Empieza muy despacito
por detrás de las orejas,
y dura más de un ratito
si, descuidada, te dejas.
Va creciendo, caprichoso,
agarrándose a los pelos,
se hace grande y poderoso,
y no hace caso de duelos.
Poco a poco, culebrea,
palpita, late, se tensa,
hace muy bien su tarea,
esperando su recompensa.
Aprieta, empuja, presiona,
zumba, emborrona, enloquece,
es como una corona
que disminuir parece.
Notas dos mil punzadas
en la cima y en las sienes,
que no por ser esperadas,
se te olvida que las tienes.
Duele como la muerte,
si es que la muerte doliera,
es un dolor muy fuerte,
que matarte pareciera.
Y entonces recuerdas, tonta,
que hay una solución,
que igual su ataque desmontas
con un paracetamol.
miércoles, 29 de mayo de 2013
martes, 28 de mayo de 2013
Ropa para gordas
Llevo
todo el día pensando en este
artículo. Me ha gustado la respuesta de esta mujer. No estoy de
acuerdo con algunas de sus afirmaciones pero tengo que admitir que me
ha gustado su respuesta. Elegante e inteligente, directa a la
cuestión empresarial, nada de derechos
para gordas ni
chorradas de esas.
No
voy a entrar en si las gordas somos bellas o no, me parece una
chorrada: unas lo son, otras no. Tampoco voy a entrar en lo de si la
moda debería ir adaptándose a los cambios que están produciéndose
en la población, o de si los estándares de belleza difundidos por
los medios de comunicación deberían ser más inclusivos y basados
en la realidad. Podría, claro, pero es un tema muy tocho y no tengo
el chichi pa farolillos* estoy para disquisiciones
filosóficas.
El
punto que me ha llamado la atención de todo este asunto es que se
comenta poco que el señor Ficht este igual tiene lo de "el
derecho de admisión", lo que viene siendo "es mi empresa y
yo decido qué produzco o no produzco, según me viene en gana, y no
quiero producir camisetas más grandes que puedan llevar las gordas.
He dicho y por la tripa te corre un bicho".
A
ver, que sí, que queda feísimo que este señor dijera lo de que no
quiere hacer ropa para gordas así, tal cual. Qué indignación, oh,
sí. Me imagino a hordas de gordas (badabumtchisss) frunciendo el
ceño indignadísimas, mientras buscan en Google lo del señor Fitch
este. Supongo que debiera haber sido más polite hace
seis años y
que hubiera echado la culpa del tallaje a su "estrategia
empresarial" pero la cuestión es que, como dice la
oronda bloguera estadounidense Jes ‘The
Militant Baker’ (lainformacion.com dixit) la
exclusividad es un principio del marketing que puede resultar muy
provechoso. Otra cosa es si esa falsa exclusividad de ropa de consumo
rápido algo snob se
torna en contra de la marca pero, oye, es una estrategia de marketing
tan buena como otra cualquiera.
De
todo este asunto a mí ahora me interesa una cosa: saber cómo va a
influir esto en la cuenta de resultados de la marca. ¿Cuántas
personas de talla M se habrán indignado ante las declaraciones de
este señor y nunca más volverán a comprar nada? Si hasta ahora no
tenían tallas para gordas ¿qué efecto puede tener una Plataforma
de Gordas contra Abercrombie and cómo se llame? ¿Tres camisetas
menos al año?
¿Por
qué ha habido tanta indignación? ¿Qué diferencia hay entre decir
"no quiero hacer ropa para gordas" y no decir nada y tener
como talla máxima una talla 40?
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Ego sum,
Encerio,
Gordicidades
lunes, 27 de mayo de 2013
Dormir
Quiero pensar que es cosa de la primavera, que me sienta fatal, históticamente, pero no estoy bien. Podría liarme a explicar mil posibles razones: que si el trabajo, que si la gordez, que si no duermo bien, que si el estrés, que si el desamor, que si los quereres... psche... pues como todos, qué aburrido. Pero no estoy bien, por resumir.
Sólo tengo ganas de dormir. En cualquier momento del día en lo único que pienso es en quitarme los ganchos y la coleta, los zapatos y los calcetines, y meterme en la cama. Y dormir.
Fantaseo con mi cama. Con mis almohadas y mi edredón. Me visualizo durmiendo plácidamente durante horas. Hasta me imagino el hilillo de baba que hace roncha en la sábana... Intento recordar cuándo ha sido la última vez que he dormido seis o siete horas seguidas y me pongo de mal humor. Me juro y me perjuro que esta noche va a ser diferente...
