lunes, 6 de agosto de 2012

Te recuerdo

Recuerdo perfectamente aquella noche. Entraste decidido a comerte mi mundo, empezando por mi boca, mi cuello, mis pechos...

No dijiste hola, ni preguntaste cómo estás, ni siquiera pediste permiso para desnudarme a medias mientras me mordías. Directo al grano.

Recuerdo cada segundo. Tu barba me arañaba la cara y tus manos eran más duras de lo habitual pero no te pedí que pararas. Dejé que me desnudaras, que desordenaras mi espacio con tu ropa y la mía. Dejé que me dirigieras hacia la habitación mientras apretabas mis pechos, con la esperanza de que cumplieras esa amenaza que no decías pero que se adivinaba entre tus piernas. No dije nada cuando me tumbaste boca abajo, aún con las bragas puestas, y escuche cómo te desabrochabas el pantalón. No dije nada.

¿Lo recuerdas? Yo sí.

Sabía que si me resistía sólo iba a conseguir que perdieras el poco control que tenías sobre ti mismo. Y me resistí. Intenté darme la vuelta como si así pudiera evitar que te salieras con la tuya una vez más. Pero no quería evitarlo y desistí. Sucumbí a tu fuerza. Me dejé llevar.

Aquel momento se quedó grabado en mi memoria. Recuerdo mi mano sobre las sábanas, tu mano sobre mi mano, tu boca en mi espalda. Podría volver a dibujar el mapa que apuntaste con tus labios sobre mi piel. Todavía tengo la marca de tus dedos.

Al terminar caíste a mi lado y yo, derrotada sobre la cama, aún temblorosa pero satisfecha, me pegué a ti. Te miré a la cara para decirte que...

Oh, espera, espera un momento... ¡¡¡OH!!! no eras tú... perdona...

Aunque podías haberlo sido.

4 comentarios:

  1. Ñas, vaya manera de subir el tono para al final, ¡plof! Magistral. Supongo que esto nos ha pasado a todos alguna vez.... :P

    ResponderEliminar
  2. Huy... me lo había creído. Me esperaba otro final!!

    ResponderEliminar