miércoles, 26 de junio de 2013

Las relaciones de verdad

Hace unos días alguien me dijo que las redes sociales y todas las cosas tecnológicas con las que podemos jugar ahora son un triste sustituto de las relaciones de verdad y que lo están estropeando todo. Y yo me cagué en sus ancestros. Así, sin más, por gilipollas.

No voy a decir qué me parece esta mierda de comentario de persona con cerebro de 75 gramos porque creo que, más o menos, los lectores de este blog pueden hacerse una idea así que sigamos.

Yo no acababa de entender por qué lo están estropeando todo, si a mí me hacen la vida mucho más fácil:
  • Todo el mundo sabe la música que me gusta y la que no ergo no tengo que dar explicaciones cuando cambio de emisora en el coche porque suena Melendi.
  • Es mucho más fácil darse por enterado cuando alguien no quiere saber nada más de una: me han borrado del Facebook, o del Tuiter ese, o abandona este grupo en Whatsapp, me bloquea en todos, no me coge el teléfono y punto pelota. Me ahorro el disgusto de tener que preguntar qué ha pasado o tener que hablar de "nosotros".
  • Con una mínima observación puedo detectar si esa amiga tan ideal que tenía en la facultad a la que hace lustros que no veo se ha convertido en un HÓRROR con quien no tengo nada en común, y así puedo evitar volver a verla y desear su muerte por empalamiento- Otro disgusto que me ahorro.
  • Me ayuda a descubrir afinidades con personas estupendas con las que quizás no me relacionaría de manera natural, por una cuestión de edad o de cercanía, y a estrechar lazos. Esto es MUY BIEN.
  • Permite que todo sea reversible y achacable a errores "informáticos". Excepto si la otra persona es informática o sabe encender un ordenador, pero de estas hay pocas.
  • Sé qué interesa y qué no a las personas con las que me relaciono, un avance importante respecto al "¿de qué hablaremos, si no tengo ni idea de qué le gusta"?
  • Me siento más integrada en la sociedad y mi ropa se queda mucho más blanca.
Qué quieren que les diga, a mí la gente que dice que está en contra de las redes sociales y las cosas tecnológicas me parecen auténticos gilipollas, como si me dijeran que están en contra de la imprenta, vaya. ¿Que no quieren participar? Pues que no participen, ellas se lo pierden. Pero que utilicen el "argumento" de la pérdida de privacidad, del gran hermano, de que aumentan la soledad y el individualismo, que lo están estropeando todo y que hay que recuperar las relaciones de verdad... pues, hoygan, es una soplapollez.

Y se me está acabando la paciencia para hablar con la educación, mesura y contención con las que acostumbro así que...

Y es que qué les voy a decir yo, que soy polired... poliradi... polipar... si se lo digo yo.


domingo, 23 de junio de 2013

Las putas de Montera

Domingo. Doce del mediodía.

Entre las muchas personas que pasean por el centro de Madrid llaman la atención las putas de la calle Montera. Mujeres jóvenes, de menos de treinta años en su mayoría, al menos las que están a la vista.

Es fácil distinguirlas: contonean el culo subidas a tacones altísimos, llevan faldas muy cortas y grandes escotes, deambulan lánguidamente y no dejan indiferentes a nadie, por su exuberancia y desparpajo, supongo.

Comentamos cómo en un espacio muy reducido de menos de 500 m2 se puede hacer un mapa de la miseria: en esa esquina, tres subsaharianas. Un poco más allá, sonrientes y algo chillonas, tres o cuatro sudamericanas. Pegadas a la pared, cuatro esculturales mujeres jóvenes de la antigua Europa del Este. ¿Rumanas? ¿Una rusa, quizás? No sabría decirlo, no soy capaz de distinguir el idioma.

Como siempre que las veo, me pregunto cómo debe ser su vida, si es tan difícil como a mí me lo parece, llegando a acuerdos de sexo por dinero durante una hora en medio de la calle, con hombres mayores y ajados con los que probablemente nunca tendrían un acercamiento si no hubiera dinero de por medio. Me pregunto cómo han llegado a esta situación, que a mí me parece tan dura; si han tenido o tienen elección, si es una elección reversible, si querrían que fuera reversible pero no se sienten capaces. Me pregunto si quieren seguir en esa situación, si necesitan ayuda, si quieren ayuda.