Luego llego a casa, tengo un millón de cosas que hacer, me lío, me lío... y se me olvida lo que he estado deseando todo el día.
Y cuando me meto en la cama es peor. Me duermo, me despierto un par de horas después. Doy mil vueltas. Me levanto. Vuelvo a acostarme. Me levanto de nuevo. Me duermo un rato. Me despierto. Y me muero porque llegue la hora de levantarme, más que nada por hacer algo. Pero, conceptualmente, sólo tengo ganas de dormir, de estar en la cama en penumbra, sin escuchar nada, sin pensar en nada. Sólo dormir.
Y no puede ser, porque tengo muchas cosas por hacer. Cáspita.*
* Hola, anónimo comentarista del post anterior.
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Imperfecciones
jueves, 23 de mayo de 2013
Lo de la blogocosa
El últimos post me ha dejado un poco abrumada. Me he quedado con la sensación de que no he sabido explicarme nada de nada.
Vaya por delante que agradezco mucho todos los comentarios, las cosas tan bonitas que dicen, con diferentes grados de achuchón teteril included. No se me enfaden los que no, es que a algunas de las personas que pasan por aquí de vez en cuando las quiero locamenti, del amor ese que te hace abrazar fuerte cuando te ves, porque te ves poco.
Mi intención no era, en absoluto, abrir la caja de Pandora para que me dijeran a mí todo eso. No quería provocar un panegírico blogueril, ni mucho menos.
Y se lo agradezco, mucho, OJOCUIDAO, pero era justo lo contrario. El post anterior quería ser un empujoncito para que dijeran cosas a otros blogueros, cosas bonitas que normalmente no les dicen, por las razones que sea. Quería ser un estímulo para que sacaran la patita esas personas que leen pero nunca dicen nada, pero no aquí, necesariamente, sino en los blogses que leen y en los que no se manifiestan. Y es que yo quería que otras personas que se quejan amargamente de que nadie les lee, que nadie les dice nada, se sintieran bien en la blogosfera de vez en cuando.
Sólo eso.
Pero, mira, ha servido para que salgan a la luz algunos anónimos, que espero que vuelvan a aparecer alguna vez.
Joder, qué bonita es toda esta mierda de la blogocosa...
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Blogocosa,
Imperfecciones
martes, 21 de mayo de 2013
Díselo
Hay muchos tipos de blogueros. Supongo que tantos como personas que escriben un blog.
Todos, sin excepción, todos, escribimos para los demás, en segunda, tercera o décima instancia pero escribimos para los demás, Y quien diga lo contrario, miente. Cuando alguien escribe sólo para sí mismo escribe en un procesador de texto, no en un blog.
Para mí, decir que escribo para los demás significa que, aunque escriba como/lo que/para/cuando/... me salga del toto, espero que los demás me lean. Bueno, no, en realidad no. No espero que me lean, espero motivar lo suficiente como para que quien me lee se manifieste mínimamente: un comentario, una mención en Twitter, un correo... No nos engañemos, amigos, es importante saber que hay vida al otro lado. Y si esa vida, las personas que se esconden tras los nickscksck, molan, es la repanocha. ES UN SUBIDÓN. Y ahora no me vengan a decir que esto sólo me pasa a mí porque no me lo trago. Si hay algo que no soy es rarita y morena de piel. Esto nos pasa a todos.
Yo todavía no me repongo cuando me doy cuenta de que hay otras personas que me leen. Me sigue alucinando que haya gente que me mande correos comentando los post. Me parece glorioso que alguien se tome unos minutos para leer lo que escribo y comentar. Es alucinante. Y, quiera o no, determina cosas. A veces me condiciona, a veces no, pero determina.
Con y sin esta determinación, yo escribo para mí, sí, pero también escribo para las personas que, incomprensiblemente, me leen. Porque yo tengo mucha suerte: hay personas que me leen y personas que comentan. Lo agradecería uno por uno, cada vez, porque ha significado y significa mucho para mí pero quedaría de un moñas que flipas ¿no? así que vamos a dejarlo en un gracias, chavalada.
En fin, a lo que iba, que sería muy largo y aburrido explicar a qué viene este post, no me apetece y ya me está quedando demasiado raro*.
Concluyo con una petición. Nunca te pido nada así que hoy voy a tirarme a la piscina.
