Digo bien: me enamoré.
Me enamoré de un hombre gordo, grande, calvo, mayor. Un hombre cruel, inseguro, infiel, mentiroso, canalla y pendenciero. Hasta las trancas. No daba crédito: me obsesioné con él.
Soñé con él muchas noches: aparecía en el quicio de la puerta en batín, y me alargaba una taza de café de los Rolling, justo antes de desaparecer hacia el baño.
Me despertaba con ese hombre en la cabeza, deseando que llegara de nuevo el momento de ver cómo ordenaba asesinar a alguien. O cómo fantaseaba con tirarse a alguien. O cómo escapar de su esposa o la policía.
Deseaba que se saliera con la suya, aunque la suya fuera el mal. Yo deseaba que a este hombre malo todo le saliera bien. Y también que no cambiara nunca en nada, porque era perfecto.
Un día Tony dejó de traerme café y se me pasó la locura.
Bueno, sólo un poco.
A mí la verdad es que no me va mucho, pero me ha gustado mucho el post. Tengo que hacer un día el maromo de los jueves, que tengo alguno en mente.... :P
ResponderEliminarA mí la verdad es que no me va mucho, pero me ha gustado mucho el post. Tengo que hacer un día el maromo de los jueves, que tengo alguno en mente.... :P
ResponderEliminarNo he visto los Soprano y ya me han dado ganas :D
ResponderEliminarTony Soprano es un SI como una casa.
ResponderEliminarTony Soprano "me pone".
No he visto Los Soprano, así que no puedo opinar. PERO admito atracción secreta por algunos tipos que, a priori, parecen que no. :)
ResponderEliminarSe murió y me quedé sin mito erótico...
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