jueves, 31 de octubre de 2013

Cuéntame

Cuéntame qué te pasa. Pero no demasiado. Sólo lo justo. Lo suficiente para que parezca que me interesa lo que te pasa, que me interesa, no lo dudes, pero no tanto como para que deje de tener ganas de volver a pedirte que me cuentes qué te pasa la próxima vez.

Cuéntame, ¿qué te pasa?

lunes, 28 de octubre de 2013

Imbécil

Hace unos días una un tipo que escribe en página web copió uno de los post de La Rizos y lo publicó como propio*. Vaya por delante que me indignó especialmente porque el imbécil plagió a una persona generosa e inteligente a la que quiero, con un talento innato para la blogocosa, pero me jodería casi igual si no la conociera.

Se pueden decir muchas cosas sobre el tema de los plagios en un blog personal: chica, no es para tanto, total, son textos quizás sin mayor propósito que entretener un rato. Quién lo escribe no cobra por ello así que si lo copio no hago que cobre menos porque ya no cobra nada. Además, todo el mundo copia, ¿por qué yo no voy a hacerlo? Y si lo lanza a la blogosfera es de todos, porque es gratis. Y, más además aún, debería sentirse halagada de que su texto le parezca tan chulo a alguien como para querer adjudicarse la autoría. Debería copiar más a menudo, incluso. ¿No?

Pues no.

Nos hemos acostumbrado tanto a ver los mismos textos repetidos por ahí que ya no nos escandaliza. Nos hemos inmunizado. Pero sí tiene importancia.

Personal o no, un blog es el reflejo de una personalidad, y lleva consigo el bagaje de esa persona: sus vivencias, sus conocimientos, su sentido del humor, su buena fe, su estado de ánimo y, sobre todo, su inteligencia. Plagiar un texto sólo es el reflejo de la pereza, la incultura, la estulticia, la soberbia, la falta de vida interior y, sobre todo, la estupidez, de la persona que lo copia.

No puedo imaginarme qué tipo de persona lee un post y se dice "oye, mira qué chulo, voy a cambiar un par de palabras y a firmarlo con mi nombre" a estas alturas y pensar que nadie va a darse cuenta. Seguramente piensa que la Internet es tan grande que ya tendría que ser casualidad. No llego a entender cómo alguien que escribe habitualmente, que se sienta delante del ordenador y mueve sus deditos para construit un texto y publicarlo tiene la poca vergüenza de copiar tranquilamente el texto de otro y atribuírselo. No se me ocurre qué grado de imbecilidad tiene alguien que se mueve por la Red para pensar algo así.

Porque alguien que copia un texto de un blog y lo publica como propio sólo es eso: un imbécil.


* Todo lo que pasó está muy bien explicado aquí.

viernes, 25 de octubre de 2013

Tu cumpleaños

Ya no me acuerdo de ti. Pensé en ti durante años, todos los días. Era parte de mi rutina, como cepillarme los dientes o peinarme, tan natural como respirar. Todos los días un ratito, todos los días el mismo esquema. Nos encontrábamos en cualquier sitio (el metro, en la playa, en la puerta del trabajo) y nos dábamos cuenta de los 3, 4, 5...de los 10 años perdidos. Tuvieron que pasar diez puñeteros años para que dejase de pensar en ti. 

Pero ya no me acuerdo. Tengo que esforzarme para recordar tu cara, recuerdo que estudiaba con la camisa de cuadros que olía a ti pero no soy capaz de recordar el olor, ya no sé cómo sonaba tu voz. No consigo recordar tus manos, ni de qué hablábamos para reirnos siempre tanto. No me acuerdo de qué tal aparcabas ni de tu letra. No me recuerdo durmiendo a tu lado ni sé qué cara tenías dormido. Ya no sé si te despertabas de buen humor, ni me acuerdo de tus manías. 

