martes, 5 de mayo de 2015

Perezoso

Lo peor que le puede pasar a un blog es que te deje de escribir. De repente notas que tú quieres pero él no, y poco a poco va ganando.

Es como cuando tienes unos días de vacaciones y dices mira, hoy no voy ni a ducharme, y cuando quieres darte cuenta tienes unas rastas graciosas y a una roncha de colacao del viernes pasado en la camiseta le ha salido barba. Y ya te da pereza.

Porque lo peor es eso, la pereza. Que llega un momento en el que al blog le da pereza asomarse a los sitios, que ya, pa qué, si tienes Tuiter, y caralibro, e Instagram. ¡Coñe, si hasta tienes Linkedin! El blog tiene la sensación de que ya lo ha contado todo, que igual ya no queda nadie a quien contarle cosas, o que igual ya no tiene nada que contar, que vete a saber si vale la pena liarse a decir cosas en todos los sitios, que no es que tenga tanta vida interior... Ná, que es todo pereza.

Que a ver si va a ser nomás cuestión de ponerse otra vez, de recoger las rutinas de allá dónde se escondieron, meterse un ratito bajo el grifo de agua fría, espabilarse y ponerse de nuevo en marcha.

Yo le digo que sí, que va a ser eso, que se plimple unas cocascolas o algo y que vuelva. Le digo que se desperece a gusto, que se rasque donde quiere, todo el rato que le haga falta, pero que vuelva.


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