Pienso en el riesgo que corren, en lo fácil que es decir que es dinero fácil y en lo difícil que debe ser, en realidad.

Pienso en lo de "trabajadoras del sexo", un eufemismo que, como todos, trata de quitar hierro a un día a día que debe parecer eterno; en los discursos de los listos que hablan de las prostitución regulada, de la prostitución prohibida, de lo ideal que sería que las putas que quieran ejercer lo hagan en un sitio adecuado para estar seguras, pagando su Seguridad Social y sus impuestos, y sin que nadie las vea, para no molestar.

Pienso en todas esas milongas mientras las veo reír a carcajada limpia por vete a saber qué cotilleo. A mí también se me escapa una sonrisa cuando una negra despampanante que no debe tener más de veinte años recoge el camión de mi sobrino que ha ido a chocar contra sus tacones y juega con él en la acera.

- Te vas a caer, llevas los zapatos desabrochados, le dice el niño, y son muy altos.
- Si me caigo, ¿me ayudarás a levantarme?, responde la negra, juguetona.
- Claro, está mal no ayudar a alguien que se cae, dice el niño. Siempre hay que ayudar.

La negra me mira, sonríe, pellizca cariñosamente la mejilla del niño y contonea su culo hacia un potencial cliente, hace un trato y desaparece en un portal.

Y ya no puedo pensar más, porque no se me ocurre qué hay que hacer, si lo hay, para ayudar a las mujeres que necesiten ser ayudadas. Ni siquiera sé si quieren ser ayudadas.

Y se me congela la sonrisa.

miércoles, 19 de junio de 2013

El sudor del miedo

Estaba todo muy oscuro, con ese negro que da miedo porque sabes que en realidad no existe, que no puede haber nada tan oscuro, que no puede ser de verdad.

Tenía la sensación de que allá, a lo lejos, pero muy lejos, había luz. Muy tenue, sí, pero luz. Hubiera dicho en voz alta que eran estrellas que se encendía un poquito muy lejos, pero no me salía la voz, ni siquiera para mí misma. Y tampoco había nadie para escucharme.

Caminaba sobre lo que intuía que era hierba mojada. Resbalaba un poco y dejaba esa sensación extraña y desagradable de pies mojados, fríos y sucios. No notaba la tierra pero sabía que estaba ahí, ensuciándome los pies.

Busqué las gafas, por simple inercia, aunque sabía que no podría ver nada porque la oscuridad seguía ahí, inmóvil. Como tantas otras veces, paré a medio camino porque me sentí un poco tonta sabiendo que el peso sobre mi nariz no iba a servir para nada. Como tantas otras veces, también, decidí que no podía depender de las gafas para sentirme más segura y las dejé donde estaban.

Descalza, a tientas. Bonita estampa.

Dos. Tres. Cuatro. 

Hierba mojada.

Cinco. Seis. Siete pasos.

Y tierra. Había tierra, eso seguro.

Ocho. Nueve. Diez.

Caminaba despacio y contaba, tanteando con las puntas de los dedos para no dar un mal paso. Era tan consciente de que podía caer al vacío que notaba como el sudor frío de los malos momentos bajaba por la curva de la espalda. Sudor frío. ¿Cuándo había empezado a poner nombre al sudor? No lo recordaba pero era exactamente eso: sudor frío.

Caminaba despacio en la oscuridad, muy concentrada, incapaz de parar ante la amenaza del abismo que sabía que aparecería en cualquier momento, enfadada conmigo misma porque era incapaz de pedir ayuda. No me salía la voz. Y porque no había nadie para escucharme, como a un Euchrid Eucrow cualquiera. Estaba muda. Ni siquiera tenía boca. 

Caminaba y caminaba, y el sudor frío se enredaba en mi pelo. Es el sudor del miedo, pensé, que me avisa de que de un momento a otro delante no habrá nada sobre lo que caminar y caeré al vacío. El sudor del miedo. 