Sí recuerdo cómo dolía quererte tanto, y cómo no tuve más remedio que dejar de hacerlo a lo bruto, simplemente porque tú lo hiciste primero, rompiéndome de paso el corazón. Y un día, hace ya más de 7 años, casi sin venir a cuento, decidí que ya te había dedicado un montón de ratos para nada, que me dañaba fantasear pensando que volverías a por mí y que se acabó. Y dejé de acordarme de ti. Y no sé si fue casualidad, pero todo fue a mejor desde entonces. Y ha seguido yendo mejor.

Pero el día de tu cumpleaños sí que pienso en ti. Sólo unos minutos, casi de refilón. Y es agridulce. Me da pena haber sido tanto y ya no ser nada, porque además de todo eras de verdad mi mejor amigo...y también perdí eso. Y es esa parte la que echo de menos durante unos minutos al año. Nuestras vidas ya no son las que eran hace más de quince años, no sé en qué trabajas ni si tienes hijos, qué tal te tratan los cuarenta que acabas de cumplir, si eres feliz ni en qué ciudad vives. Tampoco quiero ya saberlo. Me vale con unos minutos al año. No quiero nada más. Porque a estas alturas ya sólo me acuerdo de cuándo es tu cumpleaños.



Este post no es mío pero podría serlo. Es de una amiga muy guapa que quiere permanecer en el economato. En serio. Es muy guapa.

lunes, 21 de octubre de 2013

Cosas que escucho varias veces todos los días que me están quitando la vida

- Estoy hecha un lío.
- Estoy hecho un lío.
- Me ahogo.
- Me siento desubicado.
- Me siento desubicada.
- Me siento muy sola.
- Me siento muy solo.
- Nadie me entiende.
- No entiendo a nadie.
- No me entiendo.
- No puedo respirar.
- No sé qué hacer.
- No sé que quiero hacer en mi vida.
- No quiero separarme pero
- Quiero cambiar mi vida pero no sé cómo.
- Sé que lo que estoy haciendo no está bien pero no puedo dejar de hacerlo.
- Siento que no he hecho nada de provecho en mi vida.
- Ya no aguanto más esta situación.
- Ya no quiero a mi marido.
- Ya no quiero a mi mujer.

La crisis de los cuarenta, que dicen.

Vaya mierda de generación.

viernes, 18 de octubre de 2013

vrneeeeeesssss

wapiiiiiiii
komo staaaaaaas
vienes el vrnssssss????

Hola. He perdido algunos teléfonos 
y no tengo guardado el tuyo. ¿Quién eres?

JJJJAAAAAAAAJAAAAAAJAAAA
JUJUJU
no sabes kien soiiiiiiii????
JUJUJU 
 No. 
vienes el vrneeeeeesssss 
tas olvidado de miiiiiiiii 


Bloquear contacto.

Y porque no se puede reportar por SPAM en Whatsapp.

Cualquiera que me conozca, cualquiera que me conozca un poquito, que me haya escuchado o leído, que se haya relacionado conmigo a través de una pantalla, de móvil o de ordenador, cualquiera que haya prestado la más mínima atención a las cienes de veces que me mofo del escribir como en Gandia Shore debería saber que odio el chonismo escrito. A MUERTE.

Escribir a un amigo por el móvil no es una excusa. Los amigos, precisamente, son quienes menos merecen que seas un gilipollas por el Whatsapp. Si tienes tiempo para poner doce ies en mi lo tienes para escribir viernes. VAMOS, NO ME JODAS.



Misia, querida, sé que no era para tanto, siento decepcionarte ;)

 

lunes, 14 de octubre de 2013

Cosas de pollo

No suelo comer carne así que cuando me apetece me apetece mucho y aprovecho la ocasión. Hace unos días tuve un ataque de proteína en cuanto vi a lo lejos las luces de una cadena de carnicerías que hay Valencia que se llama Pollos nosequé.

Pollos nosequé vende cosas de pollos: hamburguesas de pollo con queso, hamburguesas de pollo con dátiles y champiñones, pollos troceados, arreglos para cocido... Comida hecha con carne de pollos, vaya, que no quiero decir el nombre a no ser que me suministren durante un año (mínimo) cocletas de jamón con pollo Y AQUÍ ESTÁ LA TRAMPA.

