Hace unos años yo era una persona diferente (afortunadamente). Aún no sé muy bien por qué, trabajaba mucho, en muchos sitios y ganaba bastante dinero.
Como nunca he sabido qué quería ser de mayor y soy de natural pesimista ahorré gran parte de ese dinero, consciente como soy de que las cosas pueden cambiar en un segundo y de mis posibilidades en la vida son las que son, de clase media-baja trabajadora. No suelo gastarme de golpe las pagas extras y sólo compro cosas que puedo pagar en el momento.
Me ha ido bien.
Hasta este año.
A principios de año una persona que era muy importante para mí, en una muy mala situación económica, me pidió dinero, lo que viene siendo una cosa muy bien. Lo pensé unos días. Dudé mucho. Recordé cuánto me había jodido dejar dinero otras veces porque había acabado jodiendo un pocomucho la relación implicada. Pensé y pensé. Y presté la pasta, consciente de que era poco probable que volviera a verla viva.
Ni siquiera calculé mal, creo que ya sabía que la relación estaba fatal, que no podría empeorar más. Aún así, presté el dinero pensando que a mí no me hacía falta y a él sí, que yo podía manejarme de sobra sin llegar a tocar la hucha gordota y él no tenía donde caerse muerto.
La consecuencia de este primer sablazo es que empecé a ahorrar para volver a mi sitio de confort, gastar menos y privarme de algunas cosillas. Que no me faltaba de ná, pero me privaba de caprichos y eso. Entonces me di cuenta de que me igual sí había calculado un poco mal, porque yo me privaba mientras veía que la otra persona no. Yo no me iba de vacaciones para ahorrar y recuperarme y él sí. Y FATAL.
Hace poco llegó el segundo sablazo. Mi hermano, el adoptado, sus pifias y sus movidas y su mierda de vida. ¿Cómo iba a decirle que no? SABLAZO CAMPEÓN.
Y, de repente, me vi el día 15 del mes con treinta y pocos euros en la cuenta. Ahí donde siempre había varias pagas extras, que hacían que viviera segura y confiada, saliera cuando me venía en gana y me sintiera independiente, ahí, NO HABÍA NADA.
Me ha afectado mucho. He estado muy enfadada todo el tiempo. Muy enfadada. Y me he decepcionado mucho a mí misma por haberme enfadado tanto con otras personas por algo que había hecho yo. He pasado por muchos estados a cual más asqueroso y oscuro. Sin embargo, he aprendido algo que, aunque feo, intuyo que va a ayudarme en el futuro: no voy a volver a sentirme responsable del bienestar de quien no es responsable de su propio bienestar.
¿Quieres un consejo gratis? No prestes dinero, es una trampa mortal.
Y ya está, ya lo he dicho. A ver si vamos desatascando...