Y entonces creo que decidí que ya estaba bien de sufrir, me desperté del todo y retiré el edredón.

martes, 18 de junio de 2013

Tengo muchas preguntas

Tengo muchas preguntas*:

- A ver, ¿QUÉ C*Ñ* PASA? ¿Ya no tenéis nada que decir?
- ¿Es cansancio? ¿Desidia? ¿Aburrimiento? ¿Pereza? ¿Lujuria? ¿HABÉIS DEJADO LA BLOGOSFERA PARA PECAR?
- ¿Es verdad que os habéis hecho mayores y las obligaciones os quitan tiempo para escribir?
- ¿Es verdad que preferís Tuiter o el caralibro porque exigen menos esfuerzo?
- ¿Es verdad que vais a dar la razón a los singermornings que dicen que las redes sociales han acabado con los blogses?
- ¿Llegaremos a ver el fin de los blogses?
- ¿Me vais a contar la milonga de que desde el móvil o la tablet es una putada incómodo escribir?
- No me digáis que es porque estáis jodidos, o no tenéis inspiración, ya os ha pasado antes y NO LO HABÉIS DEJADO. ¿Qué es diferente ahora?
- ¿No os da vergüenza? ¿NO OS DA VERGÜENZA?
- ¿Por qué no escribís?
- ¿Por qué se está muriendo la blogocosa?
- ¿Puedo hacer algo para que cambie algo?
- ¿Qué pasa? ¿QUÉ ESTÁIS HACIENDO?
- ¿Qué pasará después? ¿Tuiter? ¿Pinterest? ¿PINTEREST? ¿EN SERIO?



¿POR QUÉ ME ESTÁIS HACIENDO ESTO?

* Por favor, que se den por aludidos sólo los que ya no postean, QUE SON MUCHOS.

lunes, 17 de junio de 2013

La familia

Ya se sabe, lo malo de la familia es que nos toca y tenemos que jodernos con lo que hay, no podemos escoger. Ni siquiera cuando escogemos a alguien para formar nuestra propia familia podemos escapar, también viene con la propia.

Para mí sigue siendo un misterio inescrutable, esto de la familia. Son personas a las que conozco de toda la vida, literalmente, con las que he vivido lo mejores y los peores momentos de mi vida, literalmente. Son personas que diría que conozco como a mí misma y que aún acaban sorprendiéndome cuando menos me lo espero.

Es curioso lo de la familia, como se puede pasar del amor al odio y al amor y al odio en cuestión de segundos por rencillas no resueltas que se llevan pegadas a la chepa como una garrapata. Es curioso como se notan las oleadas de sentimientos aunque no se oiga nada, simplemente porque una sabe cómo se siente cada uno en cada momento. Es curioso cómo se pueden adivinar los pensamientos siguiendo sólo la dirección de una mirada.

Yo hace tiempo que dejé de ser conciliadora, porque me da igual y porque sé que es batalla perdida. No hay peor guerra que la que se mantiene en silencio entre personas que se han querido y lo último que quiero es que me pille en medio. Hace tiempo que dejé de preocuparme por que todos se sientan bien, porque sé que es imposible.

Sin embargo, a veces, miro alrededor y veo esas caras que conozco mejor que a la mía, pienso en lo fácil que es romper un vínculo que creíamos sagrado y eterno y me dan ganas de lanzarme a dar hostias con la mano abierta, a ver si más de uno espabila.

Pero luego me acuerdo de que con violencia no se resuelve nada, me tomo un colacao y se me pasa. 

viernes, 14 de junio de 2013

Polifalítica

Buscando un enlace que sabía, sabía, que había leído a través de Tuiter, o de Facebook, o que me había enviado por correo o que tenía por ahí guardado en no sé dónde... en fin, que buscando un enlace en la maraña de mierda que tengo en redes sociales y ordenadores varios, me he releído. Joder*.

No lo hago a menudo. Escribo lo que me viene a la cabeza y se queda ahí, flotando en la cosa virtual, y a veces me llegan notificaciones de esas del caralibro o alguien me responde en Tuiter y no sé a qué se refieren si no vuelvo a la entrada original.

Precisamente por eso, porque no me releo a menudo, cuando lo hago conscientemente me sigue sorprendiendo lo gelipollas que puedo llegar a ser a veces. Y también que puedo ser muy borde y maleducada. Y bastante ingeniosa. Y terriblemente seca. Y dulce. Y malditamente h*j*d*l*gr*d*s*m*p*t*. Y adorable. Y muy mala. Y muy buena. Y muy buena.

