Lo peor que le puede pasar a un blog es que te deje de escribir. De repente notas que tú quieres pero él no, y poco a poco va ganando.
Es como cuando tienes unos días de vacaciones y dices mira, hoy no voy ni a ducharme, y cuando quieres darte cuenta tienes unas rastas graciosas y a una roncha de colacao del viernes pasado en la camiseta le ha salido barba. Y ya te da pereza.
Porque lo peor es eso, la pereza. Que llega un momento en el que al blog le da pereza asomarse a los sitios, que ya, pa qué, si tienes Tuiter, y caralibro, e Instagram. ¡Coñe, si hasta tienes Linkedin! El blog tiene la sensación de que ya lo ha contado todo, que igual ya no queda nadie a quien contarle cosas, o que igual ya no tiene nada que contar, que vete a saber si vale la pena liarse a decir cosas en todos los sitios, que no es que tenga tanta vida interior... Ná, que es todo pereza.
Que a ver si va a ser nomás cuestión de ponerse otra vez, de recoger las rutinas de allá dónde se escondieron, meterse un ratito bajo el grifo de agua fría, espabilarse y ponerse de nuevo en marcha.
Yo le digo que sí, que va a ser eso, que se plimple unas cocascolas o algo y que vuelva. Le digo que se desperece a gusto, que se rasque donde quiere, todo el rato que le haga falta, pero que vuelva.
Ay.
ResponderEliminarQue vuelva.
ResponderEliminarEso, que vuelva.
ResponderEliminarSí, que vuelva.
ResponderEliminarPues sí que estamos bien...
ResponderEliminarPereza nooooooo, pereza caca. Que si la dejas ir, ya no hay quien se la quite de encima.
ResponderEliminarQue vuelva, con cocascolas o cafeses o lo que sea.
ResponderEliminarNo, si vuelve, PERO.
ResponderEliminarEscribe. Por favor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar