miércoles, 24 de octubre de 2012

Pienso en copla

Recuerdo con nostalgia las discusiones que tuve en la adolescencia con mi madre sobre música. Ella, muy de la copla, muy de flamenco, muy de bolero y muy de zarzuela, no acababa de entender de dónde venía mi afición a la música en raro: blues, pop inglés, algo de soul y de country, Michael Jackson, Elvis Presley y Madonna. Yo, en mi inocencia, intentaba explicarle por qué esas músicas en un idioma extraño eran mucho mejores que lo que escuchaba ella, que me parecía tan polvoriento y antiguo.
 
Como todas las familias, conseguimos llegar a una entente cordiale: cada una escuchaba lo que le daba la gana y si llegábamos al conflicto la que se ponía los cascos era yo, que ella era la madre, aunque yo ponía todo el rato cara de enfadada. Seh. En la intimidad de mi habitación. Muy de vencedora, todo.
 
El paso del tiempo ha hecho que mi universo musical se haya ampliado. No demasiado, un poco. Y, curiosamente, la copla ocupa ahora un lugar de excepción. Me gusta la copla. Me tranquilizan las cadencias, las melodías, las voces potentes y crispadas de las folclóricas. Me gusta ese sonido refrito que tienen algunas grabaciones. Las conozco perfectamente. A veces pienso que quizás el psicoanálisis explicaría este cambio porque me da seguridad, me recuerda a mi casa, a mi madre cantando en la cocina las peticiones de las vecinas, a los viajes en coche en familia, cantando todos a la vez. Tendría razón, pa qué darle más vueltas. El psicoanálisis es lo que tiene.
 
Así que, aceptado todo, pienso en copla. Hay días difíciles, tensos, de estos que a media tarde dudo entre ponerme a llorar o tirarme ventana abajo, que descuelgo el teléfono, me pongo los cascos, selecciono la carpeta "Mamá" y paso a pensar en copla. Hace que me sienta mejor
 
Ahora ya no discutimos por la música y mientras regamos las plantas de su balcón mi madre me canta Romance de la reina Mercedes, que es la que más me gusta. También me canta Tatuaje, que es una de sus favoritas, como @MamiRizosa, progenitora de la Rizos, una señora estupenda.
 

 


martes, 23 de octubre de 2012

Cosas on line


Como ya sabe todo el mundo all around la galaxia conocida, estoy haciendo un cursomaster on line. Es el MAL.

En la plataforma on line del curso on line hay varios foros on line: foro de profesores, foro de alumnos, foro de quedadas, foro de propuestas, foro de presentaciones, foro de su reputa madre...Luego hay grupo de Linkedin, grupo de Facebook, grupo de su reputa madre...

Son hiperactivos, con una media de chorrocientas publicaciones por cabeza en cada debate. Y hay muchos debates. Y foros, pero eso ya lo he dicho.

El caso es que, para intentar desahogarme y no comentar alguna impertinencia y/o/u grosería en alguno de los trillones de foros, me he venido a mi sitio y he escrito un post larguísimo y aburridísimo explicando por qué es todo tan MAL y me agobia tanto. Pero no voy a publicarlo, porque la razón es bien sencilla: además de lo del aburrimiento, son unos ineptos, se repiten hasta la extenuación, nadie ha utilizado un signo de exclamación o interrogación al comenzar una frase, hay aberraciones ortográficas y semánticas por doquier, la argumentación lógica brilla por su ausencia, están utilizando los grupos para dedicarse canciones, se mandan besitos...

No quiero participar en foros presuntamente académicos con titulados universitarios con delirios de grandeza y nivel de segundo de la ESO. Sea ese nivel el que sea. Para hacer todas esas chorradas ya tengo mis propios foros.

A ver si va a ser que soy rara y la hemos liao...

lunes, 22 de octubre de 2012

Es fácil cambiar, si sabes cómo

Hace poco leí en el blog de Jauroles una reflexión en la que llevo pensando unos días, sobre cómo se siente al ver que las expectativas que tenía cuando era más joven no se han cumplido.

Es curioso, porque yo me siento a menudo como él. No porque esperara ser famosa y no se haya cumplido, qué va, sino porque siempre tengo la sensación de que nada es como me imaginaba que sería, como me gustaría que fuera. Claro que ayudaría considerablemente saber qué quiero...

Llegada ya la mediana edad, aunque ya tengo algunas ideas sobre qué quiero en la vida, siento que tengo más claro qué no quiero. Y, curiosamente, es casi todo lo que tengo. Qué paradoja, ¿no? me gustaría cambiar casi todo lo que tengo en la vida: el trabajo, algunos amigos, mi familia (algunas veces), mi salud, mi situación sentimental, mi mismidad...

Muchos dirían "¡pues haz cosas para cambiar"! Suelen ser de estos que cuelgan en su muro del caralibro fotos con fondo de cascada del Amazonas, con frases en Luncida Handwriting que dicen "Si haciendo lo mismo no te gusta el resultado, haz otra cosa" y polladas de Steve Jobs y Paulo Coelho.

Los lilazas estos, normalmente, se quejan tanto o más que yo, en público y en privado, pero con una diferencia: ellos son incapaces de reconocer que tampoco saben qué hacer para cambiar ni hacia dónde quieren dirigir sus cambios. Y tampoco reconocerían ni en su lecho de muerte que, a lo mejor, tampoco quieren cambiar porque, por mal que digan que les va, son igual de conformistas que los demás.

La cuestión es que no sé qué hacer para cambiar todo lo que no me gusta. O no sé cómo hacerlo. O no quiero hacerlo porque es demasiado doloroso. O los cambios van tan lentos que no los percibo como quisiera. Quizás es que soy demasiado miedosa, demasiado perezosa,  demasiado vaga, demasiado miope.

O quizás es que, en el fondo, sé que aunque cambie no estaré satisfecha, porque siempre necesito tener otras cosas que no tengo.

viernes, 19 de octubre de 2012

N versiones

Versión 1.

Hola.
¿Cómo estás. Ya has llegado, supongo.
Espero que no hayas tenido problema para aparcar. He encontrado este enlace sobre lo que hablamos ayer www.laexcusademierdaquemehebuscadoparaescribirte.com ¿te acuerdas? Mira y luego hablamos.
Un beso.
MAL




Versión 2.

Hola.
¿Cómostás ¿Todo bien?
¿Recuerdas que ayer me dijiste que fulanito no tenía razón? Lee esto www.laexcusademierdaquemehebuscadoparaescribirte.com y me cuentas.
Un beso.
MAL




Versión 3.

Hola.
¿Qué? ¿Cómo vas? Se te oye bostezar a 500 kilómetros, que lo sepas :)
Ayer pinchaste, chato: fulanito SÍ DIJO nosequé, mira www.laexcusademierdaquemehebuscadoparaescribirte.com Y LLORA. NENAZA :)
Besos.
MAL




Versión 4.

Hola.
No tengo ganas de discutir ni de buscar enlaces. Fulanito sí dijo nosequé, chincha rabiña. Me debes una Y ME LA VAS A PAGAR :)
Por cierto, mi cama huele a ti.
Besos. Slurp.
MAL




Versión n.

Hola.
No tenías que haberte ido.
VEN.
BIEN






Grupo de apoyo "Por el envío de correos electrónicos sin excusas". 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Borde. Y punto.

Me dicen a menudo que soy borde, que soy agresiva por escrito, que tengo cierta tendencia a soltar sentencias como si tuviera la verdad absoluta en mis manos, que igual un poquito menos de soberbia no estaría mal, que escribo de manera fría, que me distancio, que parece que no me afecten las cosas, que cierro las frases con un punto de plomo inamovible*, que da miedo contradecirme por si el plomo les cae en el dedo gordo del pie...

A MÍ, esto me lo han dicho A MÍ.

Tienen razón. En algunas cosas. Punto.

Puedo ser soy borde, en general. Supongo que la bordería comenzó en algún momento juvenil como mecanismo de defensa y se quedó, por costumbre y porque a veces hace ambiente. Y puedo ser soy agresiva (a veces, eso sí), quizás porque soy vehemente y de fuertes convicciones. Volubles como el viento, pero fuertes. Y soberbia, supongo que también soy soberbia. Porque puedo, claro, no como otros...
 
¿A qué nos lleva este dechado de virtudes?
 
A que me manden a la mierda de vez en cuando. A tener que soportar estoicamente broncas con la mano abierta, porque tienen razón. A un camino de tristeza y desolación, plagado de sinsabores, de disgustos, de todas esas cosas desagradables nada bonitas que a Bich le horripilan y me riñe si me regodeo.
 
