viernes, 28 de marzo de 2014

Empatía

Una vez estuve malita una temporada y era difícil moverme por los sitios. En realidad no recuerdo cómo era estar impedida físicamente, tengo aquellos meses como borrosos, pero sí recuerdo la sensación de impotencia general cuando quieres hacer algo que parece fácil y no puedes por el dolor o porque el cuerpo no te responde.

Supongo que por eso, porque conozco la sensación, lo mal que se siente uno, puedo ponerme en el lugar de otro cuando está impedido. Que eso no quiere decir que no le encuentre la gracia en según qué casos, oiga, pero me pongo en su lugar. Me descojono, pero en su lugar.

Le doblo la ropa, le traigo agua, le acerco los pañuelos, le arropo, le doy besitos en la frente, le pido perdón cuando me tropiezo con la escayola sin querer, le doy mimitos, le hago rabiar enseñándole cosas desde la puerta pero, oiga, todo poniéndome en su lugar. Todo el rato. 
 
Que igual se me escapa un jijijiji de vez en cuando cuando le veo forcejear con las muletas para intentar ponerse de pie. O tengo que morder almohada para que no oiga las risas al ir a la pata coja a hacer pipi, pero con mucha empatía. Empatía, siempre.
 
Hasta que he visto la bota de mi tullidito ahí, solitaria, acusadora, diciéndome "tullidito", MIS COJONES TREINTA Y TRES. O igual no ha sido la bota, y era él, pidiendo amorosamente que le acercara las muletas. 


martes, 25 de marzo de 2014

Lo de la muerte

¿Qué lleva a alguien a hacer cola durante horas para pasar por delante del féretro de una persona?

Nunca he entendido qué tipo de morbo puede hacer que alguien salga de su casa dispuesto a pasear delante de un muerto, por famoso que sea. 

A "presentar sus respetos", dicen. ¿A quién? El muerto no se va a enterar. ¿Qué respetos? ¿Cuántas de esas personas demostraron sus respetos en vida? ¿Cómo se hace eso cuando uno aún no se ha muerto? ¿Morirse es la única manera de que a uno le "presenten sus respetos"?

¿Se hace por la familia? ¿Es tan importante para una familia ver que el muerto es capaz de movilizar a las masas como para pasar por algo así de público? Lo pienso y me da que hay que estar hecho de una pasta especial para aceptar pasar por algo sí, por tener que pasar el primer duelo, por anunciado que sea, delante de las cámaras y la gente.

¿Es porque la gente se siente mejor "presentando sus respetos" a alguien que cree que lo merecía y a quien quizás no respetó lo suficiente en vida? ¿Por qué alguien se siente impelido a "presentar sus respetos" a alguien a quien no conocía, que probablemente no significó nada en su vida?

En días como hoy vuelvo a pensar en la muerte y confirmo que no entiendo casi nada de lo que se hace cuando alguien se muere. Los ritos me parecen paletos, teatrales y superficiales, como un espectáculo de varietés cutrón, que no se ha renovado en años y aún tiene chistes de los baños de la Preysler.

Y cuando se trata de una muerte pública no sólo no lo entiendo sino que me convence aún más de que hablar de evolución sigue siendo demasiado ambicioso cuando se refiere al ser humano. No creo que haya gran diferencia conceptual entre los enterramientos de Atapuerca y los fastos que esperan a los restos del presidente Suárez. Le meterán en un agujero, con sus mejores galas, pondrán a su ladito lo que quede de su mujer, y ahí los dejarán, para la eternidad o hasta que alguien los encuentre y le interese más ponerlos en otro sitio.

Y nos llamamos homo sapiens...


viernes, 21 de marzo de 2014

Sorprendida

Siempre me ha gustado saber el por qué de las cosas. Y cuando no soy capaz de encontrar una respuesta por mí misma, pues pregunto.

Dice mi madre que casi desde que empecé a hablar preguntaba por qué todo. ¿Por qué sale humo cuando hay cosas en el fuego? ¿Por qué se tiene que tirar agua al váter si ya hay dentro? ¿Por qué me tengo que acostar ya? ¿Por qué los señores que viven en Australia no se caen si están boca abajo? A los diez años o así me dio por desmontarlo todo porque quería saber cómo funcionaban las cosas por dentro. La pobre tuvo que poner la pasta de dientes en el estante más alto porque destrocé varios tubos intentando descubrir cómo se hacían las rayitas rojas.

