Sil me pidió el otro día que escribiera sobre música. Y no se me ocurre qué. Es decir, no se me ocurre nada que no quede pastelón o una simple lista de canciones más favoritas o que significan algo para mí o algo así porque sería un post INTERMINABLE.
Y es que soy de esas niñas que todas las canciones le recuerdan algo. De esas a las que les sería más fácil cantar sus recuerdos que contarlos. Porque desde que tengo uso de razón...
... canto*. Y escucho música.
Siempre.
Siempre.
Recuerdo perfectamente el primer disco que me regaló mi padre, el azul 67-70 de los Beatles. Me recuerdo sentada en la cama escuchando una y otra vez aquel idioma raro que no entendía, buscando el significado de cada palabra de las letras porque quería saber qué decían.
Y que el día que mis padres aceptaron que cambiara de colegio sonaba Marta tiene un marcapasos en el coche.
Y mi primer beso gorrinote con This is a man's world en un magnetofón, mientras intentaba concentrarme en todo lo que estaba pasando..
¡Oh! Y el primer disco que compré con el dinero que gané un verano recogiendo algarrobas: el Kick, de INXS. Aquel verano suspendí química, me enamorisqué del profesor particular y sufría amargamente mientras estudiaba castigada en casa escuchando I need you tonight en bucle.
Y las interminables horas de ensayo escuchando a Dire Straits o a Clapton que una tiene que soportar cuando festea con músicos., que aún se me contrae la ingle.
Y el viaje de fin de curso de COU, con el The sedds of love grabado en cinta, con un auricular en mi oreja y otro en el de mi churri las 24 horas de autobús... ah, Venecia... qué bonita es Venecia y qué coñazo me parece ahora ese disco y cuánto cariño le tengo...
Y la primera noche de sexo loco pecaminoso, sobre una moqueta, con pelusas volando por todas partes, y a Joe Cocker sonando refrito en el tocadiscos.
Y la noche de mi graduación, escuchando a Los Sencillos.
Y unas fiestas de verano en un festival de ska en un pueblo del que sólo recuerdo el váter de la fonda.
Y un día que canté Mercedes Benz y alguien me dijo que me quería. Y yo tuve que decirle que yo no y fue muy triste todo.
Y mi primera nómina de verdad (y esto le va a encantar a Newland) ¡ese momento! Ese momento de subidón, cuando llegué al banco con el cheque de la primera nómina, ingresé casi todo menos dos mil pesetas y fui al cortinglés a compar el disco de Agila para mi hermano pequeño, que ya era superfan, el pobre.
Y La Javanaise...
A ver si va a ser verdad que no se puede vivir sin música...
* Esta no soy yo. Es una versión en diferido más morenita.
* Esta no soy yo. Es una versión en diferido más morenita.