miércoles, 30 de abril de 2014

#Noviodeverdad 2: Primeras impresiones

Yo no valgo para esto.

Mis primeras impresiones no son buenas. Igual soy demasiado exigente pero tengo algunas pegas YA. Bueno, igual no, sé que soy exigente, pero esto es lo que me he encontrado asín, sin anestesia ni nada: 

- Resulta que la página esta en la que me he registrado tiene una aplicación para los dispositivos de movilidad y me la he bajado. ERROR. Resulta que no sé cómo hacer para que aparezca como off line. Se conoce que para los usuarios siempre aparezco on line y mandan mensajes a cascoporro a ver si me pillan. Y como no contesto algunos se han mosqueado. Es como el whatsapp del amor Y ES EL MAL. Me ha durado dos días en el móvil y en la tablet. Ahora, eso sí, me ha servido para un primer filtro. Los mosqueados, a pastar fang.

- No me gusta chatear, y se conoce que se tiene que chatear, claro. Pero me aburre el rollo de de dónde eres, en qué trabajas, qué haces por aquí, qué quieres, qué esperas... Es normal, supongo, si no, ¿cómo se va a seleccionar a las personas con las que quedar? Pero me aburre as a dead oyster.

- Hasta ahora mis interlocutores han sido, francamente, pesimistas. Y deprimentes. Así, en general
  • Son hombres que dicen que tienen mala suerte y que no suelen gustar a las mujeres. Son muy agradecidos, claro, pero da qué pensar. Si reconocen que no suelen gustar a las mujeres ¿por qué será?
  • El nivel de conversación ha sido hasta ahora bastante regulero. No me refiero a las faltas o la expresión (sólo), es una cuestión de contenido, pero, vaya, para muestra un botón. 

  • Tópicos. Que igual va en serio PERO :
    • El físico no es tan importante.
    • A mí me importa más la belleza interior.
    • Me da igual si una mujer es delgada o rellenita.
    • Busco una buena conversación.
    • ...
- No sé a los demás pero con diez líneas, más o menos, tengo claro si una persona me gusta o no. Y cuando no me gustan nunca sé cómo acabar sin parecer grosera. Tampoco sé por qué me preocupa quedar mal con estas personas, no les debo nada, pero no me gusta parecer grosera. Y me estresa.

- Como el chat de la página es un coñazo, todos proponen el whatsapp a la primera de cambio. SÍ, HOMBRE, LO QUE ME FALTABA, chats de whatsapp con desconocidos, como si no tuviera bastante con ignorar los de los conocidos... INFERNAL.

- Se me da fatal chatear para ligar. FATAL. Como no sé qué decir soy yo de verdad, en todo  mi esplendor, con lo bueno y con lo malo. Y, créanme, con alguien que no me conoce de nada, ser yo es muy malo. Me veo a mí misma como condescendiente y algo petulante. No tengo claro si esto a los hombres que buscan mujeres aquí les interesa o no.

- No tengo ni idea de qué hacer. Joder, parezco nueva. Y me estresa. No lo estoy disfrutando nada. 

- No tengo claro aún lo de Gordi. Al principio pensé (pensar, yo, ¡JA!) que una forma fácil de darme a conocer era pasar el enlace al blog o a Tuiter si alguno me gustaba lo suficiente. Pero esto fue cuando se quedó en coma la parte del cerebro de "yo tengo un blog para desahogarme". Ahora pienso que NI DE COÑA. ¿Qué hago con Gordi?

- Tampoco tengo claro lo de la descripción. Algunos me han dicho que les ha llamado la atención el texto, que han sentido curiosidad y que, en principio, una chica así parece segura de sí misma y resulta atractiva pero ¿qué pasa después? ¿QUÉ HAGO CON GORDI?

(Gordi, molestas, bonica).


A modo de conclusión, mi ritmo es diferente y no sé si voy a hacerme a esto. Estos días he chateado con diez hombres más o menos de mi edad y no ha habido ninguno con quien tenga muchas, muchas ganas de seguir chateando. 

Mal. Muy mal.

lunes, 28 de abril de 2014

#Noviodeverdad 1: Prólogo

A veces parece que sí, pero es que no. No tengo pareja, aunque mi mejor amiga dice que Aquiles y yo somos la pareja más estable que conoce. Y no, es una mierda. No siempre, pero a menudo sí. No sé.
El caso es que, por chulo y sexulamente satisfactorio que sea, se me queda corto. Quiero más.

Quiero un compañero de verdad, una persona con quien compartir mi vida. Lo he dicho muchas veces pero es que es así. Quiero un novio de verdad.