Sigo así. Quiero saberlo todo, aunque hacerme mayor me ha hecho más consciente de que soy incapaz de entender muchas cosas, así que me concentro en las que sí entiendo y me interesan, aunque no siempre van de la mano.

En el caso de la blogocosa, de lo de las redes sociales, sí, lo entiendo casi todo intuitivamente y, además, me interesa mucho. Creo que por eso me gusta tanto: lo entiendo todo y, a mi modo y en mi pequeño mundo, lo controlo.

Por eso ahora estoy consternada: hay algo que no entiendo.

Desde hace unos días, el número de visitas se ha duplicado. Inexplicablemente. De repente. Suddenly. ¡Halehop!

No he hecho nada diferente, todo ha sido como siempre, pero el blog tiene más visitas. concretamente, el doble. Desde que apareció lo del contador en Blogger entendí perfectamente el gráfico de las visitas, con sus altibajos, sus montañitas... Ahora no, no sé que ha pasado. Se me ocurren algunas explicaciones pero no quiero hacer seguimiento y confirmar, me gustaría seguir entendiéndolo todo fácilmente como hasta ahora.

Así que, aquí estoy, a mi edad y todos estos años después, completamente sorprendida y preguntándome cosas sobre la blogosfera.

Cómo me gusta esto...

jueves, 20 de marzo de 2014

Mi opinión

Entre mis muchísimas virtudes hay una que destaca sobre todas las demas: te voy a decir mi opinión aunque no me la preguntes.

Podría parecer un defecto, pero no, sólo lo haré cuando sea una cuestión objetiva. 

Por poner un ejemplo que entendamos, nunca te diré que tu página web me parece un espanto por el color o el tipo de letra, sobre gustos hay mucho escrito pero no tenemos por qué hacer caso. Sí te diré que los enlaces no funcionan, que la estructura es incoherente y que nadie te comenta porque es un horror registrarse. Y te diré que nunca entro por eso. Si me haces caso y la conversación continúa probablemente acabe diciéndote que, además, no me gusta el color pero, vaya, eso irá después, cuando me digas que las críticas constructivas siempre son bien recibidas aunque no sea cierto.
 
No voy a decirte que lo hago por tu bien, porque mentiría. Lo hago por el mío. Y por el de la humanidad: hay cosas que son y cosas que no son, como la mierda esa de la gravedad, y el mundo sería mucho mejor si te pararas un poco a observar las diferencias.

Y luego, ya, si quieres poner tus fotos pixeladas en una revista de tendencias y parecer el Burda, pues allá tú. Tampoco eres tan importante, la Humanidad seguirá adelante.


lunes, 17 de marzo de 2014

No soporto a los entusiastas porque sí. Hale, ya está, ya lo he dicho.

Me refiero a esa gente que cree que todo va a ir bien porque es lo que tiene que pasar, porque se lo merecen o algo así. Son esas personas kamikazes que se tiran a la piscina en cualquier momento porque han interiorizado hasta la médula lo de fortuna audaces iuvat, pero mal. Porque está muy bien que las personas corran riesgos, sin riesgos no habría evolución. Lo que es una mierda es que se corran riesgos sin pensar en las consecuencias que los actos tienen en las vidas de los demás.

Ojo, no digo que esas consecuencias tengan que ser obligatoriamente un freno, pero pensar en ellas, al menos, sí se tendría que considerar. Y muchos de los entusiastas porque sí que conozco no sólo no piensan sino que, además, si tienes la osadía de ponerlas frente a su cara, las niegan.

El tipo de entusiasta porque sí del que hablo suele negar su responsabilidad, se escuda en el valor del riesgo. Pone por delante de las consecuencias el valor que ha tenido al tomar determinadas decisiones. Como si el valor tuviera ídem en sí mismo.

