miércoles, 13 de octubre de 2010

Vagamundo

Hoy he soñado contigo.

Te llamabas Mundo y me entregabas solemnemente tu diario. Sentado tranquilamente en tu sillón favorito esperabas a que leyera tu alma, con una sonrisa casi condescendiente.

Tu diario era grande, un libro con forma de Atlas de tapas duras, de esos que tienen que apoyarse en las rodillas porque pesan mucho.

Me sorprendía que estuviera escrito sobre hojas amarillentas y un poco cascadas, con dobleces y arrugadas por los bordes, porque siempre eres muy cuidadoso, pero en seguida entendía la razón: ese libro había viajado tanto como tú y llevaba el mundo pegado a cada hoja, a cada letra. Sin embargo, lo que más me extrañaba era que estaba escrito a máquina, con esas letras que recuerdan a colegio setentero.

Todas las páginas comenzaban así

El Vagamundo ha estado en...

... y aparecía un gran mapa, dibujado con mucho cuidado, que situaba al lector en el comienzo de tu historia, invitándole a adivinar qué lugares exóticos habías visitado.

Yo intentaba seguir esa historia que tanto me interesaba, intentaba adivinar dónde habías estado pero, justo cuando estaba a punto de llegar al final, las letras se m  OíA   n, Esa P  a r   e C í a N, y sE e  M  Bo rr   o n A B a   n.

Yo te miraba, esperando que me desvelarás a mí, A MÍ SOLA, el misterio que se ocultaba entre las páginas de tu diario. Pero tú seguías sentado tranquilamente en tu sillón favorito, esperando a que descifrara tu alma, con una sonrisa casi condescendiente.

Y me he despertado.

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