Mamá no va a saber qué es intensito, IMBÉCIL.

Yo se lo explico, no padezcas 


Estamos cenando todos en casa de Pedro y acabo de decir en voz alta que llevas faja de color carne.

RÍETE AHORA DEL INTENSITO.

lunes, 9 de mayo de 2016

Merecedores

Es curiosa la percepción que cada uno tiene de lo que se merece.

Hay personas que piensan que como han hecho lo que tenían que hacer, como han seguido todos los pasitos para llegar a un sitio, merecen la recompensa, o, lo que es lo mismo, lo que querían conseguir cuando empezaron el camino. Como yo quiero A y para conseguirlo tengo que hacer B, cuando hago B merezco A.

Luego están los que piensan que merecen una recompensa, una cosa buena, o muy buena, o superbuenísima, porque sufren.Y sufren. Y sufren. Por mil cosas. Sufren y están cansados de sufrir y como creen que ya han sufrido bastante, pues dame lo mío y que sea bueno. Como sufro A, B y C, merezco D.

También están los que se esfuerzan hasta el límite mismo de sus posibles, los que ponen toda la carne en el asador para conseguir su objetivo, los que anteponen eso a cualquier otro deseo y, cuando creen que ya no pueden hacer más, exigen lo suyo porque se lo merecen. Como he dejado por el camino A, B y C, merezco D.

Y, bueno, no olvidemos a los sacrificados. A los que creen que hacen cosas por los demás, o para sí mismos, y que una especie de boomerang cósmico reconocerá su bondad y le soltará entre las manos, caída del cielo entre cantos de ángeles y nubes de algodón, una lámpara maravillosa con genio campeón que satisfará todos sus deseos, porque se lo merecen. Como he hecho A, y quiero B, dame B, que me lo merezco.

Y resulta que no hay nada seguro, amiguis, la ley de la compensación universal no existe.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Se puede

Estoy cambiando. A la carrera.

No es una crisis de la mediana edad. No es un futurible. No es un deseo y ya está, como que me toque la lotería, qué va.

Estoy cambiando y no es ninguna tontería, eh, que la cosa tiene su aquel. Es un querer que no sé hacia dónde va, sólo sé dónde no quiero volver a estar. Es como si hubiera quitado un atasco en algún sitio que ha dejado sitio, mucho sitio, para que todo se reordene, y para que me quede sitio para maniobrar, tranquilamente.

Que sí, que se puede, oiga. Contrariamente a lo que se dice por ahí, las personas podemos cambiar. Sobre todo si ponemos empeño y consciencia. Y voluntad. Y disciplina.Y una resistencia al fracaso y a la frustración tirando a grandotas. El proceso en sí no es supermolón ni supersatisfactorio ni mierdas de eso pero se puede. Una se muerde la lengua, cuenta hasta diez, respira hondo y se puede.

No tengo muy claro cuál va a ser el resultado, pero estoy viendo el proceso y a veces da miedo. Porque se puede cambiar, sí, por mucho que se diga que la gente no cambia. La gente, no sé, es demasiado vago, las personas, sí.

A veces me pregunto si los demás se dan cuenta del cambio, y casi siempre me respondo que no. Tengo la peregrina idea de que cuando vemos [somos vistos] de una manera durante un tiempo, es muy difícil que los demás se den cuenta de los cambios, a menos que los señalemos. Y eso no tiene gracia, claro. Señalarlos, digo.

El caso es que me da igual. Mi cambio es mío y melofo como quiero.

Y, es curioso, cuando veo como desde fuera cómo reacciono, apenas me reconozco. Soy yo, es mi cara, mi pelazo, pero es otra yo, no sé si me entienden.

Ahora la intriga es si el cambio va a hacer que alguna persona que me quiere deje de hacerlo y cómo voy a gestionar eso. Peliagudo, ¿no?

jueves, 10 de marzo de 2016

Localismos

Anda el otrora muso del valencianitismo Francisco ofuscado con el nuevo gobierno de coalición del PSOE-PSPV/Compromís/nosequé dePodemos, insultando no sólo a la vicepresidenta, sino a todos lo que hemos votado a Compromís, porque no le gusta que piense en alemán y no sé qué chorradas más. Se conoce que se le ha soltao el culo con lo de ¡qué vienen los rojos!, y pasa el día insultando democráticamente, como dios manda. Todo con mucho respeto y eso.

