No soporto el campo. La mierda esa de la naturaleza, vaya. Está muy bien para la cosa de los documentales y eso pero para verlo por la tele. Yo no lo soporto.
No puedo, de verdad. Nomás bajo del coche y piso la gravilla me siento vulnerable y en peligro. Nunca sabes qué vas a pisar. Nunca sabes qué puede aparecer de debajo de una piedra o una hoja. Casi nunca hay un camino por donde ir. Caen cosas de los árboles. Vuelan cosas por todas partes. No hay ninguna cosa de las importantes realmente en la vida. Y no se oye nada.
No lo soporto.
Y veo que lo demás lo disfrutan tanto que me da mucha envidia. No lo entiendo, no entiendo por qué alguien puede preferir estar sentado en una piedra, rodeado de cosas impredecibles pudiendo estar en la terracita de un bar tomando una cerveza tranquilamente con los colegas pero parece que está muy extendido eso de que a uno le guste el campo. Y no lo entiendo. Me da envidia y no lo entiendo, combo mortal.
A ver, es que no hay nada que se pueda hacer en el campo que no se pueda hacer en un sitio civilizado. Bueno, igual hay algo pero a mí no me interesa, eso seguro.
No lo soporto, ¿lo he dicho ya?
Es un problema, no se crean, sobre todo porque una tiene una panda de amigos agrestes que disfrutan como posesos (incomprensiblemente) montando picnics campestres. Yo intento escaquearme siempre que puedo pero acaban pillándome. Me engañan diciéndome que vamos a alguna movida del embutido, el vino o loquesea en algún pueblo remoto y pintoresco y ¡pumba! en cuanto me descuido nos hemos salido de la carretera y andamos hacia algún paraje incomparable lleno de árboles y bichos de verdad. Otras veces no me engañan pero me apetece tanto pasar el día con ellos que no puedo decir que no. Me obligan a la elegir porque saben que les quiero mucho pero lo paso fatal inside y...
... y, mira, yo así no puedo...
El caso es que llevo todo el día preparándome psicológicamente porque mañana vamos al campo. Y habrá queso y tortilla de patata y cebolla. Puede que hasta haya un río. Un TODO de peligros mortales: sitios donde ahogarse, despeñarse, morir de alguna picadura, abrasado por el sol o helado por el frío.
UN PELIGRO TOTAL.
Si no vuelvo, sepan que a algunos les he querido.
A mi es que lo de comer en el suelo, o en un merendero, con bichos posándose en la tortilla cual si fuera un helipuerto, pues no me va. Y lo de los vasos de plástico tampoco, oye. Por no hablar de que de llevar el vino siempre se encarga el más rata de la pandilla, y te aparece con el brík de oferta del carrefour como si fuera la selección Peñin de la temporada. :(
ResponderEliminarEn fin, que me enrollo. Disfruta de la tortilla!! :P
Besos!
Jo, yo soy de las que disfruta sentándome en una piedra, haciendo la siesta tumbada sobre una manta encima de un prado y viendo las puestas de sol apoyada en el tronco de un árbol.
ResponderEliminarLo que no paso es lo de llevar vasos de plástico. Que una es de campo, pero fisna de flipar. A mí copas de cristal, que un buen vino no se puede beber de cualquier manera...
Saludos y que te vaya bien la excursión. Seguro que la compañía te hace olvidar el mal trago.
PD - Consejo de buen rollo: llévate crema solar, que después de semana santa siempre se ven cogotes color pimiento morrón.
Protección 50 para salir de casa desde hace unos días. Me quemo igual :(
EliminarYo tampoco le veo la gracia al campo, la verdad. Soy bastante urbanita. El campo me resulta cansado y aburrido. Lo de los peligros mortales no acabo de verlo, pero sí la incomodidad.
ResponderEliminarPues hay peligros mortales. Ayer me tocó una lagartija.