Hace unos días, mientras esperaba a que llegara mi turno en Pollos nosequé, miraba el mostrador con ojitos, intentando decidir qué compraba para cenar. En pleno ataque de proteína las morcillas, las longanizas, los filetes de potro y los rollitos de primavera no acababan de parecerme atractivos y decidí que quería algo más proteínico. 

Y ni siquiera lo pensé, cuando me llegó el turno y la dependienta me preguntó qué quería le dije una hamburguesa de ternera

En Pollos nosequé. ¡¡¡QUÉ HAS DICHO!!!

Al parecer pedir una hamburguesa de ternera en el templo del pollo es una especie de sacrilegio. Yo intenté explicar que pensaba que tendrían carne de todo tipo, ya que había cloquetas de jamónfiletes de potro y embutido que, que yo sepa, es de lo que viene siendo cerdo, que tampoco es pollo.

Pero nada. De repente me encontré discutiendo sobre hamburguesas de diferentes animales más o menos emplumadas con dos dependientas y tres señoras indignadísimas, porque a una carnicería buenísima de pollos no se va a comprar algo que no sea de pollo

Y entonces, entre tanto cacareo y con el olor a pollo mojado metido ya en el entrecejo, me di cuenta de que estaba experimentando una de esas lecciones que da la vida, y que nunca voy a olvidar: cada uno llama pollo a lo que quiere, y no se puede ir a su casa a decir que está equivocado.

Y me llevé unos sanjacobos.

jueves, 10 de octubre de 2013

La hora del dolor

Hay pocas ocasiones en las que me siento tan indefensa como en una camilla de masajes.

Boca abajo, con la cara encajada en el agujero de la camilla, con el suelo como único horizonte y tapada con una toalla, me siento muy indefensa. 

Probablemente porque sé que durante una hora lo del umbral del dolor va a ser una milonga. No hay umbral del dolor posible. El mío es bastante alto y lo sé. No hay umbral del dolor que valga.

Y lo peor es que a partir de ahora no sólo voy a sentirme indefensa sino que, además, voy a sentirme mal porque la señora de 50 años con el culo como un campo de fútbol que me tortura va a poner un cubo debajo del agujero.

Voy a tener que ver un cubo durante la hora del dolor.

Un cubo. 

Porque la primera sesión de masaje vomité a los 15 minutos de empezar a tratar mis contracturas, pasé los 15 minutos siguientes llorando por la vergüenza mientras la señora (a.k.a. Yolanda) limpiaba el desaguisado y los 30 minutos restantes llorando de dolor.

Un cubo.

Esto promete.


viernes, 4 de octubre de 2013

Intimidad total

Hasta hace relativamente poco tiempo tenía bastante claro las cosas que no se hacen  delante de la persona con la que se comparte cama y las que sí. Por resumir, las cosas que se hacen en el váter se hacen con la puerta cerrada cuando hay otra persona y las que se hacen fuera del váter son indisolubles. Y así era feliz y me sentía segura. 

Los procesos depilatorios, evacuantes, higiénicos, de chapa y pintura y esas cosas se hacen en el baño, ¿no? Pues si hay otra persona se cierra la puerta y se queda uno con su mismidad. Y aquí paz y después gloria. Y Ambipur.

Pues parece que no. Y desde hace un tiempito, que convivo algo más con otra persona sufro una... digamos... circunstancia... una cosa..., sí, una cosa, que me perturba.

Porque el problema surge cuando sólo hay un baño en la casa y la otra persona tiene muy interiorizado el concepto de intimidad total que consiste, básicamente, en que compartir los procesos es otra muestra más de amor y complicidad y no pasa nada.