Así que lo miraremos por el lado positivo. Según los optimistas, esto es lo que se hace ¿no? Pues eso, no nos engañemos, una pose soberbia, un poco como de estar por encima del bien y del mal y reirte de dios y de su padre, de vez en cuando viene bien. Al final, una poca de bordería, o una mucha, viene fenomenal de armadura. Y una armadura es taaaaan necesaria en estos tiempos que corren...

 



.*Sí, cari, no eres la única.

martes, 16 de octubre de 2012

Vuelta al cole

Cuando terminé la carrera estaba tan asqueada que juré que no volvería a pasar hambre y que nunca, NUNCA, volvería a estudiar de manera formal. No me interpreten mal, si hay algo en la vida que me gusta casi tanto como Jason Lee, el chocolate con almendras y folJASON LEE, es aprender cosas nuevas, SABER COSAS, TODAS LAS COSAS, pero no quería, de ninguna manera, empezar a estudiar de nuevo, stricto senso

Supongo que tiene que ver con que decidí abandonar los estudios a mitad y, aunque lo retomé tras unos meses, siempre he tenido una intensa sensación de fracaso y decepción. No quería seguir estudiando eso, me había equivocado, no me gustaba, no era lo que esperaba. Pero tomé la decisión de terminar, básicamente porque no sabía qué otra cosa quería hacer y mi progenitor me apretaba una barbaridá.

He llevado como una losa esta decisión todos estos años y, aunque he hecho infinidad de cursos, seminarios y chorradas de esas, nunca he tenido el convencimiento, compromiso, disciplina, constancia o ganas suficientes como para decir: "mira, que sí, que quiero volver a estudiar nosequé", básicamente, también, porque seguía sin saber qué otra cosa quería/podría hacer.

Sin embargo, como una prueba más de mi inconsciencia y estulticia, en un momento vital complicado, lacrimoso, incierto y todas esas polladas, soy tan lista que voy y me matriculo en un cursomastersuperior universitario. Chúpate esa. 

Y, antes de empezar, siento ya la simiente del fracaso y la decepción. ¿Seré capaz? ¿Sigo teniendo capacidad para estudiar? ¿Voy a aprovecharlo? ¿Me servirá para tomar decisiones? ¿Qué pasa si no me gusta? ¿Voy a ser disciplinada? ¿Estoy dispuesta a renunciar a otras cosas para dedicarme a estudiar? ¿Estoy comprometida, motivada, tengo ganas

Así que, aquí estoy, a puntito de empezar, sumida, como siempre en un mar de dudas. Me siento como el primer día de instituto, convencida de que no iba a aprobar ni la primera evaluación porque soy rubia.

Qué desazón, amigos, que desazón.

sábado, 13 de octubre de 2012

Dre lra procrastrinracrión

Entre mis muchas virtudes hay una que me gusta especialmente: soy capaz de procrastinar hasta límites insospechados sin remordimiento alguno de conciencia.

El respeto que tengo a esta mi virtud, poco entendida por algunos, es tal, que aquí estoy, el fin de semana del 12 de octubre, el de la j*d*d* Hispanidad, rindiendo homenaje a la patria haciendo el cambio de armario de primavera, aprovechando que ya es otoño. Es una forma tan buena como otra cualquiera de hacer solo un cambio de armario al año, cuando ya es imposible distinguir entre los restos de ropa del invierno anterior, la del aún verano y el frío que está por venir.

Luego saco el edredón, que pasa un mes enrollado a los pies de la cama porque hace un calor del cagarsen pero es que si no lo sacaría en navidad, por lo menos, y hay días que hace fresquito en diciembre.

Es un poco como con los hombres, cuando la pereza y la desidia hacen que aún no se haya dejado a alguien con botas pero ya se tiene a otro con chanclas, todo aderezado con la ilusión y buen rollo de haber conocido a otro alguien prometedor que puede (puede) convertirse en alguien importante con zapatos en el futuro. Y, si no, pues como esas camisetas que van rodando todo el año por el armario sin que te la pongas: llega un día que se te hinchan las narices, las metes todas en una bolsa y las dejas en el contenedor de la ropa.

Otro día hablaremos de cuando se mete todo en una bolsa y se pasa lo que ya no quieres a una amiga.


jueves, 11 de octubre de 2012

El otro blog

Yo antes tenía un blog. Era bastante chulo. Cuando alguien me preguntaba de qué iba, yo contestaba, ufana: "de yo, mi blog va de yo". Y me quedaba más a gusto que un arbusto.

