La rutina es eso que hace que se te pongan los pelos de la nuca como escarpias cuando te despierta el despertador del vecino, porque sabes que son más de las siete y media, llegas tarde a trabajar y ya no te quedan excusas. Te pone las gafas aunque aún andes con los ojos cerrados y te pone las zapatillas sin mirar. La rutina mola.
Es eso que al salir de la ducha empieces a secarte siempre de la misma manera: el brazo izquierdo, el brazo derecho, la pierna derecha, la pierna izquierda... y que te bloquea si has dejado de hacer alguno de los pasos porque notas que te falta algo, aunque no aciertas a descubrir qué.
La rutina es eso que te lleva a la cocina incluso antes de que te des cuenta de que tienes sed, porque eso es lo que pasa todos los días, que tienes sed cuando te levantas, como hoy, como todos los días.
Es eso que te lleva por la casa con el piloto automático puesto por las mañanas, que hace por tí lo que tú no eres capaz de hacer solo, porque aún no has despertado del todo. Es eso que decide por ti qué ropa te pones casi sin mirar, porque sabes que pega con los zapatos que ya ha decidido que vas a llevar.
La rutina te ayuda a coger el mismo autobús todos los días y a darte cuenta de quién está ya de vacaciones, quién tiene una reunión importante, quién se ha levantado tarde y no ha tenido tiempo de secarse el pelo y que la chica del pelo espantoso va al gimnasio los martes y los jueves. La rutina te avisa de cuándo llega tu parada cuando la chica del pelo espantoso se dirige hacia la puerta para bajar en la próxima. La rutina es tu amiga.
Es eso que te pone un capuchino a primera hora sin rechistar y que se pelea con el correo durante un rato mientras te despiertas, eso que mantiene una conversación intrascendente con tus compañeros de trabajo mientras tu cerebro arranca por completo, eso que te pone a trabajar aunque ni tú misma sepas que ya estás preparada.
La rutina nunca dejaría que te dejaras las llaves en casa.
Bendita rutina.
Es eso que hace que el día que te sales de ella te dejes las llaves en casa cuando vas a volver mientras todos duermen...
ResponderEliminarBuena entrada como siempre.
Efectivamente, bendita rutina, cuanto se hecha de menos cuando se pierde.
ResponderEliminarLa rutina mola para lo cotidiano, para sentirse seguro y cómodo y bien, pero la rutina también tiene su lado oscuro y a ratos es fea y aburrida y quieres mandarla a tomarporculo, así que tan bendita tampoco es. Y eso que yo soy muy fan, porque prefiero rutina que sobresaltos (buenos o malos).
ResponderEliminarLa rutina no es la rutina. Son las rutinas.
ResponderEliminarHay alguna rutina que es como un déjà vu.
Hay alguna rutina que es como una tejedora de telarañas.
También hay alguna rutina que incluso conseguirá que me encuentre conmigo mismo en la calle, siéndole infiel con alguna otra rutina.
Son tantas las rutinas...
Dónde se compra una rutina?
ResponderEliminarAquí una caótica que su única rutina (casi) es tomarse agua con zumo de medio limón todas las mañanas xD
La rutina es la que te sobresaltes en el km 100 sin saber cómo cojones has llegado hasta allí.
ResponderEliminarLa rutina es que te despierte la banda de sonora del arcén a las siete de la mañana porque te has dormido en el km 100 :(
ResponderEliminarQué haríamos sin ella...
ResponderEliminarLa rutina es seguridad, pero no sé si es confort. Está muy bien tu post.
ResponderEliminarBueno, bueno, yo sí conozco rutinas que permiten que te olvides las llaves en casa... la mía, por ejemplo ;P
ResponderEliminarLa rutina de quienes Conducís chorro cientos kilómetros tempranito me da mucho miedo. Tened cuidado, por favor.
ResponderEliminarY te permite vivir 100 años
ResponderEliminarrutina = seguridad = tranquilidad
ResponderEliminarComento en este post por ser el último, pero bien podría haberlo hecho en cualquier otro.
ResponderEliminarAcabo de "descubrir" el blog, me he leído alguna entrada y he decidido que creo que me las voy a leer todas.
Me ha enganchado.