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Abuelo, ¿por qué las semanas tienen siete días?
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Eehhh... La pregunta le cogió por sorpresa.
Aunque
ya estaba acostumbrado a sus “por qué” (estaba en esa edad y era
capaz de aburrir a cualquiera) resultaba algo chocante para su edad
preguntarse eso.
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Eehhh...pues verás, Irene -hizo tiempo para pensar la respuesta-.
Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, hubo un hombre que
tenía siete hijos, todos buenísimos.
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Haaala, abuelo, ¿sieeete?
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Sí,Irene, siete. -dijo sonriendo-. Era un hombre trabajador y se
esforzaba mucho para que a su familia nunca le faltase de nada.
Trabajaba de cualquier cosa que pudiera proporcionarle algo de
dinero...
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¿Tú trabajabas mucho, verdad abuelo?
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Sí, mi niña, pero no como él. Te decía que trabajaba en cualquier
sitio y, aunque no podía pasar todo el tiempo que quería con su
familia, cuando llegaba a casa intentaba compensárselo de cualquier
manera...
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Sí, abuelo, pero los días.
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Ya va, ya va, no seas impaciente. Sus siete hijos crecieron y uno a
uno se fueron marchando de casa, dejando solos al hombre y a su
mujer, que fueron envejeciendo poco a poco, juntos y felices aún.
Cuando eran muy mayores ya, el pobre hombre se puso muy enfermo,
mucho, tanto que su mujer pensaba que se iba a quedar sin él...
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¿Cómo abuela, que se fue?
Le
cogió desprevenido. Aún lloraba a solas en su habitación
acordándose de su mujer, a la que tanto echaba de menos todavía,
seis meses después.
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Sí, como abuela -intentó no llorar.
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Ah... Sigue, abuelo.
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Te decía que el hombre se puso muy enfermo, estuvo mucho tiempo en
cama y los médicos no eran capaces de averiguar qué le sucedía.
Cada día que pasaba estaba más tiempo dormido y ya casi no era
capaz de hablar con nadie. Uno de esos días tuvo un sueño, en el
que se vio a sí mismo caminando por un sendero que parecía perderse
en la oscuridad. Un poco más adelante le esperaba una mujer que le
acompañó hacia la oscuridad. “Espero que te despidieras de tu
familia. No volverás a verlos más”, le dijo ella. “Pero eso no
es posible, todavía no”, se quejó él. “Es lo que toca. No
puede ser de otra forma”. ”No, no, tiene que haber algo que pueda
hacer, no me puede pasar eso” dijo el hombre, llorando. “No lo
hay”. “Te lo ruego, déjame todavía un poco más con ellos”.
“Está bien”, aceptó la mujer, pensando. “Te dejaré un tiempo
con ellos, pero, a cambio, serás incapaz de recordar tu vida
anterior”. Él dejó de andar. “¿Cómo” preguntó. ”Olvidarás
que tienes hijos, sólo recordarás a tu mujer, pero nada de lo que
hayas vivido antes”. ”No, no...déjame al menos que recuerde sus
nombres...”. La mujer vaciló. “Está bien, pero sólo uno cada
día. Al ponerse el sol, mirarás al cielo y, durante unos instantes,
recordarás el nombre de uno de tus hijos. Sólo uno cada vez. Y al
día siguiente ya lo habrás olvidado. Así durante algún tiempo.
Transcurrido ese tiempo volveré a buscarte”.
El
hombre iba a hablar cuando se dio cuenta que estaba despierto. Los
médicos le preguntaban algo, pero, en su aturdimiento, no era capaz
de hablar. Intentaba recordar dónde estaba, pero no lo conseguía.
Tampoco reconocía varias caras detrás de los médicos, expectantes,
al lado de su mujer. Acertó a oír “pérdida gradual de memoria”,
pero no sabía a qué se referían. Sólo sentía una necesidad
acuciante de levantarse y ver la puesta de sol, a punto de llegar
éste al horizonte. Sacudiéndose como pudo los brazos de los que le
sujetaban, llegó a la ventana y miró afuera. Y, por un momento, una
sonrisa asomó a su cara, cuando, un instante nada más, recordó una
cara y un nombre. Y esa es la razón por la que...
En
ese momento descubrió que estaba solo. Su nieta se había marchado y
su voz llegaba clara desde el salón, jugando con su hermana mayor y
riendo como una loca. Y no pudo evitar echar una mirada fugaz a la
ventana entreabierta y darse cuenta de que estaba atardeciendo. Y,
también él con una sonrisa, recordó una cara. Y un nombre.
Isi H.
Guau. Qué cosa más bonita. :)
ResponderEliminarAins.
Me dejas tó loca, habeses.
ResponderEliminarQué bonico.
Señoras, no es mío, es de @elsinior_i
ResponderEliminarPrecioso .
ResponderEliminarEstos ninos de hoy en dia no tienen paciencia para escuchar una historia
ResponderEliminarQue bonito.
ResponderEliminarQué arte tiene mi socio. Para todo.
ResponderEliminarEl que dice que no sabe escribir... Se queda todo soleado leyendo... :-)
ResponderEliminarEs un crack. Texto e imagen.
ResponderEliminarDarling, vuelve cuando quieras.
¡Muy bonito!
ResponderEliminarTernura
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