Y ha sido curioso porque me reconozco absolutamente en todas esas versiones e incluso me sorprende que no aparezcan las otras dos docenas de Gordis que hay por ahí dentro. Entonces me pregunto cuál de todas es la mejor, cuál debería esconder, cuál debería mostrar más, cómo callar a las que me caen mal. Pero me lo pregunto un ratito sólo, porque luego sigo escribiendo y se me olvida que se quedará ahí, en la cosa virtual, hasta que lo relea otra vez cualquier día y me pregunte cosas de nuevo.



* Hola, anónimo. Lo siento. Bueno, no.

jueves, 13 de junio de 2013

La canción perfecta

Era tan feliz...

Sonreía todo el tiempo. Sonreía mientras recorría aquellas carreteras, de la mano de la persona a la que amaba, sin importar el polvo del camino, la lluvia, las penas, los pantalones raídos, las botas duras. Siempre sonreía porque estaba con él.

Cantaba porque sí, porque era feliz, porque no tenía nada que perder y tenía todo lo que necesitaba. Y no necesitaba mucho.

Sólo quería recorrer el mundo con él, sin pensar en nada, disfrutando del paisaje que veía a ambos lados de la carretera, de las flores en el pelo, de la hierba mojada bajo los pies, del ruido de la noche y el silencio del sol abrasador.

Sonreía y cantaba, sin pensar en nada. 

Hasta que él dejó de disfrutar y empezó a necesitar otras cosas y se fue, dejando el mañana vacío y esa sensación de que el mundo había cambiado para siempre porque él no iba a volver.


Es la canción perfecta

miércoles, 12 de junio de 2013

El cuerpo

Un cuerpo desnudo sobre la cama. Boca abajo.

La luz de la calle entra por la ventana, tamizada por el estore. Sé que fuera la luz es blanca, pero dentro es azul. Sí, azul oscuro, casi negro. Es exactamente así.

Es esa luz que deja adivinar la silueta, sin apreciar los detalles. Esa luz que permite intuir los movimientos, dejando un levísimo halo alrededor. Leve, pero suficiente para percibir, exactamente, hacia dónde.

Recostada a un lado de la cama, justo en el borde, veo el borde de esa piel brillante en la oscuridad. Veo como se mueve la espalda, suave, acompasadamente. Juego a respirar al compás de la respiración que mueve la espalda. Juego y gano.

Veo la luz reflejada en las nalgas, en las piernas, en los pies. Me gustan los pies. ¿Me gustan estos pies? Me pregunto mientras repaso a oscuras cada centímetro de piel, para que no se me olvide nada. Para recordarlo todo.

Me acerco, despacito, para no deshacer el camino de la luz, que dibuja unas manos grandes de dedos fuertes, finos, precisos. A veces la mano acaricia la cama, dejando una estela fugaz a su paso.

Miro ese cuerpo dormido y pienso en otros cuerpos. Intento recordar si su piel brilla igual, si la luz es más viva, si el movimiento es igual de suave y... no me acuerdo. Todos parece el mismo cuerpo.

Y entonces me acerco aún más, hasta construir una sola silueta, con la esperanza de que sea el cuerpo que deseo.

Mi fetiche es un cuerpo desnudo sobre una cama.

martes, 11 de junio de 2013

Fetichismo

De alguna manera, más o menos retorcida, más o menos evidente, más o menos llamativa, más o menos frívola o intrascendente, creo que todos somos fetichistas.

Y es que a todos nos atraen determinados objetos especialmente, hasta el punto que consiguen que amemos el todo por la parte: desde el me gustan los chicos con barba de tres días o me ponen las mujeres con gafas hasta el yo, si no se me acerca con una chapa de Los Doors y unos pantalones de pana es que ni le dirijo la palabra.

No me refiero sólo a los disfraces de enfermera o al sobeteado bombero onfaya, qué va, me refiero a cosas más sutiles, más cotidianas. ¿No?

