Por disgustos que no vienen al caso, he adelgazado unos kilos. O unos gramos. El caso es que es lo suficiente como para que la ropa me quede menos amorcillante. Yo estoy muy pagá y me veo pibonazo. Que puede que tenga una percepción algo distorsionada de la realidad PERO.
Con la tontería del ¿has adelgazado un poco? Pues ahora, un poco más, mi hermano el vigoréxico de los cojones no me deja comer turrón, ni beber cosas con gases, ni comer pan ni comer nada y, claro, aún me veo más delgada, si cabe.
Y lo digo. Todo el rato. En cualquier momento.
Hace unos días fuimos a comprar unas cosas a Ikea y en eso que te despistas y acabas a seis kilómetros y tres fronteras internacionales de tus acompañantes. Menos mal que en Ikea son sabios y rubios y los expositores están así, bajitos, y si te pones de puntillas y miras alrededor como si te hubieras perdido en la feria acabas encontrando a quién has perdido.
Yo ya me sé este truco y me estaba escondiendo. Ya había visto a mi hermano buscarme hacía un rato pero me caaaaaaaaarga hasta el infinito ir de compras con él y estaba escondiéndome un poco en las columnas y las esquinas.
Si alguna vez os dice de ir de compras, ignoradle, como si hablara con vuestro bolso.
Es daltónico y un poco übersexual y hay que decirle de qué pantone exacto es cada cosa, si pega con el resto de las cosas y por qué no necesita un QLÏCKRÔF de plástico para el baño, por barato que sea.
Compartí en silencio mis escondites durante un rato con un tipo que empujaba un carro lleno de CLOBSTRËJS, que también evitaba a sus acompañantes, a la sazón, su mujer y su hija prepúber. Creo que decidió seguirme para sentirse menos solo entre la multitud. O porque me vio entrenada, vete a saber.
En esto que mi bro me ve y viene hacia mí.
- ¿Dónde te habías metido? Llevo un rato buscándote. No te veía.
- Eso es por lo de mi extrema delgadez (gesto de macizorra pasándose las manos por el contorno sinuoso de las caderas). Hay que solucionarlo, vamos a merendar unos gofres.
Aún estamos descojonándonos de la cara de LAK barnizada que se le quedó a ese pobre tipo, que nos siguió el resto de recorrido con una mezcla de intriga y espanto, mirándonos en los reflejos de los espejos cuando pensaba que no nos dábamos cuenta.
Me meo XDDDD Hablando del nombre de las cosas nórdicas, me has recordado a Juanjo cuando me dice, muy serio: "tenemos que ir a Ikea porque nos hace falta una estantería JARL".
ResponderEliminarPegarse a alguien que tenga pinta de estar entrenada en eso de esconderse... buena táctica, me la apunto para las próximas compras navideñas! jajaja
ResponderEliminarAl final, ni Port Aventura, ni Disneyland, ni leches. IKEA como centro de entretenimiento. XDD
ResponderEliminarEso sí, los cafés y refrescos son más bien tirando a muy malos (por ser políticamente correcto). Si la gente de todo el mundo bebe Cocacola o Pepsi, es por algo, no innoves en eso.
Besos!!
PD: el tipo ese del carro tiene pinta de ser el mismo, o el hermano, de uno que me tocó sacar del laberinto del parque de atracciones... llevaba hora y media perdido, hasta que pasé yo por ahí. :P
Me ha encantao :'D
ResponderEliminarHabría que reconocer lo mucho que IKEA ha hecho por nuestra capacidad de vocalizar sin que se nos entienda nada de nada.
ResponderEliminarBesos, sílfide
MECHOPÍS. Mucho. Será tu pelirrojismo o algo, pero, has vuelto, Baronesa. Me da la risa otra vez, ay, qué bueno.
ResponderEliminarOjalá hubiese estado allí...
ResponderEliminarEsto es para verlo... Jajajajaja... ¡Qué risas!
ResponderEliminarAh, y ¿qué sería de nosotros sin los nombres impronunciables de Ikea?
Jajaja
ResponderEliminarQué genial :)
Para veros por un agujerito, jajajaj!
ResponderEliminar