Quiero pedirte a ti, lector, que hoy, cuando puedas, cuando tengas un ratito, copón, que es un par de minutos, no me cuentes milongas, comentes en alguno de esos blogs que lees todos los días, uno de esos que sigues desde hace años. Dedica unos minutos de tu tiempo a esa persona que tan buenos y malos ratos te ha hecho pasar, a esa por la que te preocupas un poquito cuando notas pocha, a esa de la que te acuerdas, aunque sólo conozcas su nick, cuando escuchas una canción que ha colgado en su blog, o ha comentado un libro, a esa que te cae bien sin conocerla, a esa que crees que conoces porque lees su blog. Dile algo bonito.
Me gustaría poder hacerte un poco de chantaje emocional diciendo que se lo debes pero es mentira, no le debes nada, coges lo que te da, es gratis, está disponible, es para ti.. Así que sólo me queda apelar a tu buen rollo y tu blogocosidad: dile algo.
Esa persona escribe para sí misma, sí, pero también escribe para ti. Y quizás signifique mucho para ella saber que estás al otro lado en carne presente.
Díselo, coño, que no cuesta tanto.
* El post, yo no soy rara.
lunes, 20 de mayo de 2013
Cosas que he hecho este fin de semana
- Animar a Bonnie Tyler.
- Bailar mucho con Daft Punk.
- Beber bastante tequila por culpa de Eurovisión.
- Buscar una faja como las que llevan todas en Eurovisión por la Internec.
- Comer la mejor lasaña del universo conocido. Y cenarla. Y desayunar las sobras el domingo.
- Comprar un canapé porque se ha roto el somier.
- Desayunar bloodymarys y gomitar.
- Despellejar Eurovisión.
- Discutir con un cliente.
- Discutir por Skype con un cliente.
- Discutir por Whatsapp con un cliente.
- Discutir por Whatsapp con una compañera.
- Dormir una siesta de TRES horas.
- Escribir cosas que me importan una puta mierda.
- Golpearme la frente con un lavabo y lucir un chichón resplandeciente.
- Hablar con un cliente.
- Hummus exfoliante.
- Llevar faja. Flojita, pero faja.
- Mojarme con la lluvia.
- Pensar. Un poco.
- Plancharme el pelo.
- Poner a parir a la Alonsa.
- Poner mal la contraseña en el cajero y bloquear la tarjeta.
- Poner semillitas.
- Quemar una camisa nueva con la plancha.
- Quitarme la faja.
- Tomar unas cervezas. Varias veces.
- Trabajar.
- Trabajar borracha.
- Trabajar con resaca.
- Ver Eurovisión.
- Bailar mucho con Daft Punk.
- Beber bastante tequila por culpa de Eurovisión.
- Buscar una faja como las que llevan todas en Eurovisión por la Internec.
- Comer la mejor lasaña del universo conocido. Y cenarla. Y desayunar las sobras el domingo.
- Comprar un canapé porque se ha roto el somier.
- Desayunar bloodymarys y gomitar.
- Despellejar Eurovisión.
- Discutir con un cliente.
- Discutir por Skype con un cliente.
- Discutir por Whatsapp con un cliente.
- Discutir por Whatsapp con una compañera.
- Dormir una siesta de TRES horas.
- Escribir cosas que me importan una puta mierda.
- Golpearme la frente con un lavabo y lucir un chichón resplandeciente.
- Hablar con un cliente.
- Hummus exfoliante.
- Llevar faja. Flojita, pero faja.
- Mojarme con la lluvia.
- Pensar. Un poco.
- Plancharme el pelo.
- Poner a parir a la Alonsa.
- Poner mal la contraseña en el cajero y bloquear la tarjeta.
- Poner semillitas.
- Quemar una camisa nueva con la plancha.
- Quitarme la faja.
- Tomar unas cervezas. Varias veces.
- Trabajar.
- Trabajar borracha.
- Trabajar con resaca.
- Ver Eurovisión.
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Soy una lista
jueves, 16 de mayo de 2013
Engañada
Hoy* tengo la sensación de que de entre todos los sentimientos que caben en esta tonelada cúbica que me compone, el de engaño es el mayor.
Me siento engañada, en general y en particular. Casi todo el rato. Por casi todo el mundo. Pero, por la que más, por mí misma. ¡TÓCATE LOS COJONES, MARILOLI!
Porque, a pesar de que debería sacar un sobresaliente alto en lo del NO, que últimamente lo tengo muy entrenadito, siempre tengo hueco para disculpar a los demás. Lo que viene siendo que me tomen por el pito del sereno, vaya. Y me mosqueo, rebufo y pongo morramen, pero me engaño pensando que soy una buena persona y, coño, no voy a hacer una putada como ................... (fill in the blanks). Y se me ocurren, no crean, se me ocurren. Un millón.