Venga, va, no se me esfuercen ahora en demostrarse a sí mismos que no es cierto, que ustedes no son fetichistas, porque no me lo creo. ¿Ese tironcillo en la ingle cuando ven la gota de sudor resbalando por la espalda de su señora, rondando descalza por casa en verano, con esos pantaloncitos cortos que le aprietan un poco, y la camiseta de tirantes sin sujetador? ¿Ese? Fetichismo. Ese aire juvenil y descarado, los pies desnudos, el ruido sordo que hacen al andar... 

O, señoras, ¿se han dado cuenta de que se les acumula especialmente el deseo cuando ven a su chico con la toalla enrollada mientras se afeita? Fetichismo. Sí, también. Las toallas enrolladas son muy sexis.

¿No le han pedido nunca a nadie que se recoja el pelo, o que no se lo recoja, que se deje las gafas, o la camisa, que se ponga un delantal o se lo quite, que...? ¿No han fantaseado nunca con esos pantalones, o esa ropa interior, esos tacones, esas medias, esa barba de varios días, ese...? ¿No? ¿En serio?

A ver si el fetichismo va a ser sólo cosa de rubias...

jueves, 6 de junio de 2013

El pajarito azul

Cuando empecé en esto de la blogocosa, primero, y Tuiter, después, una de las cosas que más me atraían era lo del anonimato.

Como bloguera, fue una decisión consciente: entonces quería ser anónima. No sé si me arrepiento o no, va a ratos, pero estoy segura de que ahora no tomaría esa decisión, ahora tendría carita, es menos satisfactorio pero también trae menos problemas. 

Como tuitera la decisión no fue consciente. Tenía una cuenta personal, con carita, y una gamberra, con culo, normalmente. La gamberra era más divertida. Simplemente, me dejé llevar: necesitaba diversión. Y como una ola, Tuiter llegó a mi vida, como una ola de fuerza desmedida, de espuma blanca y rumor de caracola. Como una ola.

Tuiter me ha dado muchas cosas. No sé aún si podría decir que todastodas buenas, lo que sí tengo claro es que me ha dado, y me da, muchas cosas.

Como una ola, también, con la fuerza de un ciclón, me ha traído a personas maravillosísimas, y esto es lo más importante, pero no es lo único. Me trae todos los días conocimiento, información, otros puntos de vista, tendencias, humor, genialidades, miserias. Tal como vivo ahora el día a día, sin el pajarito azul sería una señora de mediana edad escribiendo las mismas cosas una y otra vez. Tuiter es en todo momento una caja de bombones de chocolate con avellanas: me gusta siempre, me apetece a veces, y sé que va a ser un problema, antes o después, pero no puedo dejarlo.

Soy consciente de que tuitear en horario laboral no está bien. Si estoy tuiteando no estoy trabajando. No tiene justificación. Desde un punto de vista eminentemente práctico, Tuiter me hace menos productiva, aunque sólo sea por el tiempo que le dedico, en el que no produzco. Es así, sin más.

La cuestión es ¿si no tuiteara sería realmente más productiva? No lo tengo claro. ¿Me concentraría más?  Claramente, no. Hay un millón de perturbaciones a mi alrededor que me desconcentran pero ¿es excusa suficiente?

Tuiter es una rutina en mi vida. Para relacionarme, para aprender, para informarme, para acceder a contenidos que, de otra manera, nunca sabría que existen, y que se suman al conocimiento y herramientas personales con los que desempeño mi trabajo. Si no tuiteara ¿de qué otra manera seguiría esta progresión? ¿Puede considerarse una progresión incorporar todo esto a mi vida o es, simplemente, un entretenimiento?

Y, la pregunta más importante, ¿qué va a poder más, Tuiter o el miedo a que tuitear mientras estoy trabajando se vuelva contra mí en algún momento?

¿Qué pensáis?

martes, 4 de junio de 2013

SPQR

From: fulanitadetal@sitiosuperguay.com 
To: gordi@trabajodegordi.com 
Subject: Propuesta de proyecto 
Date: Mon, 27 May 2013 11:23:45 +0000 

Estimada Gordi, 

Tal como hemos comentado telefónicamente te reenvío el enlace sobre el proyecto de empleo para los romanos en Europa. Estúdialo bien, me ha parecido que no me entendías*. 

Creo que es muy interesante y que podemos plantear una excelente colaboración con los partners que te comentaba. Para empezar, planteamos un viaje de toma de contacto, aunque ya determinaremos los participantes de la delegación**.  

www.euprojectsinfavouroftheromacommunity.com 

Quedo a la espera de tus comentarios. 

