Como gorda con pedigrí y coolhunter aficionada, últimamente he detectado una tendencia en la Internec que me da un poco de miedo: la revalorización del gordismo.
Supongo que es fruto del rebote gorditista, de una mezcla entre el cansancio por la tiranía del modelo de talla 34, con el que muchas mujeres no se sienten identificadas, y que gracias a Internet y eso las gordas empezamos a estar más visibilizadas como gordas, quizás en respuesta a años y años de quejas por escondernos en el armario de tres puertas de la habitación de papás.
Me da miedo porque, igual que me parece un error la imposición de un modelo escualo, que puede causar tantos problemas de autoestima y salud en las niñas y mujeres que blablabla..., la buenificación del gordismo puede llevar a que se trivialice, a que se deje pensar que estar gorda no es tan terrible y no pasa nada llevar una talla 52, porque ahora hay ropa ideal en casi todas partes.
Creo que a veces se confunde lo de intentar sentirse bien, sea uno como sea, con defender lo indefendible: que estar gorda mola más que no estarlo. Con la excepción de quienes tienen problemas de delgadez, una no está más feliz desde que engorda varios kilos, normalmente. Cuando una se ve cada día más gorda, que de temporada a temporada no le cabe la ropa, que se cansa más, duerme peor y se le hinchan las piernas, no, una no suele sentirse mejor. ¿Puede una sentirse bien estando gorda? Supongo que sí, no trabajo ese tema pero hay quien dice que sí. ¿Es mejor estar más gorda? Salvo honrosas excepciones, no.
Me parece muy bien que se empiece a normalizar que hay personas de muchas tallas diferentes, y que quede claro que eso no tiene que ver con su desempeño profesional (habitualmente) pero, sinceramente, utilizar el argumento de que una es más feliz porque está más gorda me parece igual de peligroso que decir que una es más feliz porque está más delgada.
NOTA: A mí Tania Llasera me parece una mujer cañón de todas las maneras.