No era especialmente bonito, no soy muy hábil con la cosa de los hachetemeeles, pero no necesitaba más. Era el blog de la Gordi.

No sé muy bien por qué, ese blog tenía un porrón de visitas. En serio, un porrón, probablemente no me creerían si dijera cuántas. No me interpreten mal, las visitas no es lo más importante pero sí es cierto que son una fuente infinita de nuevas personas que, a veces, son un gran descubrimiento porque tienen blogs cojonudos. Y luego, si una tiene suerte, conoce a gente también cojonuda. También tenía muchos seguidores, no un porrón, pero muchos más que ahora. Con esto de los seguidores pasa lo mismo: es una forma estupenda de descubrir novedades. Y de tener nuevas e interesantes opiniones. Toootal: más visitas, más gente guay. Estadística pura.

Y un día me entró la cagalera de la muerte, inexplicablemente, y lo cerré. Todo eso acabó. Fue como una mudanza, pero peor, porque dejé muchas cosas por el camino. Dejé mucho de Gordi por el camino.

Hace un tiempo alguien me dijo que se notaba que ya no escribía con las tripas. Supongo que fue una manera elegante y cariñosa de decir que ya no le parecía interesante como antes (si lo fue en algún momento, claro). Y tenía razón, ya no escribo con las tripas. Mi celebro no me deja. Y la prudencia, a veces, tampoco. Ahora me siento vulnerable y desnuda en el mundo carnal. Y no siempre me apetece sentirme vulnerable. Desnuda sí, pero eso es otro post.

He explicado algunas veces por qué borré todo a la desesperada cuando me enteré de que me habían encontrado. También he explicado por qué decidí no desaparecer y empezar de cero, con otro nick, en otro entorno. Todas esas veces me he guardado para mí la razón definitiva, porque no sé verbalizarla. Curiosamente, me faltan las palabras, aunque la tengo muy clara en la cabeza. Y en el ladrillo.

En su día tuvo que ver con la vergüenza que sentía por haber creado a Gordi, por haber llamado Gordi a un alter ego virtual que no salía nunca a la superficie en el mundo carnal. Un alter ego que nació prostrado, maldito, convencido de que nunca tendría tiempo ni oportunidad para desvelarse, porque iba a morir conmigo de un momento a otro.

El tiempo pasó, no me morí (aún, que vamos a morir todos, no padezcan) y cogí cariño a Gordi. 

Y aquí sigue.

El caso es que hace unos días este blog de nueva url pero viejo de espíritu ha cumplido un año. Y me parecía una eternidad... Me ha costado adaptarme. Me he ido un ratito. He vuelto. No sé qué pasará mañana. Pero quiero agradecerle el tiempo que me ha dedicado, que me haya permitido seguir siendo Gordi, que me haya traído nuevas personas, nuevos blogs, nuevas experiencias, y que me deje seguir escribiendo.

Y, a ustedes, gracias por jugar con nosotras. Muchas gracias.

 

The Beatles, Dear Prudence.

martes, 9 de octubre de 2012

El día de aquí


Esta es la bandera.

A esto se le llama Senyera Valenciana.

Este es el himno.


 


Estos son los mazapanes que hoy regalan los hombres a las mujeres.


Este es Chanquete, que se murió y nos dejó huérfanos de líderes espirituales.


Esta es Rosita Amores, LA VEDETTE, valensiana de pura cepa y referencia erótica para varias generaciones. 


Esto es lo que hacemos con el dinero, porque somos desprendidos y generosos. Y nos gusta el fuego más que a un tonto un pito.


Seguro que sale alguien a decir que la Comunitat Valenciana es mucho más. Y tendrá razón. Pero pueden quedarse con esto, que es lo que mejor nos define. Porque lo propio es definirnos como colectivo ¿no? ¿no se trata de eso lo de celebrar los días de..., de definirnos como colectivo?

Vengan a vernos y les demostraremos que hay mucho más. Casi todo lleva arroz, pero hay mucho más.

Valensians, alacantins, castellonencs, feliç dia de la Comunitat. Per molts anys.


lunes, 8 de octubre de 2012

Toda la vida

Los desaires de la vida me han enseñado dos verdades absolutas:
- Nada dura para siempre.
- No existen las verdades absolutas.