Y a mí me parece muy bien, porque queda todo muy claro cuando una persona como él, una persona tan medida, con una argumentación tan rica, esgrime su lógica aplastante contra quienes no han votado lo que él quería y nos llame ignorantes, ilusos, gentes de poca cultura. Me parece bien que esta persona vaya dando lecciones de cómo debe sentirse uno que quiere más, o menos, a la tierra que le vio nacer. Él sabe de lo que habla porque grabó el himno de la ciudad y eso es de querer mucho y con mucha emoción. 

Que yo me pregunto, especialmente estos días pre-falleros, si es que no andará mosqueao con esto de que el nuevo gobierno se haya quitado de encima un poquito de caspa y, juraría que sin querer, en lugar de poner setenta veces al día el Valencia de Francisco anda poniendo música en valenciano (¡EN VALENCIANO, EN VALENCIA, EN FALLAS, EL ACABÓSE!), con los consiguientes muchos menos euros por derechos que cobrará este señor de la SGAE.

Supongo que a los forasteros de tierras valensianas esta mierda de polémica se la trae al pairo. Incluso puede que contribuya a que la imagen de los valencianos, signifique lo que signifique eso, más allá de la cosa administrativa, se hunda cada vez más en la miseria, y que siga dándoles igual, lógicamente. También me parece bien, queda en anécdota de conspiranoico y, mira, es un tema.

Y aquí andamos con estas cositas, mientras el grupo popular del Ayuntamiento de la ciudad (menos uno) ha sido llamado a declarar ante un juez por blanqueo de capitales, mientras se va confirmando que había una trama criminal para financiar el Partido Popular, mientras van saliendo los miles de millones de euros que han desaparecido de las empresas públicas, controladas por el Partido Popular, mientras...

Bueno, aquí andamos entretenidos con las tonterías de Francisco porque lo demás da mucho miedo.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Prueba superada

Sólo me ha costado un año y tres meses cumplir la mitad de los propósitos de 2015. Y ya me estoy satisfecha. Soy lenta, sí pero, qué quieren, una hace lo que puede.

Que igual es que miraba muy alto. Al dedo, a la luna, a la nada... Sí, definitivamente, miraba muy alto. Y una, que siempre ha sido poco ambiciosa, se abrumó con tanto que hacer y se dejó llevar por el que sé yo y el chi lo sa, y ahí andaba atascada, entre la frustración, el desengaño y el no saber. Hasta que ha ido sabiendo.

Y es que ha sido muy difícil cumplir algunos. Otros, no, otros sigue siendo un placer. Y otros... mira, ya ni me los planteo como propósitos, sólo son cosas que escribí una vez, que no le debo a nadie y ya se me han olvidado. Qué fácil era...

Lo mejor de todo es que aún no ha terminado marzo y ya he cumplido el único propósito que me hice cuando empezó este 2016, este año raro de rima sosa: cumplir alguno de los que me hice el año anterior.

Y me siento muy orgullosa de mí. Porque a veces las cosas pequeñas acaban siendo muy grandes.

¿Trampa? Pues sí, pero es que si uno no se consuela es porque no quiere.

martes, 8 de marzo de 2016

Cosas de chicas


  • En casi todos los trabajos que he tenido el 90% de la plantilla ha sido femenina pero los jefes han sido hombres. ¿Eres chica o jefe?
  • En varios trabajos me han hecho recomendaciones sobre la ropa o el pelo. A mis compañeros, jamás.
  • He cobrado lo mismo o menos que compañeros menos cualificados, con menos experiencia y a los que he tenido que supervisar.
  • He escuchado varias veces "no voy a contratar a más mujeres, no paran de tener hijos". *
  • He escuchado cienes de veces las quejas de hombres que no creen que las mujeres suframos discriminación laboral porque, fíjate, ellos siempre contratan a mujeres. Como secretarias. Porque en los almacenes, no, que hace falta mucha fuerza y destreza para manejar las carretillas, y son para los hombres. Qué tenemos suerte, dicen.
  • He tenido varias jefas directas, mandos intermedios, que, menos en una ocasión, todas han visto cómo les pasaban por delante hombres que acababan de llegar y aún no habían demostrado nada.
  • Me han preguntado si tenía pareja y si pensaba tener hijos en todas las entrevistas de trabajo que he hecho en los últimos diez años.
  • Me han preguntado por mi supervisor en innumerables ocasiones, a pesar de haber dejado claro que era la responsable del proyecto.
  • Una vez me eligieron en un proceso de selección porque la otra candidata se acababa de casar y pensaban que querría tener hijos pronto porque tiene la edad. 


Hoy es el día de la mujer trabajadora. Felicidades, señoras.



* Porque, como todos sabemos, la especie humana se reproduce por esporas y los hombres no tienen hijos.