La paradoja de estos entusiastas porque sí es que viven en un estado de negación: nada va mal, no hay problema y yo no he sido. Nunca admitirán su responsabilidad en el fracaso. Se esconderán tras el pesimismo de los demás, la falta de compromiso de los demás, las mil y una mano negra que quiere arrebatarlas su entrega y su pasión, aunque nunca lo conseguirán. Y nunca reconocerán que lo que hacen está mal, aunque sea imposible desde una perspectiva física o química. Qué decir de los aspectos éticos o morales...

El optimista cree que lo que está mal siempre puede mejorar, y hace lo que sea para conseguirlo. El entusiasta porque sí está convencido de que todo va bien, por sus cojones, así que seguirá haciendo lo que hace. Joderá la vida a los demás y no le importará, porque nada puede interponerse entre ellos y su misión.

No los soporto.

jueves, 13 de marzo de 2014

Desnuda

- ¿Te gustaría posar para mí para un proyecto?
- ¿Eh?
- Que si te gustaría posar para mí para un proyecto.
- Estoooo... estás loco.
- Tienes que hacerlo. Desnuda.
- ¿¿¿¡¡¡QUÉ!!!???
- Necesito un cuerpo de verdad para mi próximo proyecto. Necesito un cuerpo como el tuyo.
- No.
- ¿Por qué no? Te gustará la historia.
- No.
- Vas a divertirte.
- Estás loco.
- Te trataré como una diosa. Te necesito.
- Sabes que no me gusta mi cuerpo. A duras penas me recompongo para ir a la playa, no voy a posar desnuda para ti, no voy a posar desnuda para nadie.

Y así mucho rato hasta que parece que dije que sí.

Unos días después estaba en un autobús hacia las afueras de la ciudad, cargada con una bolsa de deporte, intentando recordar si todo estaba perfecto. Todo lo perfecto que podía estar. ¿Me había hidratado bien? ¿Llevaba la ropa interior adecuada? ¿Iba a hacerlo? ¿De verdad?

Al llegar al estudio estaba todo preparado, perfecto.

Me desnudé en el baño y me puse el albornoz que llevaba en la bolsa de deporte. Al hacer el nudo me sentí como una estrella porno a punto de entrar en materia y me sentí un poco mareada. Ya ves...

Unos golpecitos en la puerta me avisaron de que iban a arreglarme el pelo y a maquillarme. Y eso incluyó una especie de crema por todo el cuerpo, para no sé qué de la luz. Tienes una piel tan blanca... me decía la chica que me embadurnaba.

Cuando salí al estudio sólo estábamos él y yo.

Me senté en el sofá y se llevó el albornoz. Instintivamente, tapé la cicatriz con una mano.

- Me encanta tu cicatriz, ella va a ser la protagonista. Relájate. Bebe un poco, no es de atrezzo.

Vino blanco. Bien.

Sonrió, me dio un beso ausente en la sien, frunció el ceño, midió la luz al ladito de mi cara y movió un poco un foco.Y entonces se perdió detrás de la cámara, como si yo no existiera.

Estuvo diciéndome lo que tenía que hacer durante horas. Lo hice. 

Al día siguiente me enseñó las fotos que había seleccionado, pidió mi opinión y me explicó cómo quería contar la historia. Me encantó.

De vez en cuando pienso en ello y me da mucha vergüenza. Muchas personas, muchas más de las que hubiera imaginado nunca, verán mi cuerpo desnudo, en todo su esplendor. Pienso en cuántas de esas personas se fijarán en el cuerpo como un objeto más de la composición, cuántas verán a la mujer que hay dentro, cuántas pensarán en por qué esa mujer y no otra... yo lo pensaría... creo.

Intento imaginarme qué percibirán esas personas, si captarán el mensaje, si verán lo que el autor quería que vieran. Luego intento recordar en qué pensaba yo en aquel momento y si se habrá quedado un poco pegado a la imagen, pero lo único que me viene a la cabeza es ¿por qué dije que sí?

Porque por ese sí el cuerpo desnudo y marcado de una gorda va a estar colgado en las paredes de los sitios.

lunes, 10 de marzo de 2014

Bien

No sabría decir desde cuándo pero últimamente no hago más que oír por todas partes que estoy muy bien, que hacía mucho tiempo que no parecía tan contenta, que da gusto estar conmigo, y todas esas cosas.