Así que, además de las tradicionales citas a ciegas con compañeros de trabajo de los colegas y todo eso, me he apuntao a esto tan moderno de encontrar novio on line. Lo que viene siendo un mercao de carne, vaya.

Concretamente, me he apuntao a una que me ha hecho mucha gracia: www.adoptauntio.es.

Además de que el nombre, el concepto y los anuncios son TOTALES, resulta que una de mis amigas se lo está pasando pipa y, ya se sabe, el boca a boca es lo que mejor funciona. Y decidí registrarme.

No voy a decir que soy nueva en esto, mentiría como una bellaca, pero sí es la primera vez que me registro con un objetivo honroso y de buena mujer: encontrar un parejo.

Y aquí empieza el problema.

Una tiene que poner foto, anunciarse, describirse, decir cómo es, qué quiere...  Normal, vaya, tiene que haber unos criterios de búsqueda, para todo el mundo pero resulta que en el apartado de "silueta" no sale la opción "gorda". Y no voy a poner los kilos NI DE COÑA. Joder, ¿qué pongo? 

Es estas estaba cuando di una vuelta por el catálogo de hombres "a adoptar" y ¡sorpresa! varios de mis amigos estaban ahí, anunciándose. Y no quería coincidir con ellos. Es más, no sé por qué, no quería que supiera que estaba ahí. Llámenme gelipollas, pero no quería.

Fatal.

Toooootal. Ya estaba autonvenciéndome de que no era una buena idea cuando pensé (si es que soy más lista que la madre que me parió) "oye, ¿por qué no Gordi?". La explicación es la misma que cuando elegí el nick para el blog: no lleva a error. Y lo de no llevar a error en estos casos es muy importante. Es muy doloroso ver la cara de sorpresa del otro cuando te ve por primera vez y ve que estás gorda. Yo nunca he engañado a nadie pero, no sé por qué, cuando dices por un chat "pues es que estoy gorda", los tíos tienden a pensar que es una gordez del tipo la de antes de La Oreja de Van Gogh. Y no. Y no quería ver más esa cara.

De momento no he puesto foto, es que no sé qué hacer, pero el anuncio es explícito:
Soy inteligente, culta, divertida, cariñosa, de letras, bastante rubia, muy independiente, intolerante a la lactosa y estoy gorda. Una persona razonablemente normal, vaya.
¡Pues resulta que hay hombres que contestan!

¿Opiniones? Acepto TODAS las sugerencias, estoy segura de que todos queréis mi bienestar. Y, si no encuentro #noviodeverdad, al menos nos divertiremos.

Queridos, empieza

#noviodeverdad

jueves, 24 de abril de 2014

Razones (y 2)

El caso es que la pregunta ¿Por qué los hombres no encuentran atractivas a las mujeres gordas? tiene una trampa que te mueres, claro. Igual que todas las cuestiones que implican una generalización.

Podríamos poner un millón de peros a la infografía:
- Hay hombres que sí encuentran atractivas a las gordas per se.
- Hay hombres para quienes el peso o el tamaño no condiciona que una mujer les parezca más o menos atractiva.
- Hay mujeres gordas atractivas y cardos borriqueros gigantes.
- ¿A partir de cuánto consideramos gorda de solemnidad a una mujer?
- ¡Todas son mentira cochina!
- Tiene toda la razón, alguien tenía que decirlo.
- Algunas son verdad pero es que lo dice de una manera tan ofensiva...
- ¡Aún se queda corto!

Y así, hasta el fin de los tiempos...

Es lo que tiene lo de generalizar, que podemos tener tanta razón o tan poca como quiera nuestro interlocutor, según lo implicado o señalado con el dedito que se sienta y lo bien (o mal) que lleve la circunstancia.

Pero no deberíamos olvidar una cosa: el mundo no es como debería ser, es como es, con sus simbolismos, sus estereotipos, sus prejuicios, sus preferencias y sus listas de la Internet. Y así son-somos los chorrocientos mil millones de personas. Es bonito pensar que algún día todo cambiará y cabalgaremos vestidos con largos peplum de seda sobre unicornios multicolores por un arco iris de gominola pero lo veo jodido. Sí, incluidas las gordas.

Así que se me ocurre que nos relajemos y llevemos nuestras cositas de la mejor manera posible. Sí, incluidas las gordas.