El concepto de intimidad total se fundamenta sobre una base filosóficoantropológica difícil de rebatir con una respuesta lógica y razonada, por lo simplista del planteamiento:

  • Tras el grito de horror al abrirse la puerta del baño de golpe, desnuda y en pleno proceso depilatorio: Si ya te he visto de todas las maneras ¿qué más te da que te vea así? No voy a ver nada nuevo.
  • Tras el grito de horror al abrirse la puerta del baño de golpe, en pleno proceso de cosas: Que ya sabía que tú también haces caca, tonta.
  • Tras el grito de horror al abrirse la puerta del baño de golpe, mascarilla verde mode on: Si ya te he visto haciendo cosas peores y más fea.

Todo fatal. No me salía una respuesta coherente para esto, sólo airados ¡porque no y punto!

Y la sutil indirecta de cerrar la puerta ostentosamente y decir "no entres, que tengo cosas que hacer" no surtía el efecto esperado. Ya empezaba a sopesar las consecuencias de poner un pestillo y plantearme dejar de pasar fines de semana juntos, porque no me molaba nada tener microinfartitos cada vez que tenía que hacer algo en el váter cuando descubrí (really true story) que el pomo de la puerta del baño ¡TENÍA PESTILLO! Nunca había sentido la necesidad de cerrar la puerta así que ni me había fijado. ¡UN PESTILLO! ¿Cómo no lo había visto antes?

ERA PERFECTO.

Se borraron de un plumazo todos los problemas. PODÍA CERRAR LA PUERTA Y HACER MIS COSAS EN MI INTIMIDAD. Podía evitar discusiones inútiles. Nunca más tendría que preocuparme por la intimidad total. Podía compartir sólo lo que quisiera, seguir siendo una diosa, mantener la magia. Y volví a ser feliz y sentirme segura.

Hasta que una noche me despertó un pedo que no era mío.

martes, 1 de octubre de 2013

Querer no es poder, es querer

Pasada ya la mediana edad, sigue sorprendiéndome lo casual que puede llegar a ser que una persona me atraiga o me repela. No sé cómo es en el resto del mundo pero para mí es cuestión de un microsegundo, o algo menor a un segundo, cómo se llame.

En un instante, con un simple vistazo, una persona puede gustarme hasta el infinito: deseo abrazarla, besarla, sentirla, escucharla, olerla, imprimirme en su piel, para saberlo todo de ella y formar parte de su ser. Este sentimiento puede durar un minuto o toda la vida, nunca se sabe, pero en ese instante quiero estar en esa persona.

Sin embargo hay otras que no, que con ese simple vistazo es suficiente para desear que dejen de existir o, en su defecto, se teletransporten a otro hemisferio, para tener la seguridad de que jamás volveré a tropezarme con ellas. A veces es su forma de moverse, o de hablar, o de mirar. Otras no es nada, pero me repelen. Para estas personas no hay segundas oportunidades, nunca me gustarán. 

Lo de que no tienen segundas oportunidades es importante: no importa lo que hagan, si su bondad intrínseca, su belleza o su inteligencia. No quiero estar cerca de ellas ni por si acaso. No sé si es justo o no, la justicia no tiene nada que ver con esto. No las quiero cerca.

A veces la Ley de la Compensación Universal se pone farruca, las quita de nuestra vista de un plumazo y nos da una alegría. Pasa poco, pero pasa. Una tiene la sensación entonces de que quizás es cierto eso de que quien quiere, puede, y que como ha querido mucho que esa persona desaparezca, pues desaparece.

Pero entonces, cuando una está la mar de tranquila, ¡ZASCA!, aparece otra vez. Y no de cualquier manera, no, sino haciendo algo propio de un psicópata, algo digno del propio Dexter. Una de esas cosas que una no hubiera imaginado ni en un millón de años, porque es tan mezquino y tan de estar como una cabra que, oye, no, que no se me hubiera ocurrido.

Y va y una se descompone y piensa que vaya mierda de compensación, que así avanzamos poco. Y que es mentira que querer es poder porque, si eso fuera cierto, una quiere que esa persona se muera  y, mira, no se muere.

Y es que querer no es poder. A veces querer es sólo eso, querer, pero de un querer flojeras y desganao, porque poder, se puede poco.