Si pudiera pedir tres deseos, el primero sería tener la capacidad de aprender de todo, sin estreses ni sobrecargas. Saber cosas, saber cosas porque sí, saber cómo funcionan las cosas, es de lo que más me gusta de la vida. Y este año que se acaba he aprendido muchas cosas sobre muchísimas cosas.
Había hecho una lista muy extensa, porque he tenido que aprender mucho, sobre todo en el trabajo, pero sospecho que a largo plazo sólo van a importarme unas cuantas.
Por ejemplo, he aprendido mucho sobre los egos. Los egos de personas inconscientes de su mediocridad, de su normalidad. Los egos de los señores con la crisis de la mediana edad materializados en un cargo, por ridículo que sea. El absolutismo trasnochado y casposo de esos egos. El machipirulismo de esos egos. La imbecilidad de esos egos. Cómo pasar de esos egos como de comer mierda. El colapso de esos egos. La cosa negra entre los dientes de los egos.
Quizás lo que tenga más consecuencias sea el mesudalapollismo extremo. He aprendido mucho y muy fuerte, y con una dosis de inconsciencia excesivamente alta, a que cosas que otros dicen que son muy importantes a mí me resbalen. He aprendido, aún no sé a riesgo de qué, exactamente, a que me la pele hasta un extremo redentor, decepcionar o no a alguien. A veces lo noto, físicamente. Noto como una línea casi transparente hecha de letras mayúsculas que se contonean al son de una canción invisible entra por el oído izquierdo, se desliza, sigilosa, por las curvas del celebro, y sale, tranquila, impertérrita, por el oído derecho, exactamente igual que había entrado. Sin consecuencias. Sin estragos. Y no me gusta.
Y luego he aprendido a morir de desamor. Porque de amor, como ya sabemos no se muere uno NUNCA.
¿Tú que has aprendido este año?
Había hecho una lista muy extensa, porque he tenido que aprender mucho, sobre todo en el trabajo, pero sospecho que a largo plazo sólo van a importarme unas cuantas.
Por ejemplo, he aprendido mucho sobre los egos. Los egos de personas inconscientes de su mediocridad, de su normalidad. Los egos de los señores con la crisis de la mediana edad materializados en un cargo, por ridículo que sea. El absolutismo trasnochado y casposo de esos egos. El machipirulismo de esos egos. La imbecilidad de esos egos. Cómo pasar de esos egos como de comer mierda. El colapso de esos egos. La cosa negra entre los dientes de los egos.
Quizás lo que tenga más consecuencias sea el mesudalapollismo extremo. He aprendido mucho y muy fuerte, y con una dosis de inconsciencia excesivamente alta, a que cosas que otros dicen que son muy importantes a mí me resbalen. He aprendido, aún no sé a riesgo de qué, exactamente, a que me la pele hasta un extremo redentor, decepcionar o no a alguien. A veces lo noto, físicamente. Noto como una línea casi transparente hecha de letras mayúsculas que se contonean al son de una canción invisible entra por el oído izquierdo, se desliza, sigilosa, por las curvas del celebro, y sale, tranquila, impertérrita, por el oído derecho, exactamente igual que había entrado. Sin consecuencias. Sin estragos. Y no me gusta.
Y luego he aprendido a morir de desamor. Porque de amor, como ya sabemos no se muere uno NUNCA.
¿Tú que has aprendido este año?
Pues no lo sé pero me lo voy a pensar. Y yo quiero aprender lo del mesudalapollismo porque el centrifuguismo y bienquedismo son un horror para el cerebro de una, oyessss
ResponderEliminarHe aprendido ahora mismo a que no me den ataques de rabia gordos cuando escribes un comentario y se borra. EJem.
ResponderEliminarY a dar patadas con el empeine del pie en la nuca del contrario dando un giro. Es HIPER aparente y molona y estoy muy orgullosa de mis mawasi gueris. AUnque ya no pueda darlos.
He aprendido a detectar a la gente tóxica en cuanto se acerca por el olor. Para el año que viene, curso segunda parte: Alejarme de ellos cagando leches.
He aprendido cosas de numerología aplicada al curro que olvidaré felizmente en cuatro meses. He aprendido a tolerar a ciertas personas sin que se me note el ascazo.
He aprendido a conducir.
He aprendido a que el vértigo no me pare.
Y creo que he aprendido a bastantes más cosas, pero ahora no macuerdo.
Besos guapa.
Yo...A distinguir lo que resuena realmente con mis sentrañas de los valores requeteapropiados que he ido pillando de aquí y allá. A leer mis niveles de energía, y saber cuándo es necesario parar. A quitarme morralla mental de encima. A regalar tiempo a los demás.
ResponderEliminarA seguir caminando aunque sepas que has perdido el rumbo, la vida suele ser lo suficientemente generosa (o bruja) como para ofrecerte otro.
ResponderEliminarY he conseguido no olvidarme de disfrutar de las pequeñas cosas, que son la clave.
Un beso
Pues es que yo estoy también con el "mesudalapollismo" avanzado, aunque tengo que apoyarlo con sobreconfianza en que todo va a ir bien. Es lo que tiene estar en paro, sin prestación y tirando de los últimos ahorros, XD: me la suda porque además sé que just in time encontraré un curro y todo se arreglará. Y chimpón.
ResponderEliminarYo he aprendido a ser fuerte cuando pensaba que no lo podía ser. Y a que la vida son dos días y hay que disfrutarlos.
ResponderEliminarLa de cosas que se aprenden en un año, vágame... Y seguro que nos dejamos un porrón...
ResponderEliminarEl melasudalapollismo redentor suena muy Zen. Me lo apunto para días de densidad extrema de mononeuronal por metrocuadrado.
ResponderEliminarBesos!