Lo que más me jode, claro, como a todo el mundo, es sentirme engañada por los amigos. Que seguro que hay algún listo que piensa pues si te engañan no serán tan amigos. Pues mira, sí lo son, que no es que me engañen a propósito, es que pasan cosas que hacen que yo me sienta engañada, porque lo que sea que pase no es lo que habíamos acordado. Pero es que a todos nos pasan esas cosas que hacen que tengamos que cambiar de opinión y es posible que demos por culo a alguien por el camino. ¡OJO! Eso no quiere decir que queramos, pero son cosas que pasan y...
¡¿Ves?! Ya estoy disculpando otra vez.
Así que aquí estoy, enfadada como una mona (esto es de Bich) pero callá, porque seguro que no ha sido a propósito. O sea: engañada, enfadada y muda. Una bomba de relojería a punto de explotar.
¿Soy la única gelipollas?
* Digo bien: hoy. Mañana igual el sentimiento que más me embarga es el de "me hago caca y quedan HORAS hasta que llegue a casa", vete a saber.
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Imperfecciones
miércoles, 15 de mayo de 2013
La vida
La vida es un castillo de arena construido a la orilla del mar. A cada embite de las olas la base se debilita, aunque las torres se mantengan erguidas. Una ve cómo se forman las olas a lo lejos, pero no puede moverse, es un castillo, no puede huir. Una ve cómo las olas se envalentonan y se preparan para atacar, y no puede defenderse.
Aterrorizada, una aguanta el rítmico acoso sobre los cimientos, consciente de que, antes o después, caerá sobre sí misma y se quedará inerte, muerta, incapaz de levantarse de nuevo, convertida en un montón informe de arena, agua y sal.
Y es que la vida es así, una constante resistencia frente a la destrucción, una continua sucesión de golpes que conducen invariablemente a la muerte.
Si lo pensamos bien, la vida es como el sexo: una sucesión de golpes que terminan con alguien desplomado.
Como el sexo, también, la vida es sólo el camino hacia la muerte.
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Gordicidades
martes, 14 de mayo de 2013
¿A ti te pasa?
Soy una mujer de gustos sencillos. Y me gusta la música. La sencilla y la complicada.
No sé solfeo pero mido las melodías.
Y no tengo criterio y no me preocupa.
Simplemente, me dejo llevar.
Soy de esas locasde los gatos que se emocionan con la música, que tararean en voz alta en cualquier sitio, que se deshacen como el chocolate con un tempo suave y una voz bien timbrada, que lloran a mares y se ponen tontorronas, que enloquecen cuando escuchan una canción favorita y cantan polifónicamente a voz en grito aunque sea en guachuguari. Como todos, supongo. No me preocupa.
Y no tengo criterio y no me preocupa.
Simplemente, me dejo llevar.
Soy de esas locas
A veces me sorprendo escuchando una canción que ya he escuchado cienes de veces, intentando descubrir por qué, por qué esa sucesión de sonidos y no otra me cautiva, por qué me llama, por qué tengo que escucharla una y otra vez...
Hoy es una de esas veces.
¿A ti te pasa?
Hoy es una de esas veces.
¿A ti te pasa?
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Ego sum,
Gordicidades
lunes, 13 de mayo de 2013
Yo y ellos
Estos días tengo sentimientos de esos que pelean en la cabeza. A veces ganan unos y me pongo contenta y me da ilusión y eso y otros me ponen triste y me doy golpecitos en la sien diciendo "idiota, idiota, idiota", así, muchas veces, como si estuviera interpretando a una psicópata en la sala de interrogatorios.
Y todo porque he decidido abandonar un proyecto del que he sido fundadora, coordinadora, ideóloga, soporte técnico, coach, maestra, paño de lágrimas, correctora, sheriff, esclava... que va a ser que lo he abandonado precisamente por eso, porque a pesar de tratarse de un proyecto colectivo en concepto, un proyecto que debería haber sido un hobby, una alegría, una vía de escape, ha terminado por convertirse en una carga y una fuente casi inagotable de disgustos.
El resto del grupo se lo ha tomado entre mal y muy mal. Me han montado una encerrona para "intentar convencerme". Joder, qué poco me conocen, qué lástima y que ganas de perder el tiempo con malos rollos mientras podíamos haber estado disfrutando alegremente de unas cervezas...
