lunes, 18 de noviembre de 2013

Colgada

Por lo general, según el parecer general, soy bastante despegá. Que no se me entienda mal: quiero, y a veces quiero muchísimo, pero no soy de las que tienen que tener contacto diario con sus amigos, ni tiene que hacer siempre las cosas con las mismas personas. Me parece fabuloso que cada cual tenga planes que no me incluyan porque cada uno tiene su espacio y su propia red de amigos. Me gusta mucho estar sola y necesito estar sola. 

Claro que hay personas importantísimas en mi vida, con las que hablo, comparto y debato nis cosas y sus cosas pero soy muy independiente para tomar decisiones y muchas veces los demás se enteran cuando ya las he tomado. Hace tiempo. 

Por eso no entiendo cuando alguien se me cuelga. 

No sé si le pasa a todo el mundo, supongo que sí, pero yo lo llevo regular. De vez en cuando conozco a alguien que se me cuelga de repente y me convierte en su confesora y su consultor particular. ¿Qué harías en este tema? ¿Cómo puedo solucionar esto? ¿Conoces a alguien que pueda ayudarme en nosequé?

El caso que nos ocupa empezó hace ya casi un año. Conocí a la mejor amiga de un colega una noche en una cena y la pareció fantástico todo lo que decía. No es que estuviéramos de acuerdo en todo pero fue una conversación muy interesante. Empezamos a vernos de vez en cuando. Muy buen rollo.

Este verano me llama un día porque, por fin, tras dos años y medio de paro, le llaman para una entrevista super importante y me pide que le ayude a prepararla. Yo no soy especialista en ese tema, le digo. No sé nada de entrevistas ni de Recursos Humanos, le repito. No sé en qué crees que puedo ayudarte. Pero insiste e insiste y preparamos la entrevista durante unos días. Confío mucho en tu criterio y cuando hablo contigo se me ocurren siempre un montón de cosas, me dice.

Me quedé flipada. Ella es una mujer inteligente, muy capacitada, que ha tenido trabajos de mucha responsabilidad. Es decidida, muy clara, segura de sí misma. Tiene amigos, pareja, familia, no está sola en el mundo, no es una loca de los gatos. Puede acudir a más gente ¿por qué acude a mí, que me acaba de conocer? Y estoy segura de que está mucho mejor preparada que yo para todo esto pero, oye, nunca se sabe y me atrae la posibilidad de conocer el proceso de selección de una multinacional. Y le digo que sí.

Y va y pasa la primera entrevista. Seguimos preparando. Y pasa la segunda. Seguimos preparando. Y va y la seleccionan. Ahora resulta que, haya sido porque le ayudé a preparar este proceso de selección o no (y yo estaba allí y estoy segura de que no fue para tanto), siempre va a estarme agradecida. Y flipo.  

A estas alturas, cuatro meses después, ahora me llama para todo. Me llama para preguntarme dónde me he comprado un bolso. O si conozco algún restaurante para una cena con sus amigos. O si sé de algún curso on line de no sé qué. O qué zapatero es el mejor. O qué me ha parecido el mercadito de no sé cuántos. Ella hace conmigo lo que yo no hago con nadie. Me flipa, en serio.

Y la cuestión es que tengo una sensación rara. Me siento como si me estuviera evaluando constantemente. No es desagradable, pero es raro.

¿Qué pasará el día que le falle? 

5 comentarios:

  1. Tienes suerte, a mí no me llama nadie.

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  2. Creo que te has convertido en su gurú.
    Si fallas, siempre le puedes decir que era una prueba para su evolución: Pequeño Saltamontes, debes aprender a caminar solo, a razonar por ti mismo y no dejarte llevar a ciegas por nadie, ni siquiera por mi.

    Si quieres seguir siendo su gurú, claro. Porque lo mismo resulta que si fallas te deja en paz, o quizá sea tan enganchada en un sentido como en otro y se convierta en tu pesadilla personal en plan acosadora-acusadora.

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  3. Nada si realmente es tu amiga

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  4. Vale, tú no lo harías. Lo hace ella. El tema es ¿te molesta? Si no te molesta, te cae bien esa persona y demás, no veo mayor problema.

    ¿Fallar? Bueno, eso es muy relativo. Está claro que tus expectativas y la forma de entender las relaciones son muy diferentes entre tú y ella. Lo que para ti puede ser un grano de arena, para ella puede ser una montaña. Así que no le daría muchas vueltas.

    Un antiguo amigo mío me acusó de haberle fallado por no avisarle de que tenía que presentarse a un examen, mientras él se iba a darse el lote con su novia en horario lectivo durante dos meses enteros. ¿Fue culpa mía? Pues no lo creo, pero él sigue pensando así. (Por cierto, avisé a su madre).

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