Yo sonrío, asiento y digo que sí, que estoy fenomenal, que no tengo más que un sufrimiento y como no puedo hacer nada al respecto ya me he resignado. Las enfermedades y los corazones familiares van razonablemente bien, no tengo que preocuparme demasiado por cosas como cómo llegar a fin de mes, tengo la suerte de tener a mi alrededor a personas que me quieren y a las que quiero... No tengo ninguna razón objetiva para ser desgraciada, al margen de la angustia en el trabajo, que cada vez va a menos por el amiplindominguismo.

Lo curioso es que mientras yo estoy fenomenal porque no tengo ninguna tragedia que me atormente el mundo se derrumba a mi alrededor. Separaciones, divorcios, infidelidades, paro, adicciones a cosas que podríamos denominar, problemas con los niños, enfermedades... me cuesta encontrar a una persona entre las que comparto mi día a día que no sufra mucho por algo contundente.

Y no puedo hacer nada, claro. Sólo puedo escuchar. Y sentirme un poco culpable por sentirme bien, en general, aunque no sepa por qué. Por eso y porque estoy aprendiendo a diferenciar las personas que tienen problemas y necesitan compartirlos y las tóxicas per se. Y porque me estoy alejando de estas personas tóxicas, que me quitan la energía y las ganas de vivir. Y porque me doy cuenta de que igual yo soy así, tóxica, cuando no estoy en mi mejor momento. Y porque...

Coñe...

A ver si de tanto sentirme culpable por sentirme bien voy a empezar a cagarla.

martes, 4 de marzo de 2014

Sexo difícil

Una de las cosas que más me aterra de envejecer sola es lo del sexo. Lo de la ausencia de sexo, vaya. 

Porque, hasta ahora, lo del sexo ha sido bastante fácil, sobre todo desde el advenimiento de la Internet: soy mujer, tengo alguna habilidad social, soy descarada cuando toca... fácil, ya digo. Pero, claro, me hago mayor, y las cosas cambian. Sigo siendo mujer, espero mantener mis habilidades sociales, y espero mucho seguir siendo descarada, cada vez más, pero ¿qué pasa con los hombres? Si hasta ahora ha sido bastante fácil es, especialmente, porque los hombres de mi edad están efervescentes pero ¿qué pasará dentro de unos años? ¿Seguirá siendo tan fácil?
 
Me resulta difícil predecir algo así. 
Pienso en los modelos de mujeres mayores y solas desde hace tiempo que tengo a mi alrededor, en que reconocen que hace veinte, veinticinco años que no tienen relaciones sexuales y me muero del terror. ¿Llegará un día que me haya resignado a no volver a tener un contacto sexual? ¿Cómo se puede vivir así?
Con estos modelos, y pensando en cuánto cambia la forma de vivir, de relacionarnos, de entender las relaciones, me aterra esa incapacidad para predecir qué puede pasar dentro de unos años. Ya sé que nadie puede pero, oye, yo lo vivo así. Otras personas que tienen pareja e hijos, conscientes de que la vida puede dar un vuelco en un segundo, pueden imaginarse un futuro como padres de adolescentes, como abuelos, como compañeros... Yo no. Me gustaría poder hacerme una idea de dónde voy a estar dentro de diez, quince años, pero no tengo ni idea.
Si eso a grandes rasgos me da miedo per se, ni qué decir tiene que me aterra pensar en las cosas más cotidianas y, especialmente, en el sexo, en que llegará el día en el que me apetezca follar con alguien y no sea capaz de encontrar a alguien que quiera follar conmigo. A alguien, no. A nadie.
Hace ya un tiempo que pienso en esto, así como muy seguido, así que supongo que por eso me ha tocado el ladrillo especialmente esta noticia, de una señora que, simplemente, quería sexo. ¿Cómo de sola se habrá sentido esta mujer (aparte de borracha) para hacer algo así? ¿Cuántos días habrá pasado esta mujer aguantándose las ganas para llegar a este punto? ¿Se hubiera imaginado llegar a hacer algo así?

Leer este texto ha hecho que me haga muchas preguntas y que no me guste ninguna de las respuestas.