Que se quedan descabezados, que les hago falta, dicen. Que les abandono a su suerte y que ahora qué van a hacer, dicen. Que no me vaya, que a partir de ahora van a agradecerme todo mucho, que vamos a repartirnos las tareas y así no sentiré toda la carga sobre mis hombros y no lo abandonaré, dicen. Que me lo tomo todo demasiado en serio, que si me lo tomara de otra manera y me sentiría mejor. Dicen.
En el último año y medio hemos hablado muchas veces sobre cómo me sentía yo y sobre cómo se la pelaba a los demás. No me importaba volver a tenerla, no tengo por qué dar explicaciones, pero las he dado, son amigos y me importan. He argumentado tranquilamente por qué no iba a dar marcha atrás.
Tranquilamente. Hasta que me han dicho lo de que me tomo las cosas demasiado en serio y que si me las tomara de otra manera me sentiría mejor.
Porque entonces he tenido que responder que no, que si yo me tomara las cosas de otra manera los que se sentirían mejor serían ellos.
Creo que también he murmurado algo sobre que se fueran un poco a la mierda cuando me iba pero no recuerdo bien, estaba pensando en el próximo proyecto.
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Ego sum,
Imperfecciones
miércoles, 8 de mayo de 2013
Cosas que me gustan que dicen que no me pegan, pero me gustan
- Abandonar una discusión y dejar al otro con la palabra en la boca.
- Águila Roja.
- Andar descalza.
- Carles Francino.
- Colorear dibujos infantiles.
- Cuidar las plantas.
- El color rosa.
- El Lichis.
- El manga moñas.
-El porno.
- El tequila.
- Estopa.
- Expansión.
- Guns'n'roses.
- Irme sin luchar.
- Jorge Javier Vázquez.
- Hacer bricomanía.
- La comida bionatural de corcho.
- Las chapas de superhéroes.
- Las fragonetas.
- Las plantas.
- Llevar medias en invierno.
- Los blogs de cocina.
- Los clicks de Famobil.
- Los colores fosforescentes.
- Los folletines de amor del siglo XIX.
- Los juegos.
- Los programas de deportes de la radio.
- Los zapatos marrones.
- Mariah Carey.
- Mis plantas.
- Tyra Banks.
- Águila Roja.
- Andar descalza.
- Carles Francino.
- Colorear dibujos infantiles.
- Cuidar las plantas.
- El color rosa.
- El Lichis.
- El manga moñas.
-
- El tequila.
- Estopa.
- Expansión.
- Guns'n'roses.
- Irme sin luchar.
- Jorge Javier Vázquez.
- Hacer bricomanía.
- La comida bionatural de corcho.
- Las chapas de superhéroes.
- Las fragonetas.
- Las plantas.
- Llevar medias en invierno.
- Los blogs de cocina.
- Los clicks de Famobil.
- Los colores fosforescentes.
- Los folletines de amor del siglo XIX.
- Los juegos.
- Los programas de deportes de la radio.
- Los zapatos marrones.
- Mariah Carey.
- Mis plantas.
- Tyra Banks.
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Soy una lista
lunes, 6 de mayo de 2013
Un diez
Digamos que, en una escala del 1 al 10, donde 1 es "asquereuse" y 10 es "me gustaría morir ahora porque esto no se puede superar y cualquier cosa que me pase a partir de ahora va a salir perdiendo en la comparación y eso me garantiza que voy a ser más infeliz, si cabe", podríamos catalogar este fin de semana con un 10.
Y esto es todo lo que puedo decir sin que me salten las lágrimas.
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viernes, 3 de mayo de 2013
Cómo ser una drama queen
Cuando una es una drama queen es muy fácil montar un pollo gigantuoso de la nada. Y yo me entreno mucho. Para ser drama queen, digo. Se me da fenomenal.
Y es un mérito, no se crean. Ser drama queen no es tarea sencilla. A menudo es poco agradecido, el público no se entrega como debería y es cansado, muy cansado. Es un trabajo 24/7 y a largo plazo. Pero cuando llega el resultado, ver a todo el mundo corriendo asustado como pollo sin cabeza... oye, compensa.
Para cumplir la cuota de servicio público de este blog, aquí van algunos tips para ser una drama queen en condiciones, que las cosas hay que hacerlas bien, ir pa ná es tontería:
- Hay que soltar la bomba sorpresivamente, cuando nadie se lo espere. Una conversación ligera, sobre decoración casera, bizcochos o algo así es un buen momento.