Recuérdenme este post cuando me queje de lo de la gordez, que ahora estoy muy zen pero igual me viene bien en algún momento.

miércoles, 23 de abril de 2014

Razones


Aquí se han olvidado de lo cara que es la ropa para gordas y cómo puede afectar a la economía familiar. Y lo de que salen fatal en las fotos. Y lo de que siempre las ponen delante en los coches, para que los demás vayan más cómodos detrás. Y de lo de los tobillos hinchados. Y lo de que roncan como cochinos jabalins.

Las gordas somos un mal negocio, amigos.

No entiendo por qué no han hecho una infografía con 50 razones. O 100, haberlas, haylas. Y por sitio para ponerlas alrededor de la gorda no será. 

Venga, seguro que, a poco que nos esforcemos, las encontramos.

Yo lo haría sola pero, la verdad, estoy muy perezosa y hago ruidos raros cuando me muevo. Y, claro, no es plan.

sábado, 19 de abril de 2014

El campo

No soporto el campo. La mierda esa de la naturaleza, vaya. Está muy bien para la cosa de los documentales y eso pero para verlo por la tele. Yo no lo soporto. 

No puedo, de verdad. Nomás bajo del coche y piso la gravilla me siento vulnerable y en peligro. Nunca sabes qué vas a pisar. Nunca sabes qué puede aparecer de debajo de una piedra o una hoja. Casi nunca hay un camino por donde ir. Caen cosas de los árboles. Vuelan cosas por todas partes. No hay ninguna cosa de las importantes realmente en la vida. Y no se oye nada. 

No lo soporto. 

Y veo que lo demás lo disfrutan tanto que me da mucha envidia. No lo entiendo, no entiendo por qué alguien puede preferir estar sentado en una piedra, rodeado de cosas impredecibles pudiendo estar en la terracita de un bar tomando una cerveza tranquilamente con los colegas pero parece que está muy extendido eso de que a uno le guste el campo. Y no lo entiendo. Me da envidia y no lo entiendo, combo mortal.

A ver, es que no hay nada que se pueda hacer en el campo que no se pueda hacer en un sitio civilizado. Bueno, igual hay algo pero a mí no me interesa, eso seguro.

No lo soporto, ¿lo he dicho ya?

Es un problema, no se crean, sobre todo porque una tiene una panda de amigos agrestes que disfrutan como posesos (incomprensiblemente) montando picnics campestres. Yo intento escaquearme siempre que puedo pero acaban pillándome. Me engañan diciéndome que vamos a alguna movida del embutido, el vino o loquesea en algún pueblo remoto y pintoresco y ¡pumba! en cuanto me descuido nos hemos salido de la carretera y andamos hacia algún paraje incomparable lleno de árboles y bichos de verdad. Otras veces no me engañan pero me apetece tanto pasar el día con ellos que no puedo decir que no. Me obligan a la elegir porque saben que les quiero mucho pero lo paso fatal inside y...

... y, mira, yo así no puedo...

El caso es que llevo todo el día preparándome psicológicamente porque mañana vamos al campo. Y habrá queso y tortilla de patata y cebolla. Puede que hasta haya un río. Un TODO de peligros mortales: sitios donde ahogarse, despeñarse, morir de alguna picadura, abrasado por el sol o helado por el frío. 

UN PELIGRO TOTAL.

Si no vuelvo, sepan que a algunos les he querido.

viernes, 18 de abril de 2014

Simón

Comparto rellano con Simón.

Simón es un señor de edad indeterminada, con un número de dientes indeterminado, un concepto de la higiene ciertamente creativo y actividades indeterminadamente ilícitas y/o de supervivencia.

Simón estuvo en la cárcel en los ochenta por uso, abuso y distribución de sustancias de las que podíamos denominar, pero no fue por su culpa, no tuvo otra opción, era su destino, teniendo en cuenta la familia, el barrio, los amigos... 

No terminó la educación básica y nunca ha leído un libro, sospecho que porque apenas sabe leer, más allá de los titulares de la sección de deportes; le cuesta pillar a tiempo los rótulos que subtitulan las noticias de la tele. Sólo sabe escribir en mayúscula, y cuando deja recados en la escalera a los vecinos parece que esté echando unas broncas de aúpa.

Simón nunca ha tenido un "trabajo de verdad". Nunca ha cotizado. Siempre ha tenido que trapichear con unas cosas u otras pero ahora dice que ya no tiene por qué tener miedo de las visitas de la policía a los parques del barrio, porque no van a pillarle con nada chungo, que ya lo tiene bien. Yo sé que por sus manos pasan cosas ajenas (teléfonos móviles ajenos, relojes ajenos, carteras ajenas...) pero me hace gracia que conmigo vaya de legal.

