Hola, soy Sil. Gordi y yo nos hemos intercambiado los blogses por este día porque la amistad y la confianza tienen esas cosas. Pero eh, un momento, ¡no se vayan! Denme una oportunidad, che. Que ya sé que ella cuenta las cosas mucho más mejor, pero igual ¡hasta les gusto! ¡Un poquitito! ¿No? En fin, voy a intentarlo…
Hace poco vi una película llamada “El atlas de las nubes”. No voy a entrar en detalles, sólo diré que tiene seis historias, cada una de ellas ambientada en una época distinta: 1849, 1936, 1973, 2012, 2144 y 2321. Os la recomiendo, es una película de ciencia-ficción interesante.
Es curiosa la ciencia-ficción. Las películas de hace cuarenta años vaticinaban que a estas alturas de la historia todos conduciríamos coches voladores vistiendo trajes plateados. Ignoro qué deparará realmente el futuro: tal vez las actuales ciudades estén semienterradas de aquí a dos siglos y en su lugar haya otras con edificios sustentados por paredes táctiles. El caso es que la película me hizo pensar sobre la posible evolución del mundo, rollos apocalípticos aparte, y al volver a la realidad me alegré de algunas cosas.
Por ejemplo, del efecto pendular de las modas: el otro día, un colega subió a su Facebook una foto de su nuevo teléfono. Cuando todos esperábamos esto:
Lo que vimos realmente fue esto:
Dejando a un margen lo poco práctico que es un teléfono de este tipo frente a la multifuncionalidad del otro cacharrito, me resultó esperanzador que alguien mirara al pasado una vez y rescatara una cosa que siempre tuvo su encanto, al menos para mí. El sistema de la ruedecilla me entusiasmaba, me pasé media infancia simulando llamar a gente sólo por darle a la ruedecilla. No sé si un psicólogo tendría una explicación a eso, pero así era. En cualquier caso, me pareció maravilloso que entrados en 2013 un colega instalara en su casa un teléfono de cuando todavía no había nacido.
Siempre soñé tener uno como éste… |
Cuando empezó a editarse música en formato digital, desaparecieron los LP de las tiendas, ¿os acordáis? Pero luego volvieron. Porque en el fondo, la escucha de un buen disco implica varias cosas:
- El ritual de sacar el disco, pasarle la esponjilla, soplar con mimo las motas de polvo, colocarlo en el giraplatos, limpiar la aguja y posarla a cámara lenta sobre la superficie del disco;
- Escucharlo de principio a fin, sin saltar el orden de las canciones y sin repetir en plan bucle la que más nos gusta, y
- La crepitación que produce el roce de la aguja sobre el vinilo, de fondo durante la música, y absoluta protagonista entre canción y canción. Ningún sistema digital con dolby surround estará nunca jamás a la altura de eso.
Qué decir de las gafas de sol modelo Wayfarer o Aviator (tan de moda en los cincuenta y en pleno auge otra vez), las sneakers (calzado deportivo ochentero por excelencia), los seiscientos/minis/escarabajos restaurados que se dejan ver por ahí de vez en cuando, los hogares que combinan las últimas tecnologías con el encanto de los muebles antiguos con una manita de pintura o el éxito de las ferias o mercadillos de libros cosidos con hilo y de tapa dura forrada en tela.
¿Realmente habrá un momento en que todo eso dejará de existir? ¿Alguien de las futuras generaciones hará ganchillo? ¿Seguirán yendo al mercado a comprar los productos frescos o será todo 100% precocinado? De aquí a cien años, ¿alguien sentirá el placer de escribir a mano con una buena estilográfica?
Mientras me entran tentaciones de volver a escribir esto con la Olivetti de mi madre, deseo que nada se pierda para siempre. Incluso aquello que, aparentemente, ya no sirva. Nunca se sabe…
Yo creo que sí se acabará perdiendo todo, es triste pero es así. Los que vuelven al pasado son pocos sobre todo porque en el mundo cada vez queda menos romanticismo.
ResponderEliminarLlevo desde que terminé la universidad, 15 años largos, pensando en restaurar un escarabajo, pero la realidad es que no lo voy a hacer, creo. Aunque sería un gran regalo para celebrar mis cuarenta.
Bueno, me voy a leer tu blog a ver que ha escrito la rubia.
A mí también me entra nostalgia cuando recuerdo algunos cacharritos de antes, pero lo cierto es que si algo se queda atrás es por puro practicismo: los vinilos molan mucho y son más románticos, pero los cds y dvd son mejores en todos los sentidos. Más capacidad, mejor calidad de sonido, más pequeños.
ResponderEliminarEn cambio las modas... esas sí que vuelven, claro. Un tipo de gafas de sol como las de aviador no son mejores o peores que las gafas de choni actuales, simplemente distintas, y por tanto volverán a ponerse de moda de forma cíclica.
