martes, 23 de abril de 2013

I book on Mondays


A mí Bichejo me dice que salte y yo pregunto ¿pa qué?, pero salto. Así que ella es la culpable de este post. Ah, se siente, Bich, HABER elegido muerte.

Cuando era pequeña me encantaba ponerme enferma. Que no es que estuviera enferma de normal, eran esas cosas que pasan a los niños cuando conviven con otros niños. Me encantaba ponerme enferma porque mi padre me traía todos los días un libro. Y en Reyes tenía una columna igual de alta que yo todos los años. Hasta que fui demasiado alta, claro. Entonces empezaron a lo ancho.

Mi madre dice que ya leía cuentos sin dibujos sola con cuatro años pero, vamos, que creo que es pasión de madre, no me lo creo mucho.

Iban pasando los años y la cosa se complicaba: estaba obsesionada. Leía mientras desayunaba, en el coche, mientras los demás veían El coche fantástico, en el váter, en el parque.. era un poco el Bubba de la lectura. Leía siempre. El barco de Vapor (lean Los Batautos hacen batautadasAzules contra grises y Fray Perico y su borrico), los tebeos de Esther, Puck, Candy... Y la biblioteca del pueblo estaba en el camino de casa e iba todas las tardes. 

Quería leerlo todo.

Creo que fue en 2º de BUP cuando, no sé por qué, decidí que si iba a leerlo todo, debería empezar por el principio. Empecé por lo facilito, la filosofía y las tragedias griegas y romanas. Y la Biblia. Y algunos textos judíos, no sé muy bien por qué.

Seguí con las jarchas, las cantigas y los poemas franceses del medioevo, los míos cides y todas esas cosas, aunque no me gustaban gran cosa. Me gustaban más los ensayos sobre lo que pasaba mientras estos escribían en papel mugriento. Creo que fue El otoño de la Edad Media, de Joseph Huizinga, el que hizo que, en determinado momento, siguiera enganchada a esos textos que aún no entendía del todo. Pero como a veces me aburría empecé a leer a Agatha Christie. Compulsivamente, porque mi madre tiene TODOS sus libros. ¿Incoherente? Claro pero, qué quieren, era joven e inexperta, ya no tenía criterio. 

Siempre iba por delante de los libros que teníamos que leer para clase así que los profesores de literatura me machacaban con recomendaciones alternativas al temario. Leí los clásicos españoles con fruición: Baltasar Gracián, Quevedo, Cervantes, Góngora, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, Garcilaso, Torquemada, incluso. Qué bonito todo... y cuánto había que leer y de cuántos sitios, tenía que darme prisa. Joder, que hacía un porrón de años que la gente andaba escribiendo, tenía que darme mucha prisa.

Y esa gente era de sitios diferentes y se notaba, que no en todas partes pasaban cosas parecidas. Y escribían en muchos idiomas. Joder con los nacionalismos, a ver si voy a tener que posicionarme... Pues nada, no vaya a quedarme yo con las ganas de entender algo, a leer sobre nacionalismos, pertenencias, banderas, segregaciones y esas polladas, qué se le va a hacer...

Más o menos por esas fechas, mientras decidía si leía en español o castellano llegó Cien años de soledad. Y morí de amor. Me lié con los fantásicos latinoamericanos pero decidí que no me gustaban cuando, después de leer millones de palabras de esas leí a la de los espíritus. FATAL. Resulta que sólo me gustaba Cortázar y Gabo, pero leí hasta convertirme en india andina de adopción. Y entonces descubrí el siglo XIX. Ay. Charles Dickens. Stendhal. Balzac. Poe. Mark Twain. Rimbaud, Eluard y todos esos locos. Flaubert. Las Bronte. Mary Shelley. Stevenson. Lovecraft. Lewis Carroll. Julio Verne. Tocqueville. Y OSCAR WILDE. No sé si lo leí todo, pero casi. Y me gustaba tanto lo que pasaba y quería saber siempre más así que no me quedó otra que engancharme a los ensayos históricos. El siglo XIX me fascinaba. Todo él. Pero Oscar especialmente, dónde va a parar.

Por su culpa empecé a leer biografías. Cabrón. Tenía tantas ganas de saberlo todo sobre él que leí todos los libros que encontré. Y tuve la mala suerte de leer De profundis en un momento muy complicado. Me marcó de tal manera que pasé un par de años leyendo sólo cosas  horribles y descarnadas. Con muchos asesinatos. Lloraba mucho. Pero leía. Leía la vida de otros con ansia, aún quería saberlo todo.