Riega mis plantas a través de las rejas con una manguerita cuando ve que les falta agua, deja el dinero de la comunidad en mi buzón en sobrecitos que hace con papel de folletos, grapados cuidadosamente, me avisa de que hay una panda de chavales vigilando pisos, para ver dónde pueden pegar la patada y meterse a vivir, y llama a mi puerta despacito cuando no me ve en un par de días, para asegurarse de que estoy bien.


Una vez al mes recoge comida en el banco de alimentos, y la comparte con sus hermanas y sobrinos, que lo pasan tan mal como él. A final de mes, cuando la cosa empeora, barre y friga cuidadosamente las aceras y se ocupa de las terrazas de los bares del barrio, que le dan algo de comer y una cerveza de vez en cuando. Mi madre siempre me hace un tupper para él, para que coma de caliente y él le dice a todo el que quiera escucharle que mi madre hace las mejores lentejas del mundo.


Hace dos meses que no tiene luz y ha pasado frío al no poder encender la estufa pero como ha llegado la primavera ya no la necesita. Entre eso y que uno del barrio le ha regalado una bolsa de pilas para que pueda escuchar el transistor esta mañana estaba muy contento.

Me lo ha dicho cuando ha venido a darme los huevos kinder de las monas de pascua que le han regalado en el horno para mi sobrino, que sabe que le gustan mucho. Y porque hace dos horas que Radio Olé atrona mi casa.

El mundo es un infinito de grises que te ponen contenta por lo mismo que te entran las ganas de matar a trepidante ritmo de rumba.

jueves, 10 de abril de 2014

¿Qué necesitas?

Hola.

Llevo un rato escribiendo un correo. Un buen rato. 

Cuando he terminado lo he releído. Varias veces. Y me he dado cuenta de que en realidad no era un correo, era un post. Y tú no necesitas un post. No sé lo que necesitas, pero un post, seguro que no. 

A veces parece que necesitas una madre, una mujer que, además de mimarte, de cuidarte cuando estás malito, de alimentarte y acariciarte las heridas, te riña y te enseñe cosas de la vida que parece que has olvidado. Yo no quiero ser tu madre.

Otras veces parece que necesitas una esposa, alguien que creas que tiene que depender de ti, por quien tienes que tomar decisiones, alguien que te diga que eres importante y especial, que te exija y te dé. Yo no puedo ser una esposa.

Otras veces parece que necesitas una terapeuta, que te escuche sin importar qué vas a decir, con quien desahogarte, soltar toda la mierda que llevas dentro sin consecuencias, que te guíe y te ilumine por las noches. Yo no sé ser esa terapeuta.

Otras veces parece que necesitas un confesor que escuche tus pecados y te perdone, que te diga que todo va a salir bien porque así tiene que ser y porque te lo mereces, que ya has penado bastante y tus pecados no son tan gordos, que no puedes llevar sobre tus hombros el peso del mundo porque antes o después te aplastarán. Yo no tengo la cofia de confesor.

Yo sólo puedo decirte que te quiero y que seré tu amiga.


martes, 8 de abril de 2014

El tiempo

Hace unos días leí un post sobre las rutinas de los grandes creativos de la historia y, una vez más, me dio que pensar sobre cómo vivo y a qué dedico el tiempo.

Es una aproximación: hay semanas de más y semanas de más-más, pero es más o menos lo que hay. Visto así, grosso modo, es demoledor: el trabajo se come un 38% de las horas de mi vida, como poco. Considerablemente más de lo que dedico a cualquier otra chorrada vital como, por ejemplo, dormir, relacionarme con mi familia o con otras personas o automimarme.

Pensaba que dedicaba más tiempo a mi mismidad, a escribir, leer, ver, pasear, ir de compras, ir a la peluquería, a perder el tiempo... esas cosas que me ayudan a no volverme local pero parece que no.

Pero lo que me ha desarmado completamente ha sido el poco tiempo que dedico a la vida social. Me ha dado qué pensar en si me estaré convirtiendo en una loca de los gatos pero sin gatos, que es más triste aún.

Pienso en de dónde arañar para pasar más tiempo con otras personas. Lógicamente, no puede ser del trabajo o de lo de dormir, tiene que ser de otros sitios. ¿De la higiene personal? ¿Me ducho menos? ¿Menos rato? ¿Me dedico menos tiempo a mí misma y a las cosas que me satisface hacer? ¿Pongo menos lavadoras aún? ¿Cómo lo hace el resto del mundo para hacer muchas más cosas que yo con el mismo tiempo? Sé que no soy la única que se siente así pero, oyes, cada uno lleva lo suyo inside, you know.

