miércoles, 19 de junio de 2013

El sudor del miedo

Estaba todo muy oscuro, con ese negro que da miedo porque sabes que en realidad no existe, que no puede haber nada tan oscuro, que no puede ser de verdad.

Tenía la sensación de que allá, a lo lejos, pero muy lejos, había luz. Muy tenue, sí, pero luz. Hubiera dicho en voz alta que eran estrellas que se encendía un poquito muy lejos, pero no me salía la voz, ni siquiera para mí misma. Y tampoco había nadie para escucharme.

Caminaba sobre lo que intuía que era hierba mojada. Resbalaba un poco y dejaba esa sensación extraña y desagradable de pies mojados, fríos y sucios. No notaba la tierra pero sabía que estaba ahí, ensuciándome los pies.

Busqué las gafas, por simple inercia, aunque sabía que no podría ver nada porque la oscuridad seguía ahí, inmóvil. Como tantas otras veces, paré a medio camino porque me sentí un poco tonta sabiendo que el peso sobre mi nariz no iba a servir para nada. Como tantas otras veces, también, decidí que no podía depender de las gafas para sentirme más segura y las dejé donde estaban.

Descalza, a tientas. Bonita estampa.

Dos. Tres. Cuatro. 

Hierba mojada.

Cinco. Seis. Siete pasos.

Y tierra. Había tierra, eso seguro.

Ocho. Nueve. Diez.

Caminaba despacio y contaba, tanteando con las puntas de los dedos para no dar un mal paso. Era tan consciente de que podía caer al vacío que notaba como el sudor frío de los malos momentos bajaba por la curva de la espalda. Sudor frío. ¿Cuándo había empezado a poner nombre al sudor? No lo recordaba pero era exactamente eso: sudor frío.

Caminaba despacio en la oscuridad, muy concentrada, incapaz de parar ante la amenaza del abismo que sabía que aparecería en cualquier momento, enfadada conmigo misma porque era incapaz de pedir ayuda. No me salía la voz. Y porque no había nadie para escucharme, como a un Euchrid Eucrow cualquiera. Estaba muda. Ni siquiera tenía boca. 

Caminaba y caminaba, y el sudor frío se enredaba en mi pelo. Es el sudor del miedo, pensé, que me avisa de que de un momento a otro delante no habrá nada sobre lo que caminar y caeré al vacío. El sudor del miedo. 

Y entonces creo que decidí que ya estaba bien de sufrir, me desperté del todo y retiré el edredón.

7 comentarios:

  1. Pero Gordi, hace ya mucha calor para dormir con edredón. Esto lo soñaste en invierno y lo has rescatado ahora para el verano ¿no?.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No. Gordi tiene el termostato estropeado y anoche, además, giró aire de poniente y era frío. Así que me creo lo del edredón ;)

      Eliminar
  2. Ya se sabe es lo que tiene ese sentimiento llamado incertidumbre al que siempre le acompa#a el miedo.

    Eso o quiza cenaste mucho.

    ResponderEliminar
  3. El final me ha roto toalmente los esquemas

    ResponderEliminar
  4. Para pesadillas las que tuve una buena temporada de angustias. Me involucraba totalmente así que me colgué de una lámpara para salir de un agujero negro de horror vacui y en otra ocasión golpeando el cabecero de la cama totalmente inmersa en mi paranoia de ser enterrada viva. O algo.

    Uff

    ResponderEliminar
  5. Me estaba asando solo de leerlo. Angustia y asamiento xD.

    ResponderEliminar
  6. Si el tema era el calor, tu mente ya podia haber recreado una playa de santo domingo. Que angustia por dios!

    ResponderEliminar