EliminarTotalmente de acuerdo. Tengo un post pendiente sobre elputocampo. Es un trauma infantil que sufría cada domingo.
ResponderEliminarMenos mal que a mis padres tampoco les gusta...
EliminarA mí me es más bien indiferente. Lo de los bichos y los peligros te lo compro, y la incomodidad (ya hablé hace tiempo de que no me gusta comer ni en terrazas). Soy claramente urbanita, si. Pero de vez en cuando no me importaría hacer un picnic y dar un paseíto por el campo.
ResponderEliminarTengo una amiga que no pierde la ocasión para descojonarse de mí por no tener zapatos de campo. Que digo yo que para más descojono sería tenerlos si no los voy a usar. Pue no, ella se ríe por no tenerlos sin usarlos. Gente loca esta adicta al campo.
Entiendo lo de los zapatos. De hecho, en Tuiter se han reído de mis zapatillas. ¿Qué tenía que ponerme? Ya es bastante chungo tener que comprarme unas zapatillas para los días que no puedo llevar tacón.
EliminarYo sólo lo odio en primavera, por el polen y la alergia. El resto del año sí que me gusta, aunque admito que soy mucho más de mar y playa.
ResponderEliminarSupongo (o puede que no) que cuando dices campo dices montaña. Yo soy más de montaña aunque he estado mucho más en la playa. Y es que me mola más la playa de noche que a cualquier otra hora del día; y no precisamente para bañarme.
ResponderEliminarYo tenía unas botas y todo. Taras por haber vivido en el campo hasta los diez años.
ResponderEliminarNo vuelvo, vamos. He tenido todo el campo que necesitaba para esta vida y la siguiente. Sin bichos igual me lo planteo, pero poco.
Tómatelo como una forma de disfrutar más si cabe de la cuidad cuando vuelves. Ahí, tan desamparada sin nada y de repente, el TODO.
ResponderEliminarLo que peor llevo del campo es tener que cagar detrás de un arbusto frondoso y luego a ver qué haces con el papel (enterrarlo es la mejor opción, pero bien, porque si es asín como sin querer queriendo, luego se vuela y en fin, risas mil. Me lo ha contao una amiga, que le pasó).
Yo odio comer más en la playa que en el campo. En la playa se te llena todo de arena y es un puto asco. En el campo, si llevas mesa de piscnic, mola más.
Y los vasos de plástico son para no tener que irte al río a fregar, nena. Se le llama ser práctico.
El campo te da un aire más puro que la ciudá. Y puedes gritar.
Tiene su encanto, de verdá, pero sólo si sabes montártelo bien. La montaña te da una especie de unión contigo mismo que no te lo da la ciudá, hamosnomejodas.
Y lo de las zapatillas, cualquier bamba sirve, que no te líen.
Ps. Para no quemarte, protección solar sí, pero un gorrito de ala ancha, también. ;)
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ResponderEliminarYo soy más de campo de que un romero, y me he sorprendido algunas veces yendo a pasar todo el día a la gran ciudad y a las dos de la tarde, asfixiado del pestazo urbano, enfilar autopista arriba a llenarme los pulmones de nuevo con oxígeno que casi se podría calificar de puro si no fuera por ese algo de fermentación que suelta el estiércol de gorrino....
ResponderEliminarYo tampoco entiendo lo del campo. Sólo lo soporto un poco si tiene un río donde pueda meter los pies. Ah y nada de lodo. Sólo piedrecitas y muy trasparente el agua.
ResponderEliminarA ver. Paso por parar el coche y ver el paisaje un ratito. Pero eso de subir al quinto carajo a ver los arboles de arriba.. pa que? no son los mismos los de abajo? Un olivo es un olivo aquí y allí, Son ganas de sufrir,,
Hace dos fines de semana me llevaron engañada al campo. Me traje de regalo dos picaduras de araña que aún me duran. Así que he dejado claro que no vuelvo al campo hasta que no lo alicaten por lo menos hasta la mitad.