- Hay que decir muchas veces que, probablemente, una sea una drama queen y está sacando las cosas de quicio, para que cale el mensaje. A la doscientasava vez todo el mundo da por hecho que una es una drama queen y que se va a entrar en una espiral de locura y pluridestrucción total.
- Hay que alternar la asunción de la culpa y la culpabilización a los demás. Para despistar y mantener la tensión.
- Aspavientos con las manos, hay que hacer muchos aspavientos con las manos, que es lo que les gusta. Si se tira una cerveza y una copa de vino por el camino y se intenta recoger dramáticamente el líquido derramado con servilletas de bar, mejor.
- Es imprescindible marear a tó quisque con chorrocientos correos y llamadas, incidiendo cada vez en un punto diferente, respondiéndose a las propias preguntas e ignorando las propuestas de los demás.
- Una debe mostrarse voluble como el viento: ahora me voy, ahora me quedo, ahora me la suda, ahora es lo más importante de mi vida... así unas dos o trescientas veces al día.
- Llorar no es una buena estrategia. Es mucho mejor la lágrima contenida, esa que se queda ahí, en el bordecito, pero que no se suelta.
- Hay que evitar los conceptos como "infantil", "exageración", "chantaje emocional", "por mis cojones" o "amenaza" referidos a una misma. Si se trata de otros, no sólo está permitido: está recomendadísimo.
- Hay que ser víctima, verdugo, juez, acusación, acusado y bedel. Todo a la vez. Ya lo digo, es muy cansado.
Antes de terminar, permitan un último consejo: la etiqueta drama queen es irreversible. Si una se pone, se pone, pero para siempre. Olvídense de volver a parecer razonable o coherente. Una será una drama queen para siempre, 'til the end of time.
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Ego sum,
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jueves, 2 de mayo de 2013
El cambio de armario
Lo de la gordez es siempre una putada como un camión pero hay dos momentos especialmente duros: el cambio de ropa de invierno y el cambio de ropa de verano. EL HÓRROR.
Cuando abro las cajas de la temporada anterior nunca sé qué voy a encontrarme, ni cómo ni por qué. Por mucho que lo intente, por mucho que intente ser ordenada y guardar las piezas por grupos coherentes, por colores, por usos... no hay manera. Siempre hay un par de jerseys que se quedan rezagados en alguna lavadora, o algún pantalón, o alguna chaqueta de las de porsiaca, que acaba mezclada con media, pijamas o foulares. Abrir las cajas de ropa al hacer el cambio de armario es una sorpresa sin fin, nunca sé qué voy a encontrarme en cada sitio. Que igual también tiene que ver que mientras está guardada la ropa de la temporada que no es intento no pensar en ella, para que no encoja.
Jajajaja, no. La ropa encoge de no usarla. Bueno, no sé si es de no usarla o por el paso del tiempo, el caso es que encoge.
Misteriosamente, hay cosas que encogen más, cosas que encogen regulero y cosas que encogen de manera imperceptible y te sientan igual que el año anterior. Estas suelen coincidir con las que te gustan menos, es una cosa muy complicada de enzimas pluriproteicas neuroinsertadas que no entenderíais.
La cuestión es que el día del cambio de armario es una lotería.
Yo me lo pruebo todo otra vez, para retirar lo que no me cabe y no tenerlo por ahí dando por culo. Y a veces es como intentar poner una funda de almohada a un edredón de plumas: igual al principio parece que cabe pero llega un momento en el que todo se alordaza y ya no entra más, mira, que no, no te esfuerces. Otras es todo más ligero y natural, que una empieza a aguantar las respiración en cuantito mete un pie en el camal y, oye, pues no hace falta, la cosa puede abrocharse tranquilamente.
En esta ocasión ha ido todo bien, por si alguien se preguntaba. No voy a suicidarme ni nada. Tampoco tengo que comprarme ropa, lo que no sé si es una buena o una mala noticia, por lo de no contribuir al consumo y eso.
El vaquero estrechísimo del año pasado, la falda de tubo, el vestido gris al límite de lo morcillero... todo, todo queda igual. No lo entiendo muy bien, pero no me importa. Sigo teniendo pantalones de tres tallas diferentes de la misma marca, y tampoco lo entiendo, pero no me importa. He sido feliz un rato, facilona, sí, pero feliz.
Esta primavera, el día del cambio de armario me ha provocado un remolino de emociones reconcentrado en los interiores y ha hecho que llore un poco. O eso o eran unos gases, que aguantar la respiración y meter estómagos no trae nada bueno.
¿Cómo ha ido el vuestro?
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