lunes, 29 de septiembre de 2014

El nuevo gordismo (I)

Como gorda con pedigrí y coolhunter aficionada, últimamente he detectado una tendencia en la Internec que me da un poco de miedo: la revalorización del gordismo.

Supongo que es fruto del rebote gorditista, de una mezcla entre el cansancio por la tiranía del modelo de talla 34, con el que muchas mujeres no se sienten identificadas, y que gracias a Internet y eso las gordas empezamos a estar más visibilizadas como gordas, quizás en respuesta a años y años de quejas por escondernos en el armario de tres puertas de la habitación de papás.

Me da miedo porque, igual que me parece un error la imposición de un modelo escualo, que puede causar tantos problemas de autoestima y salud en las niñas y mujeres que blablabla..., la buenificación del gordismo puede llevar a que se trivialice, a que se deje pensar que estar gorda no es tan terrible y no pasa nada llevar una talla 52, porque ahora hay ropa ideal en casi todas partes.

Creo que a veces se confunde lo de intentar sentirse bien, sea uno como sea, con defender lo indefendible: que estar gorda mola más que no estarlo. Con la excepción de quienes tienen problemas de delgadez, una no está más feliz desde que engorda varios kilos, normalmente. Cuando una se ve cada día más gorda, que de temporada a temporada no le cabe la ropa, que se cansa más, duerme peor y se le hinchan las piernas, no, una no suele sentirse mejor. ¿Puede una sentirse bien estando gorda? Supongo que sí, no trabajo ese tema pero hay quien dice que sí. ¿Es mejor estar más gorda? Salvo honrosas excepciones, no.



Me parece muy bien que se empiece a normalizar que hay personas de muchas tallas diferentes, y que quede claro que eso no tiene que ver con su desempeño profesional (habitualmente) pero, sinceramente, utilizar el argumento de que una es más feliz porque está más gorda me parece igual de peligroso que decir que una es más feliz porque está más delgada. 




NOTA: A mí Tania Llasera me parece una mujer cañón de todas las maneras.

10 comentarios:

  1. Normalizar está bien, y que a cada uno le gusten las mujeres, o los hombres, de diferentes tamaños, altos, bajos, gordos delgados, está muy bien. Pero trivializar la gordura es un poco como esas páginas que proponían dejar de comer para estar hipermegadelgada y que cuanto más pellejo animaban a perder más. Es un poco extremista en ambos casos.

    Besos. Desde una que no está feliz con sus kilos de más.

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  2. A pesar de ser delgada por naturaleza, estoy muy de acuerdo con lo que dices, ningún extremo es bueno. Hay que estar a gusto con cómo eres y aceptar que casi nadie somos modelos, sin que eso nos traumatice pero lo primero es estar sano.
    Un beso.

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  3. Yepe, de acuerdo contigo, para variar. Pero lo que me crispa más de este tema, aunque sea un asunto secundario, son las supuestas defensoras megadelgadas que manifiestan que también ellas tienen imperfecciones: esa solidaridad perversa, como de marquesa con su delantalito de la Beneficencia.

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  4. A ver... hay gente feliz con 50 kilos, y con 100, y con 150... Y gente infeliz con 50, y con 100, y con 150... El peso no debería medir la felicidad de una persona.
    La tele y la moda venden un canon de belleza, y cuando ven que ya lo han vendido, le dan la vuelta para llegar a más victimas. Así que en alguna temporada de nuestras existencias, seguramente estaremos a la moda, físicamente hablando. ;)
    Besos, a kilos!!

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  5. Yo sí que creo que puede sentirse mejor estando más gorda de lo que estaba, sobre todo si estar más delgada le suponía estar siempre en tensión, midiendo qué come y qué deja de comer, las horas de gimnasio que se tiene que pegar para mantenerlo, y el estrés que conlleva todo eso.
    Ojo, con medida.
    Si estar 4 kilos más delgada te supone hasta un problema de salud, evidentemente, estarás más a gusto con esos 4 kilos más; pero, de ahí a ensalzar las bondades de la gordicidad absoluta, hay un abismo.

    A mi lo que me parece es que Tania necesita un curso de asesoría de imagen para sacarse partido con la ropa, porque no eran los kilos, era la la facha que llevaba lo que le afeaba.

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  6. Como en casi todo el termino medio sería lo ideal y eso anda más cerca de la 44 que de la 34.
    Llevo un tiempo atenta al fenómeno que cuentas y me parece extraño, quizás la vuelta del péndulo...

    Un saludo

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  7. Ah, el eterno dilema de qué hago, sufro muncho y como poco pero me veo fetén o sufro menos, como más y me veo fatal, con lo que también sufro y como más y adiós muy buenas.
    Tania comentó que se había engordado porque estaba dejando de fumar y el ansia puta de querer un cigarrillo le hacía comer a carrillos llenos. Y qué quieres que te diga, mejor estar gorda que no ser fumadora, porque lo de perder peso es cuestión de fuerza de voluntad (en su caso al menos) y lo de fumar es algo bastante más jodido, creo yo. Mejor gorda y con los pulmones en orden.
    Y que digo gorda, pero amos, que tampoco es así. Gorda no está. Si comparas sí está más rolliza (y cierto es el comentario de arriba que lo que la mata es la ropa, que viste como el culete) pero tampoco es una cosa brutal.

    En fin, yo llevo la vida a dieta y cuando perdí mucho peso estaba mucho más fea que ahora, que ando más rollizilla. Me siento peor en mis lorzas, pero estoy más mona de cara... y ni te cuento de entreteto. XD

    Besos gordos, claro.

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  8. Yo creo que el problema que la gente ha tenido todo este tiempo es que se consideraba que una chica estaba gorda por tener una talla 40. Está bien que ya no sea un drama el que a alguien le sobren cinco kilos, pero sí es verdad que ahora se está intentando defender que tener 30 kilos de más está bien, y eso es lo que dices tú, un peligro.

    ¡Saluditos!

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  9. Es frase de madre pero es muy cierta: en el término medio está la virtud. Lo que pasa es que hasta ahora parecía que el término medio era la talla 34, y no. Sólo hay que ir a una tienda para ver que las tallas que se acaban primero son, siempre siempre siempre, la 40, 42 y la 44.

    Además: no puede ser bonito si no hay entreteto.

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  10. Cuando que alguien engorde o adelgace deje de ser noticia en la prensa rosa y en las conversaciones del café, el mundo será un lugar más guay para vivir.

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