Hasta que llegué a la vida de Billy Wilder. Hala, venga, ya está, ahora quiero leerlo todo sobre el cine. JODER. Y, mierdaputa, los americanos del siglo XX: Tenessee Williams, Bukowsky, Hemingway, Faulkner, Paul Auster, Higsmith, Tom Wolfe, John Updike, y John Irving. ¿Qué coño había hecho yo para merecer esto, señor? ¿Tienen que gustarme todos? 

En fin, ya digo, sin criterio. Porque leía también docenas de libros sobre leyendas artúricas, los osos cavernarios, los médicos, chamanes y otras miserias, catedrales del mar y similares, todos los terrores de Steven King, las risas de Eduardo Mendoza, los chinos y japoneses amables, los kenfollets, petersberlings, matildesasesnsis, almudenasgrandes, y todas esas cosas que se venden un huevo y se olvidan después. Y a Vázquz Montalban. Y a Victoria Camps. Y a Sanpedro. Y a Punset.

Pasé años leyendo. Lo leía todo. No tengo recuerdos no vinculados al libro que estaba leyendo o que iba a leer.

Y ya no leo.

Feliz día del libro.

15 comentarios:

  1. No me extraña que no leas. Ya has leído para tres o cuatro vidas. Jaja. Me ha encantado el post.

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  2. Qué inevitable sentirse pequeñita a tu lado. ¿Te ha quedado algo por leer?

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  3. Juan Car, Sil, ME QUEDA TODO POR LEER.

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  4. Miedo me da cuando empiezas el post sobre música... xDDD

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  5. Pues a mí sí me extraña, parece imposible pasar de TODO a nada. Yo ahora casi no leo, pero claro nunca he leído tanto. Y eso que antes de conoceros a los Desgraciaítos, Molinos, Bichejos, Livias y Gordis pensaba que antes leía mucho... pero qué va, lo mío era de segunda regional.

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    1. Pero Annie... ¡están enfermos! ¡TODOS! Tienen liberpatía o algo así... Si no, ¡no se explica!

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  6. Lo que has leído tú no lo leo yo en diez vidas. Como disfrutabas y sufrías leyendo. Como lo vivías! Y que variado. Rozaba hasta un punto de obsesión, no? :)

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  7. Toma ya! De piedra me he quedado!

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  8. Tú y yo de pequeñas éramos tan iguales que se me han saltado las lágrimas (yo además pedía plañideramente el Hola, que en mi casa estaba vetadísimo)

    Me reconozco en leer todo el tiempo, bueno casi todo, también he jugado mucho, visto mucha tele y salido a muerte cuando correspondía...pero no me recuerdo sin leer.

    Me da pena infinita y mucho más miedo pensar que eso puede pasar, y que me puede pasar a mí...que un día ya no me apetezca leer. Porque es de las peores cosas que me podrían pasar, es mi lugar feliz. Incluso cuando leo cosas del club de tortura acordándome del día que se me ocurrió meterme en algo así.

    Y lo peor (o lo mejor) es que creo que te entiendo y que en parte me parece coherente con lo que conozco de ti

    Pero vamos, que yo, hamarte, te hamo lo mismo. O más, si cabe.

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  9. Si que lees, pero no lo mismo. O no en el mismo formato. En cualquier caso, me flipa que tengas tan memorizado todo lo que has ido leyendo en la vida. Yo antes leía mucho más que ahora (literatura) pero si tengo que hacer memoria de autores y libros, ja. Lo llevo claro. MUY Rubia, me temo. Y yo también te hamo. Es imposible no hacerlo.

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  10. Yo te hamo y además admiro esa capacidad que tienes que recordar todo lo leído. Yo no me acuerdo ni de la mitad U_U

    Ya volverás a leer, ya.

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  11. No recuerdo todo lo que he leído, no podría hacer una lista exhaustiva pero sí podría hacerla por eliminación: este sí, este no, este a medias... Eso creo que podemos hacerlo todos.

    Lo peor es que, releyendo el post, me doy cuenta de que no he dicho nada de los guiones, teatro y libros de pelis por los que me dio una temporada. O de la época del queso y la inteligencia emocional. Ni de la de los reyes y papas. Ni... en fin, pa qué...

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  12. Mientras decides que leer cuando vuelvas a hacerlo, puedes leernos a nosotros.

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