Pasamos los días con la creencia de que tenemos que ser los mejores. Que tenemos que acabarnos todo lo que hay en el plato. Que tenemos que tener metas en la vida y alcanzarlas. Que tenemos que hacer lo que tenemos que hacer. Que tenemos que sufrir para presumir. Que no vamos a llegar a nada si no nos esforzamos mucho. Que tenemos que andar rectos para que no nos salga chepa. Que tenemos que aprender cosas cada día. Que el trabajo dignifica. Que no debemos quejarnos porque siempre hay alguien que está peor. Que nadie te regala nada. Que el fin justifica los medios. Que está feo morderse las uñas. Que tenemos que ser buenas personas porque sí, poner la otra mejilla, defender a los débiles y criticar a los poderosos. Que tenemos que triunfar para ser importantes. Que es importante ser importante. Que la vida es así.
Y yo reivindico poder quitar el borde de la pizza y apartar las alcaparras porque no me gustan. Reivindico el desorden ordenado a mi alrededor. Reivindico hacer un agujero más en el cinturón para que no me apriete, en lugar de sufrir una dieta infinita. Reivindico poder perder el tiempo arrancando las hojas muertas de las plantas en lugar de estar haciendo la cama para dejar la casa ordenada. Revindico el placer de caminar despacio hacia el trabajo mirando alrededor sin prisa, imaginando historias dentro de las casas. Reivindico dejar las cosas a medio hacer. Revindico la elección de ser mediocre, de no tener ambición, de querer vivir tranquilo, de no medir la propia vida comparándola con los demás, de no querer siempre más de todo.
Con la excepción de las croquetas, ahí sí que hay que querer siempre más o es que estás muerto por dentro.
Te apoyo. Querer siempre más y mejor tiene que ser agotador. Me has recordado a cuando iba al parque con mis peques, y los padres por ahí decían siempre lo listos que eran sus hijos, lo bien que caminaban, lo mucho que cagaban y todo eso, y yo siempre les decía: el mío es mediocre, del montón, lo hace todo normal. Y me miraban raro.
ResponderEliminarBesos.
Y que bien sientan esas cosas, y es cierto, con las croquetas hay que perseguir la perfección.
ResponderEliminarYo paso de ser mejor, vamos ni me lo planteo. Eso sí, sueño con la perfección en la tortilla de patata. Lo demás me da bastante igual la verdad.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=h1efflGWG7o
ResponderEliminarBueno, pues yo sí que aspiro a mejorar. Lo mediocre ya me sale solo de forma natural. Si mi ilusión (acepción 2ª del DRAE) es seguir siendo como ya soy, entonces se me habrían acabado las ilusiones.
ResponderEliminarLo que no hago es imaginar imposibles, eso tampoco, porque entonces las ilusiones se convierten en ansiedades y dejan de ilusionar.
Me quedo con la última frase del segundo párrafo (no sabes la de veces que lo comento con ciertas amigas). Y me encanta toda la entrada.
ResponderEliminarMoli, ND ha llegado a la perfección en la tortilla. Te invito de su parte cuando quieras.
A mí me gusta que cada uno aspire a lo que le salga de las pelotas sobre lo que sea, pero sin joder al de al lado.
ResponderEliminarMe extraña el título.
ResponderEliminarEso no es ser mediocre. Eso es saber disfrutar de tu vida a tu ritmo, con sus pausas, saboreándola. Saber ser feliz, vamos.
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