No debería haber abierto esta caja de Pandora.

viernes, 4 de abril de 2014

Con una sonrisa

De mi madre he aprendido muchas, muchas cosas (y más que debería aprender, me iría mejor) pero la más importante es que con una sonrisa todo es más fácil.

No tiene nada que ver con buenrollismo porque sí, con optimismo impenitente o con ser absurdamente entusiástico, qué va. Es una cuestión práctica: de manera natural, el ser humano responde mejor cuando la situación es agradable, cuando se siente seguro, cuando sabe que se encuentra en un entorno de respeto y buena educación. Es absolutamente egoísta y manipulador: te trato bien porque quiero algo de ti, pero nadie sale herido y funciona.
 
Mi madre siempre ha dicho nena, con educación y una sonrisa se va a todas partes.

Mi madre es esa señora sonriente que te pregunta descarada si le dejas pasar en la cola del supermercado porque sólo lleva una cosa y tú llevas un carro y tú le dices que sí. Y con una sonrisa. Es esa señora que te pide por favor que le ayudes a subir una bolsa al autobús y tú no sólo le ayudas, sino que dejas que se siente. Y con una sonrisa.

Ayer me confié y se me fue el tiempo al cielo.

Tenía una fiesta por la noche y a las siete de la tarde estaba tomando una cerveza en el centro porque sí, y no me daba tiempo de ir y volver a casa a cambiarme y darme una manita de chapa y pintura. Y la necesitaba. Mucho.

Así que me armé de todas las sonrisas que me quedaban y conseguí que me peinaran en una peluquería del centro, que me maquillaran por la patilla en una tienda de colorinchis y que me trajeran un vestido del almacén de nosedónde, que me hacía mucha falta para la fiesta de la noche. Con todo mi morro. Sonriente.

Y es que con una sonrisa se va a todas partes.

Sonrían, coñe, que es gratis.






martes, 1 de abril de 2014

Del agotamiento

En los últimos 10 años se ha producido un fenómeno a mi alrededor curioso, cuanto menos.

Mientras mis amigos ascendían en sus respectivas empresas y ganaban sueldos muy apetecibles, hacían viajazos y compraban segundas viviendas, coches y motos, yo tenía un sueldo que a ellos les parecía miserable y mantenía mi nivel de vida en el low cost. Me daba algún capricho de vez en cuando, sí, pero en el low cost.

Me empujaban a dejar el trabajo y buscar algo mejor porque, decían, así no iba a llegar a ninguna parte. Conservadora, pasando por comodona o cagueta, me han dicho de todo. 

Yo sonreía, me dejaba decir, asentía y me preguntaba cómo podían llevar ese nivel de vida, que a mí me parecía suicida, aunque en ese momento le fuera muy bien, porque sé, por experiencia, que las cosas cambian en un segundo y tan pronto estás subido a la cresta de la ola como estás hundido en la miseria. 

Envidiaba lo que pensaba era una vida despreocupada por el dinero, sin pensar en el "a fin de mes". Me martirizaba un poco saber que, para algunos, era una perdedora que se conformaba con un trabajo mal pagado que no le gustaba porque me daba miedo saltar al vacío.

Unos años después, las cosas han cambiado y muchos de esos que antes me empujaban a saltar vienen ahora a sujetarme fuerte. Conocen el vacío y parece que es tan molón como pensaban. Y creo que, en algunos casos, también es porque piensan que mi trabajo y yo somos una especie de tabla de salvación.

No puedo decir "te lo dije". O "deberías haber hecho". O "no deberías haber hecho". O "deberías hacer". No puedo o no quiero, porque lo último que necesito es una mirada triste y de reproche que me diga "ahora no necesito escuchar eso", pero a veces lo diría. Todo seguido.

Sin embargo, me callo. Aún no sé por qué, pero me callo.

Y ahora soy el banco. Dejo dinero al 0% de interés, sabiendo que es posible que no me lo devuelvan, asumiendo el riesgo y el desgaste que eso supone para una relación, que los hay. A veces soy también agencia de colocación, porque al estar en el mercado me entero de nuevos trabajitos que voy empaquetando a unos y otros. Otras veces soy orientadora, indicando dónde pueden ir o dónde pueden conseguir tal o cual información. Y casi siempre soy, simplemente, oreja y regazo.

Y, aunque suene muy mal, empiezo a estar un poco agotada de ser tantas cosas desinteresadamente. Empiezo a necesitar cuidados, para variar, porque tener la sensación de que se cuida a todo el mundo es muy cansado, en serio.