Como buena drama queen que soy, tiendo mucho al nunca, siempre, jamás y todas esas palabras que decimos mucho para magnificar los sentimientos y creérnoslos más. A veces porque, en el fondo, nos queda un atisbo de duda, ínfimo, pero presente. Otras, porque la duda es más grande, pero pensamos que no debería ni ser, y que quizás si nos manifestamos mucho y muy fuerte en su contra, desaparecerá. Otras lo decimos porque sí, por costumbre.

Y es frustrante, la verdad. Porque me equivoco siempre.

Una piensa que tiene un amigo, de esos de los de toda la vida, a los que querrá siempre, con quién jamás tendrá un problema. Sí, uno de esos.

Una ha compartido con ese amigo muchas cosas en el pasado: horas de estudio, decepciones laborales, juergas infinitas, nacimientos, muertes, divorcios, confidencias, enfermedades, celebraciones, mudanzas, alegrías... todo, un amigo de esos con los que se comparte todo menos la cama. Una piensa que, después de todo lo que han vivido juntos, de las idas y venidas de la vida, su amistad ha demostrado que está por encima de tonterías, que siempre van a quererse y que siempre van a perdonárselo todo, si se diera la extraña circunstancia de que, a estas alturas, alguno de los dos hiciera algo que perturbara tanto al otro que tuviera cabida el perdón. Cosa que nunca pasará, claro.

Y va y no. Una se equivoca completamente. 

Resulta que un día se da cuenta de que cada vez hay más cosas que hace ese amigo que le molestan. Consciente de que son tonterías y que él también pasa por circunstancias difíciles, que quizás le nublan el pensamiento, deja pasar el tiempo, a ver. 

Pero el tiempo pasa y el malhumor no. Ahí se queda, alimentadito, engordando poco a poco, como el culo de una.

Y entonces una se descubre un día sintiendo por ese amigo de toda la vida lo mismo que por otras personas que le caen mal, con las que evita estar, porque le alteran los biorritmos y una ya no está pa estas cosas.

Y lo triste no es que pase eso, qué va, lo triste es que una se da cuenta de que, a pesar de la pena que le da perder a esa persona, puede vivir sin ella, quiere vivir sin ella, porque ya no le gusta en lo que se ha convertido.

Porque es que resulta que nada es para siempre, ni siquiera lo de toda la vida.



Eres en mi vida ansiedad, angustia y desesperación. 

Los Panchos, Toda una vida.

lunes, 1 de octubre de 2012

La caja

La caja sigue aquí.

Un día viene en moto y no se la puede llevar. Otro día es muy tarde y le da pereza. Otro día se pone nervioso por el incendio y no se la lleva... y la caja sigue aquí.

Ayer me acordé de ella fugazmente mientras esperaba que me confirmaran si mi casa se había inundado con las últimas lluvias. Me imaginé esa pobre caja de cartón reblandecida, con la tinta de las letras desdibujada, sumergida como un gánster con zapatos de cemento en la piscina en la que se habría convertido mi comedor. 

La vi rodeada de mis posesiones más preciadas, que sí flotan. Todas flotan. Todas flotarían, menos esa caja. 

Vi mi Elasticgirl disfrutando de una piscina sorpresa. Vi mi Spiderman surcando el mar sobre una bandeja como improvisado velero. Vi mis patos de colores en fila india sacudir las alas y remojarse alegremente una y otra vez. Lo vi todo tan nítidamente que ya me imaginaba bajando a las simas más profundas de mi casa en un batiscafo para recuperar el tesoro, corrompido por el agua, cubierto por una capa de coral y ristras de mejillones.

Ya estaba pensando en cómo decirle que la caja había muerto en acto de servicio cuando mi madre me confirmó que mi casa estaba bien. Bueno, que era un pocilga y que cómo podía vivir así pero que no estaba inundada.

En ese momento visualice la caja, apoyada contra la pared, en el mismo sitio donde la había dejado, intacta, en perfecto estado de revista. Aún.

Al llegar a casa me ha mirado con ese aire de superioridad que sólo tienen las cosas intocables y me ha dado yuyu. Bueno, un yuyu relativo: será intocable pero aquí mando yo. Así que la he subido a un altillo porque no la quiero ver. Es lo mejor que se puede hacer con las cosas que no nos gusta ver porque nos hacen recordar: ocultarlas.

Además, si ocurre una catástrofe y se inunda mi casa, no quiero tener mejillones en el comedor. No me gustan los mejillones.