Un cordial saludo, 

Fulanita de Tal 
Singermorning presuntuosa 
Jefa de Nosequé de Sitio Superguay 



From: gordi@trabajodegordi.com
To: fulanitadetal@sitiosuperguay.com; jededegordi@trabajodegordi.com
Cco: compañerasdetrabajodegordi@trabajodegordi.com; amigasdegordi@gordi.com; mediosdecomunicacionparaelescarnio@lapeste.com
Subject: RV Propuesta de proyecto
Date: Mon, 3 Jun 2013 11:23:45 +0000


Estimada Fulanita de Tal,

Disculpa la tardanza en responderte. Tras nuestra conversación telefónica hicimos un breve trabajo de investigación sobre la propuesta y sobre Roma (qué bonita es Roma). No acabábamos de entender muy bien lo de plantear un proyecto de impulso de trabajo para un colectivo en riesgo de exclusión como los romanos en toda Europa (WTF???!!!).

Ahora que hemos recibido el enlace ya lo hemos entendido todo, pero nos ha costado mucho recomponernos después de habernos hecho caca encima. No te preocupes, es la segunda vez que nos pasa con los romanos pero, mira, no nos hacemos a la idea.

Siento decirte que no vamos a participar en el proyecto. Los romanos son muy suyos y, oye, que no nos vemos... ahí... Pero, oye, os deseamos mucha suerte, especialmente en la formulación en inglés. La vais a necesitar. ¡Ah! No te olvides de saludar a los partners de nuestra parte.

Estamos a vuestra disposición ante cualquier duda o consideración.

Un cordial saludo,

Gordi Pé



* (Lerda)
** (Yo primer)

domingo, 2 de junio de 2013

¿Puedo preguntarte algo?

Es difícil escribir sobre lo que se ama porque las palabras no pueden dar forma a los sentimientos que nacen en el corazón mudo, y este habla con hechos y no con discursos. Por ello, si alguien te dice que es capaz de expresar lo que siente por ti con palabras, siento decírtelo pero no te quiere. Mi único amor sincero hasta la fecha ha sido por las tetas, por ello cuando Gordi me pidió que escribiera un texto sobre ese tierno objeto de deseo, al principio no supe cómo enfocarlo. Enfrentado a la blanca llanura del folio en el que pretendía dar forma a este post, sólo podía imaginar cómo de la hoja se alzaban imponentes protuberancias carnosamente coronadas por acerados pezones. Y así estuve durante diez minutos: dibujando aureolas hasta conseguir hacer una circunferencia perfecta a mano alzada.

¿Cómo podría hablar de algo que todo el mundo tiene aunque, como en el caso de las opiniones, solo las de las mujeres sean las buenas? Primero se me ocurrió que podría intentar explicar qué es lo que me atrae de ellos, pero si me pongo a pensarlo, no podría dar una respuesta certera. Son esponjosos, globos a cuyo extremo engancharse y aspirar en lugar de soplar, fruta madura y fresca que devorar con fruición, surtidores de hidromiel de los que chupar sin cesar, muy suaves y los puedes achuchar al irte a dormir, aunque también a un peluche, y no por ello mataría por hundir mi cabeza entre un par de exhuberantes gusiluz a esperar la dulce muerte por asfixia aparejada a dicho acto, por mucho que estos brillen.

Podría haber contado mil y una anécdotas relacionadas con los dulces cántaros de miel, como el italiano (¿de dónde si no?) con el que conviví durante una temporada y que se ufanaba de reconocer a las chicas por su busto y no por sus caras. Y quien dice chicas, dice prostitutas. "Las mujeres pasan pero las tetas permanecen", era otro de sus aforismos con el que, sospecho, pretendía posicionarse a favor de los implantes de silicona. Nunca llegó a aclararme del todo qué quería decir con aquello.

Podría haber escrito una oda al pezón, pero rimar teta es complicado, quizás con arqueta, pero juntar ambos términos no queda serio. Además, no podía competir con las poetisas de un par de posts más abajo y quedaría en evidencia si lo intentara (aún más). Estuve un rato dándole vueltas por si las musas se dignaban a tocarme, con una teta por supuesto, pero lo único que se me ocurrió fue:

¡Enséñame los pechos!