No he podido evitar revolverme en la silla al leer "practicismo"... ¿Capacidad?¿mejor sonido?¿mas pequeños? que erroneos conceptos nos inculcan las grandes empresas que nos chupan los dineros.
Eliminar¿Capacidad? ... ¿Realmente necesitamos tener 1000 discos almacenados en un mp3? Escuchamos todo y nada a la vez, un cocktel ecleptico e impersonal. Prefiero 100 buenos discos.
¿calidad? ... muy discutible.
¿espacio? ... correcto, pero las cosas esenciales ocupan menos que todos los falsos placeres que dan esos trastos tan supuestamente necesarios en nuestra vida: nespresso, wii, ipod, iphone, ipad, marcos digitales, ...
Y las modas solo demuestran lo maleable que es la sociedad. Lo cual me parece deprimente.
Por cierto, soy el dueño del teléfono verde, jajaja. Espero que no te tomes a mal mi punto de vista. Saludos
Newland, pues espero que se pierda muy poquito a poco. Viendo ahora el tema de la 2ª revolución industrial, son muchas las cosas que se han perdido tal y como eran originariamente hace 140 años, pero muchas las que mantenemos evolucionadas de aquellas. Y algunas no han cambiado tanto. Aun así, el encanto de lo antiguo ni el tiempo lo borra.
ResponderEliminarPS: Restaura ese escarabajo, coño :P
Bea, pero las modas envuelven más cosas que no sólo la moda y sus complementos. A eso me refiero yo. El practicismo ha llevado, por ejemplo, a la construcción de bloques de vivienda sin personalidad. O al diseño de una sola línea de automóviles: todos los coches tienen más o menos forma de huevo y faros triangulares. Me encantaría volver a ver la diversidad que había entre un Ford Capri y un escarabajo o un Mustang.
Mi Martín no tiene forma de huevo, como te lea te va a dejar de querer.
ResponderEliminarYo soy un fanático de la tecnología. Hasta de niño cuando me preguntaban siempre quería viajar al futuro y no al pasado. Mejor alien que un T-rex. Eso sí, la compra mejor todos los días en mercado tradicional. Donde va a parar... Buen post, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBea, ¿de qué año es tu Martín? :P
ResponderEliminarJuan Car, para según qué cosas yo prefiero el pasado. Viajaría a muchas épocas del pasado, si pudiera (como espectadora, eso sí). No sé si seré una romántica pero el encanto de lo artesanal, de lo original, de lo manual (al menos en algunas cosas), no tiene parangón.
No estoy para nada de acuerdo (dicho sea sin acritrud, que diría Felipe) con el encanto o ventajas de los LP, se ve que los usasesteis poco. Eran un coñazo. Por mucho cuidado que pusieses siempre se rayaban, ocupaban (ocupan, que todavía tengo en casa como 100 a pesar de haber tirado ya el plato) mucho, y la crepitación no solo sonaba entre canción y canción.
ResponderEliminarRespecto al resto, pues que decir. No tiene nada que ver un Mini de los años 70 con los actuales que son mucho mas grandes. Y de los seiscientos ni te digo: mi tio se compro uno en su epoca y para celebrarlo nos fuimos a Segovia: la travesía del puerto de Navacerrada fue épica, a punto estuvimos de tenernos que bajar y empujar.
En fin, que a pesar de la crisis, cualquier tiempo pasado no fue mejor.
Bueno, yo no he dicho que los tiempos pasados fueron mejores. Ni siquiera he dicho que las cosas antiguas sean mejores. El encanto es una cosa, el practicismo que decía Bea es otra. Y va por gustos, claro.
ResponderEliminarRespecto a los LP, yo he usado (y uso) en casa de mis padres, y me encanta ese ritual. A pesar de todos sus defectos. Y lo de la crepitación suena siempre, claro, es lo que he escrito :)
Sí hay cosas del pasado que se recuerdan con nostalgia o cariño, sobre todo si las tienes asociadas a un recuerdo feliz (al menos es lo que creo) y sería genial poder conservarlas, que no se perdieran en el olvido.
ResponderEliminarPero he de reconocer que los avances tecnológicos nos hay traído muchas alegrías (y más de un disgusto, pero qué le vamos a hacer)
no olvidemos el ritual y el savoir faire eso aporta.
ResponderEliminarsin duda
Me declaro fan incondicional de las plumas, de las maquinas de escribir (con todo lo que tienen, en especial su sonido... golpear las teclas... Increíble) y de los teléfonos antiguos. ¿Cómo olvidar el cable enroscado en los dedos?
ResponderEliminarHe de confesar que yo también marcaba por marcar y hacia que llamaba cuando aun no tenía a quien llamar.
¡Espero que el comentario llegue a la autora del post!