¡Enséñame los pechos!

Cuatro senos veré esta noche,

cuatro senos tersos y grandotes.

A mi me gustan las tetitas
blancas, negras y amarillas.
Y si en la disco se descocan
un push up y a otra cosa.
A enseñarlas! ¡A enseñarlas!
¡que luego todo son risas!

Pero a capella y sin un sintetizador perdía mucho. Estaba claro que ni siquiera las mujeres imaginarias se atrevían a acercárseme. Así que dejé el verso a un lado.

En fin, hay muchas formas de enfocar la cuestión de los pechos, aunque yo prefiero la forma directa: abalanzarse sobre ellos y no soltarlos ni aunque mi vida dependa de ello, así que al final decidí escribir sobre lo que mejor se me da: pedir que me enseñen las lolas. ¿Por qué ese interés por verlas? os estaréis preguntando. ¿Por qué vuelan los pájaros? ¿Por qué sale el sol por la mañana? ¿A qué sabe el pollo?... nadie lo sabe y a nadie le importa. Los pájaros surcan los cielos, al amanecer hay luz, el pollo está bueno y nadie dice que no a verle el busto a una chica.

Para los que caminan solitarios por el sendero de la vida, la única oportunidad que tienen de ver unas perolas de cerca es apelar a la buena voluntad de alguna bienhechora. A ser posible una amiga cercana, nunca a una desconocida que nos obsequiará con una sonora bofetada en cuanto se lo insinuemos, y tampoco es plan de ir marcado por la vida con la "mano escarlata". Alguna habrá que se lo tome a risa y tal vez nos acepte una copa, pero alguien así es tan difícil de encontrar como un tuitero casto. Además, mucho jijijaja pero tampoco nos enseñará sus panes de azúcar.

Y mira que en principio podría parecer algo sencillo. Uno piensa que bastaría con una simple proposición para que las camisas se abrieran, los tops se subieran y las rebecas cayeran al suelo dejando en libertad a los Caribdis y Escila donde todos zozobramos en un momento u otro de nuestra existencia, pero, sorprendentemente, tras años de trabajo de campo, he comprobado que no es así. Ver las tetas de una amiga requiere de insistencia y tenacidad. Con una amplia y valiosa experiencia a mis espaldas, me siento capacitado para aconsejar a aquellos compañeros que quieran descubrir si de verdad el corazón de sus amigas es tan grande como sus senos, siguiendo estos sencillos pasos:

  • Aprovecha sus momentos de bajón: ¿Que le ha dejado el novio? ¡Ataca!. Crea ambiente con el disco de Adele y pídele que se abra la blusa como terapia. El otro le ha puesto los cuernos con la chica que reparte el 20 minutos en la estación del FEVE, no se va a molestar porque le pidas eso; y si lo hace, pues al menos habrá olvidado al cerdo de su ex y la habrás ayudado a superar la traición, que para eso es tu amiga. Es una situación que los tetólogos llamamos Win-Win (onomatopeya que los hombres imaginamos en silencio cuando pellizcamos ambos pezones).
  • Pídelo con educación: Dicen que un "Por favor" abre más puertas que un cerrajero, pero cuando de hacer que una mujer se desnude se trata, aunque sea de cintura para arriba, los buenos modales carecen de eficacia. Ya puedes hablarle en castellano antiguo, que suena más educado, que seguirán negando con la cabeza hasta descoyuntarse las vértebras.
  • Con una canción: Un tema sugerente podrá resquebrajar sus defensas emocionales. Con suerte podrás aprovechar ese resquicio para conseguir tus fines. Recomendadas: Knocking on heaven door, de Guns N´Roses, que es así como más lascivo. Don´t dream is over de Crowded House, esta para animarnos; o The captain of her heart, de Double. La Ramona de Fernando Esteso se debe usar como último recurso. Pese a lo que más de uno esté pensando, no es aconsejable el Boys, boys, boys de Sabrina, porque ninguna chica quiere que la relacionen con ella. ¿Habéis visto qué cejas se gastaba en aquella actuación? Pues eso. No olvidéis llevar un cartel en el que expreséis vuestra petición y poner cara de cachorrito desamparado, que eso siempre llega al corazón.
  • Emborrachándola: Acción rastrera donde las haya y considerada ilegal por la Asociación Internacional de Tetología, que descalificará de la competición a quien haga uso del alcohol para conseguir sus fines.
  • Apela a su sentido de la amistad: Cuando un amigo le pide a otro que le enseñe su "taladradora" (por aquello del optimismo antropológico del hombre respecto de su pene) este se lo muestra sin dudar; razón por la cual solo tengo amigas. Sin embargo el concepto que de la amistad intersexos tienen las mujeres, es diferente. Si una amiga te pide que le enseñes tu "cosa" (si la llama "polla" es que quiere tema. Lo digo por si hay algún despistado), uno se la enseña encantado. No así en el caso inverso. Por eso cuando una mujer me dice que cree en una amistad pura, sin más artificios entre un hombre y una fémina, yo siempre le digo: Si, ya, pero entonces ¿le enseñarías las mamas? Y entonces, tras meditarlo unos segundos, calla y se aleja sin mirar atrás, consciente de su derrota.
  • Haz el Pagafantas: El viejo método de echar mano de la billetera y dejarte el sueldo en bebidas espirituosas con las que endulzar el ánimo de nuestra amiga. El pagafanteo para ver tetas es más triste que el pagafanteo clásico, que al menos puede aspirar, de forma irreal eso si, a tocar, lamer, estrujar, acariciar y amagar con ordeñar, antes de ser reprendido por ello, al objeto de sus atenciones. Hacerte consumidor premium del Club Sensaciones solo para mirar, es algo reservado a los muy desesperados.
  • Por Whatsapp: No es tan molesto como una llamada ni tan caro como un SMS. Podrás iniciar una campaña de acoso digital de una forma económica y rápida. OJOCUIDAO que el WA lo carga el diablo. A ver a quién le pedís que os enseñen las domingas. Yo le envié el mensaje por error a mi Ex y a punto estuve de volver con ella. Así que precaución y aseguraos bien de quién es el destinatario, que luego vienen los arrepentimientos.
  • Di que tienes dudas sobre tu sexualidad: Si, es un tópico muy manido, pero funciona. Yo lo he visto con estos ojos que han contemplado tantísimos melones. Corres el riesgo de ser catalogado como el amigo gay, y si bien es posible que te dejen entrar en probadores o te dejen tocar partes sensibles de su anatomía para comprobar lo duras que están, se correrá la voz de su recién adquirida condición sexual y tendrás que irte a otro pueblo en busca de un ligue. Un pueblo sin Internet claro.
  • Díselo con flores: Existe un lenguaje erótico-festivo de las flores, por desgracia, ampliamente desconocido pero muy directo. Cada planta lleva asociada un mensaje. Así por ejemplo, la Madreselva, incita a quien se le regala a que se haga las ingles brasileñas, las rosas quieren decir: Te quiero cariño. Ahora tráeme las zapatillas y hazme la cena mientras leo el periódico. Con las margaritas dejas caer que: Te vas a quedar más sola que la última croqueta del plato. Y si quieres insinuar que la relación que mantenéis ya no te llena, regálale un pepino. En nuestro caso, para que nos muestren el camino a los Apeninos, deberemos obsequiar a nuestra amiga con un ramillete de Pelargonium.
  • Suplicándoselo en un post: Ejém.

Si aun con todo, las peras de tu amiga permanecen vedadas a tu ojos, resígnate y acude a Internet, que en estos casos es como la margarina. Pero si además ella continúa compartiendo sus momentos de alegría y zozobra contigo, si ofrece su hombro para que llores tus penas, si sigue hablando contigo con una sincera sonrisa en su rostro, si sabes que estará ahí para lo que quieras; si, en definitiva, continúa siendo tu amiga pese a todo lo que le has babeado, alégrate de que aunque le hayas insistido hasta la náusea, no te ha mandado a paseo, y eso, aunque no pueda parecerlo en principio, es infinitamente mejor que un buen par de tetas.*




 * Y ya si con este último alegato no cae, ve probando con otra amiga. Esto es como la lotería. A alguien le toca siempre ¿por qué no vas a tener suerte tú?



Este texto es del muy ilustre y muy querido Mr. Moriarty